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Conducta en la preadolescencia

Conducta en la preadolescencia

Los preadolescentes sufren multitud de cambios tanto en el cuerpo como en la mente. Esto hace que sus comportamientos cambien y te veas perdido a la hora de actuar.

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Índice

 

¿Qué es la preadolescencia?

La preadolescencia suele considerarse como la etapa del crecimiento en la que un niño pasa de la niñez a la adolescencia. La duración de esta etapa del desarrollo humano está entre los 10 y los 14 años, aunque esto dependerá en gran medida del sexo (en las mujeres suele ocurrir entre los 10 y los 13 años y en los hombres entre los 12 y los 14).
 

¿Qué cambios puedo apreciar si mi hijo entra en la preadolescencia?

Durante la preadolescencia se producen multitud de cambios físicos, psicológicos y emocionales. Esta es una etapa donde tenemos una capacidad de aprendizaje mayor, también es cuando se muestra mayor interés en aprender cosas nuevas. Durante la preadolescencia se pueden apreciar:

- Cambios físicos: en las niñas se puede apreciar desarrollo en los pechos, en las caderas y afinación en la musculatura. En los niños el desarrollo físico es más gradual, aunque sí puede dar el famoso “estirón” (gran crecimiento en poco tiempo).

- Cambios emocionales: tanto niños como niñas empiezan a dar más importancia al grupo de pares (amistades). Se empiezan a formar grupos o pandillas de amigos que se apoyan entre ellos y se unen más. Los expertos afirman que la mayoría de los adolescentes se decantan por los juegos activos, mientras que las niñas le empiezan a dar más importancia a las charlas. En ambos géneros se empiezan a sensibilizar por los temas sociales y sus cambios de ánimo son más evidentes.

Debemos tener en cuenta que los cambios físicos también producen cambios emocionales. No sólo van a experimentar un desarrollo inicial de la sexualidad, sino que los cambios biológicos motivarán la aparición de miedos e inseguridades.

Es probable que tu hijo preadolescente se comporte como si no necesitara o quisiera su orientación y es posible que, por momentos, hasta parezca sentirse avergonzado. Este es el momento en ello que los hijos comienzan a confiar más en los pares y a pedir más espacio y privacidad (encontrarás su puerta abierta con más frecuencia).

Estos cambios te pueden resultar difíciles de aceptar, pero intenta no tomártelos como algo personal. La mejor manera de sobrellevarlas es encontrar un equilibrio, dale más espacio a tu hijo expandiendo los límites, pero deberá continuar cumpliendo con los valores familiares y las reglas importantes de la casa.

Lo que no debes hacer es desentenderse de tu hijo por completo, sigues siendo una influencia importante, simplemente tu hijo preadolescente puede responder mejor al ejemplo que le das que a las instrucciones. Esto hace que tenga mucho mejor resultado poner en práctica lo que predicas y no predicar por un tiempo.

La preadolescencia es una etapa llena de cambios y de necesidades a los que muchas veces no estamos acostumbrados a prestar atención. Es muy importante que tomes conciencia de esto y que le ayudes desde el acompañamiento y no desde una posición demasiado protectora.

Si eres un modelo de las cualidades que deseas en tu hijo preadolescente, es más probable que las copie. Entre las cosas en las que le puedes dar ejemplo tienes; comunicación respetuosa, amabilidad, alimentación saludable, realización de las responsabilidades sin quejarse, etc.


¿Qué rasgos definen a los preadolescentes?

- Normalmente han alcanzado un grado de equilibrio, como si se tratara de la madurez de su etapa infantil. Ahora tendrá rasgos más definidos de afirmación de su personalidad, de curiosidad y de sociabilidad.

- Es inquieto, investigador, movido, en definitiva, no puede estar quieto. Habla con soltura e ingenio, algo que suele hacer gracia a los adultos. Suele analizar cada acción, gesto o reacción de los adultos.

- Le gusta explorar, investigar, descubrir y “meterse donde no le llaman”. Tiene mucha espontaneidad sin demasiado criterio que lo hace alternar fácilmente el ocurrente y simpático con lo inoportuno o grosero.

