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¿A qué edad empiezan a crecer los senos en las niñas?

¿A qué edad empiezan a crecer los senos en las niñas?

El desarrollo del cuerpo de una niña empieza con la pubertad, entre los ocho y los trece años, y puede tener una duración de dos o cuatro años hasta transformarse en la complexión adulta. Sus pechos comenzarán a crecer: los primeros cambios serán diminutos y aumentará un poco el volumen debajo del pezón (como si fuera un botón). Es importante tener en cuenta que puede que los pechos le crezcan de forma desigual y un seno podría ser más pequeño que el otro por un tiempo. A medida que la niña se desarrolle podrá sentir molestias debido a la sensibilidad de la zona o a incomodarse con su propio cuerpo, que estará en pleno crecimiento hasta que termine completamente su desarrollo.

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El impacto de la pubertad en las niñas

El crecimiento de cada niña es único y no está sujeto a una norma general. La angustia en esta edad no discrimina a nadie: aquellas que se desarrollan de forma temprana tienen complejo con su cuerpo porque aún se consideran unas niñas, y las que pasan por un crecimiento más lento se sienten marginadas por no seguir el ritmo de las demás.

Por eso debemos intentar educarlas en la autoaceptación y tratar sus inseguridades. Simplemente en algunas niñas este proceso es más lento o más rápido que en otras, pues cada organismo se desarrolla a un ritmo distinto. Para que no sientan pudor de su propio cuerpo debemos quitarles el tabú de la desnudez y enseñarles a autoexaminarse, conocerse a sí mismas y cuidar la zona del pecho, para evitar golpes en esa zona tan sensible. Por supuesto, queda prohibido utilizar indiscriminadamente hormonas, esteroides y otros medicamentos con el fin de que se desarrollen antes, pues podrían causarles enfermedades severas.

 

¿Por qué y cómo se desarrollan los pechos?

También puede ser muy interesante que les expliquemos cómo funciona el desarrollo de sus pechos científicamente:

El primer requisito para el desarrollo de los pechos es que se debe haber iniciado durante el principio de la pubertad, cuando los ovarios de las niñas se agrandan y el estrógeno –la hormona femenina–, comienza a circular por el cuerpo provocando en las mamas depósitos de grasa y crecimiento de un amplio sistema de conductos. Al mismo tiempo, en el pecho se formará una fina capa de células especializadas, llamadas ramificaciones epiteliales, en el interior de los tejidos. Estas ramificaciones proporcionan a los senos un armazón estructural para el tejido graso que les permite determinar su tamaño y su forma. Como si fuera la forma de un recipiente que luego se hinchará.

Las ramificaciones dependen de determinadas hormonas, pero también de unas células del sistema inmunitario llamadas macrófagos que les ayudan a cambiar en cada uno de los procesos. Estas células, que hasta ahora eran una incógnita, serán las encargadas de ‘avisar’ al cuerpo de la niña de que ha llegado el momento, justo en el lugar indicado en el momento oportuno.

Conforme avanza la adolescencia el aumento será cualitativo y cuantitativo, pues el pezón y el círculo de piel que lo rodea –llamado aréola–, se agrandan y se oscurecen un poco. Luego el seno se expande adquiriendo generalmente forma de cono. Después del inicio de la ovulación y la menstruación, se perfecciona la maduración del seno gracias a otras hormonas femeninas como la progesterona, que estimula su desarrollo, y la prolactina, que completa el trabajo de convertirlos en órganos productores de leche.

Los pechos dejan de crecer al principio de la edad adulta, cuando ya está totalmente desarrollados, aunque volverán a hacerlo si se queda embarazada para dejar sitio a las glándulas mamarias, y luego se transforman otra vez cuando la madre deja de dar el pecho. Aun así, las ramificaciones nunca dejarán de crecer y cambiar durante toda la vida reproductiva de la mujer, algo único en los tejidos humanos.

 

¿Adolescentes cada vez más pronto?

Aunque cada desarrollo es diferente, las cifras de la adolescencia prematura están alarmando a los médicos. En Estados Unidos se cree que está apareciendo un año antes que hace algunas décadas. Sin embargo, las causas no están del todo claras, aunque se piensa que se debe, en parte, por las tasas crecientes de obesidad infantil, asociadas desde hace tiempo con el desarrollo sexual prematuro. De hecho, diversos trabajos han demostrado que guarda relación con la obesidad, pero esto no explica por qué el momento de su inicio varía considerablemente entre diferentes grupos étnicos y socioeconómicos, y es más temprano en las niñas negras y las de orígenes más humildes. Es un campo en pleno proceso de investigación y se barajan infinidad de hipótesis como que cada vez estamos más expuestos a agentes químicos ambientales que emulan a las hormonas y pueden estar acelerando la pubertad.

Esta anomalía de la pubertad temprana preocupa especialmente porque, a pesar de que cada cuerpo se desarrolla de forma diferente, si una población que vive cada vez más años alcanza la complexión adulta cada vez más pronto puede ser síntoma de que algo no funciona correctamente. También hay otras hipótesis que apuntan a que cuando el pecho de una niña empieza a crecer prematuramente, puede ser señal de que esta va a contraer determinadas enfermedades en el futuro. Hay pruebas de que la pubertad temprana conlleva un mayor riesgo de obesidad, diabetes de tipo 2, enfermedades cardíacas y cáncer de mama. Las niñas cuyos senos se desarrollan antes de los 10 años tienen un riesgo de sufrir esta enfermedad a lo largo de su vida un 20% superior que aquellas cuyo pecho se desarrolla entre los once y los doce años. Y, aunque no son datos determinantes ni quieren decir que una niña que se desarrolle antes va a contraer alguna de estas enfermedades, sí es objeto de análisis. De hecho, se está estudiando el papel que desempeña en el proceso una molécula inmunitaria llamada ACKR2, la cual impide que los macrófagos se desplacen al interior de los senos hasta que la mujer sea lo suficientemente mayor, evitando el desarrollo prematuro del pecho.

Pero lo que seguro que podemos hacer por nuestra parte es luchar con ellas en los posibles sentimientos de aislamiento y vergüenza y en los daños emocionales que la adolescencia pueda causarles. Y, sobre todo, acompañarles para que se realicen un examen clínico de las mamas tanto en el momento de su aparición como en lo sucesivo para detectar cuanto antes cualquier problema.


Fuente:

AEP

Fecha de actualización: 09-02-2022

Redacción: María Segura

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