- Tiene fuertes contrastes en su vida emocional. En poco tiempo puede tener cambios de humor asombrosos, puede estar riéndose y de repente muy enfadado. Los preadolescentes por lo general son muy volátiles en su estado de ánimo. El mal humor puede aparecer en cualquier. momento, pero no suele durar mucho.

- Necesita que le escuchen. Es fácil que los preadolescentes alcen la voz o busquen ansiosamente el protagonismo. Por naturaleza tienen el deseo de atraer la atención, pero los expertos recomiendan no hacerles demasiado caso si con ello les dejas de prestar atención a los demás.

- Es travieso y no se cansa nunca. Sobre las travesuras, no se debe ser demasiado rígido ni dejar pasarlas sin más. Debes encontrar un punto medio.

- A menudo tiene mejores relaciones fuera de casa que dentro. Esto demuestra que si quiere, puede llevarse bien con la gente.

- Es curioso, extrovertido y hablador, incluso puede parecer un poco ansioso. Aún no ha desarrollado del todo el sentido de la medida y de los matices. A veces no llega a entender el alcance de sus actos.

- Es fácil que se comporte con rebeldía. También es común que repita que es mayor para poder hacer lo que quiere. Ten en cuenta que cuando tenga dificultades le gustará tener a un adulto cerca.

- No suelen buscar aislamiento. Normalmente los preadolescentes prefieren la compañía o tener gente alrededor, aunque a veces manifiesten deseos de independencia. Aunque sí se pueden alejar de sus padres.

- Prefiere contradecir a responder. Esto no lo suelen hacer por malicia, sino que forma parte de la consolidación de su carácter. Otras veces podrá establecer sin problemas intercambios de opiniones y profundizar en el conocimiento de todo.


¿Qué puedo hacer para afrontar esta etapa?

Recuerda cuando tu cuerpo empezó a cambiar con la pubertad y pasar tiempo con tus padres empezó a dejar de ser divertido. Esto puede hacer que entiendas a tu hijo mejor y que te ayude a conectar con él. Puede que esto te ayude a entender mejor sus emociones, sus vivencias y sus actitudes.

Las cosas más pequeñas y sencillas pueden hacer que tu hijo tenga qua mejor conducta y mejor relación contigo. Lo mejor es que hagas tiempo en tu horario para crear momentos especiales con el, que aprovechéis las rutinas que ya compartís y le demuestres que te importa. Para esto es necesario:

- Compartir tiempo en familia: sobre todo en el momento de las comidas. Preparar una comida familiar puede dar mucho trabajo, pero ofrecen un tiempo valioso juntos. Por lo tanto prográmalas y organízalas como lo harías con otra actividad. Aun si no has preparado algo muy elaborado o lo has comprado precocinado, es importante que os sentéis todos juntos a comer. En este tiempo debes apagar el teléfono y no encender la televisión. Si no es posible hacer esto todos los días por los horarios que tiene la familia, organiza esto al menos una vez a la semana. Además es una buena oportunidad para involucrar a la familia en las tareas, todos deben colaborar en la preparación y en la limpieza.

- Intenta mantener la calma y apoyarle: es importante que tengas paciencia y recuerdes que el preadolescente, a pesar de mostrar rechazo, necesitará el apoyo de las personas que le rodean y le quieren. Esta es una etapa confusa en la que muchas veces la autoestima baja y la seguridad se tambalea. Esto puede hacer que el preadolescente se muestre agresivo, tenga cambios de humor repentinos o muestre actitudes duras hacia los padres. Lo que debes hacer es evitar el enfrentamiento, aportar tu visión desde la adustez y mostrar tu cariño incondicional a pesar de su comportamiento. 

- Escúchale y no dejes de hacer preguntas: durante esta etapa los preadolescentes pueden evitar las conversaciones con los padres. Si haces que se sienta escuchado cuando decide contarte algo puede hacer que se anime a hablar más contigo. Para esto, no debes juzgarlo, pregúntale cómo se siente, pide su opinión y demuestra que te importa. Es importante que le ayudes a entender sus sentimientos, sus cambios físicos y que fomentes las comunicaciones en el ámbito familiar.

- Haz que trabaje la responsabilidad: si le das responsabilidades a tu hijo teniendo en cuenta su nivel de madurez, le ayudarás en el desarrollo psicológico y en la adquisición de valores.

- Cuida de su salud: explícale la importancia del descanso adecuado, el ejercicio físico o la alimentación.

- Conoce a sus amigos: no puedes elegir a los amigos de tu hijo, pero sí puedes saber quiénes son, con quién pasan el tiempo y qué es lo que suelen hacer. Lo mejor para esto es convertirte en el padre que organiza los mejores planes, así se acostumbrarán a que estés presente cuando está con sus amigos. Si tu hijo empieza a hablar de alguien del que nunca habías oído, sugiérele que le invite al próximo plan o a comer para conocerle en persona.

- Crea tiempo especial: haz una tradición igual que celebrar los cumpleaños y las fiestas, pero para celebrar los logros. Celebra las ocasiones menos importantes, como unas buenas calificaciones o ganar en algún deporte, esto ayuda a reforzar los lazos familiares.

- Fomenta su razonamiento y su lógica: trabaja con él el pensamiento razonado y crítico, también el respeto mutuo. Esto le puede ayudar a afrontar las transformaciones cognitivas que está experimentado y a desarrollar las estrategias intelectuales que exige la edad adulta.

- Mantén unas normas: es necesario establecer una estructura de seguridad. El fracaso es parte del aprendizaje, y el castigo, en caso de comportamientos inadecuados, debe ser razonable y constructivo.

- Deja que fracase con sus decisiones (o que tenga éxito): tu hijo ya no necesita que le estés vigilando constantemente por si mete los dedos en el enchufe o se come algo peligroso. Este tiempo ya pasó, pero es normal que te cueste romper con el hábito de estar continuamente protegiéndole. Lo mejor es que le des espacio a tus hijos para que prueben cosas por su cuenta. De este modo, cuando sea el momento de dejarlos ir, sabrás que podrán valerse por si mismo cuando estén solos.

- Vigila sus comportamientos y, ante problemas serios busca ayuda; en estas edades pueden aparecer rasgos de agresividad o depresión, los primeros acercamientos al alcohol y a las drogas, amistades pocos recomendables, trastornos alimenticios o signos de adicción a la tecnología, Internet o las redes sociales. Es importante que estés atento a cualquier detalle preocupante en la actitud de tu hijo y lo comentéis con naturalidad. Si tienes dudas o lo consideras necesario, consulta con su centro escolar o con un profesional de la psicología. Esto le puede hacer aprender que no es necesario que afronte solo los problemas, que debe pedir ayuda cuando lo necesite.

- Intenta compartir un hobby con tu hijo: intenta que sea algo que promueva la vida sana. Podéis intentar salir a correr juntos, nadar, jugar al tenis, etc. Esto le puede ayudar a apaciguar las hormonas y a activar tu metabolismo. Si no quieres o puedes hacer esto, podéis apuntaros a clase de pintura o de fotografía, alguna otra cosa que genere un punto en común, un vínculo, algo especial que defina vuestra relación.


¿Qué es importante que le enseñe en esta etapa?

En esta etapa del desarrollo es cuando empiezan a ser más independientes, a salir con los amigos y a tontear con cosas que pueden ser peligrosas. Por eso, debes:

- Informar a tu hijo sobre los riesgos del tabaco, del alcohol y de las drogas.

- Informar sobre la prevención de infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados, explícale el papel del preservativo. Debes fomentar una sexualidad sana.

- Enséñale a ser autónomos en sus decisiones, a decir NO en las situaciones de presión. También es importante que aprendan a no presionar cuando les dicen NO.

- En cuanto al tabaco, lo mejor es predicar con el ejemplo. Los hijos de fumadores son fumadores pasivos. Se cuestionarán por qué a ellos no se les deja fumar, pero tú lo haces, no les vale la respuesta de “yo soy mayor” porque muchos de ellos piensan que ya son adultos. En este caso lo mejor es no fumar en casa ni en su presencia.

- Dile que puede acudir a ti ante cualquier problema, en esta etapa es común el bullying. Enséñale que eso no se puede admitir, tampoco puede hacerlo.


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