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¿Cómo combatir el estrés causado por el aislamiento del coronavirus?

¿Cómo combatir el estrés causado por el aislamiento del coronavirus?

Estar encerrados en casa durante semanas, sin salir, con los niños, mientras intentamos trabajar y seguir con nuestras vidas de la mejor manera posible puede causar un gran estrés a los padres que, a su vez, se puede transmitir a los niños, causando tensiones y situaciones complicadas en casa. ¿Cómo evitar este estrés y llevar bien el confinamiento?

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Índice

 

Problemas que pueden surgir en el aislamiento

A medida que pasan las semanas y seguimos encerrados en casa, los padres se enfrentan a tensiones financieras y emocionales únicas. Pasar tanto tiempo juntos puede sacar a la luz problemas entre la pareja enterrados en las actividades diarias, que pueden verse agravados por problemas económicos si uno o ambos miembros de la pareja han tenido que cerrar su negocio o están apuntados a un ERTE. Y todos estos problemas ponen a los niños en mayor riesgo de abuso, según la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP).

Por eso, la academia aconseja a los padres y otros cuidadores de niños que se tomen el tiempo para cuidarse a sí mismos, incluida una dieta saludable, hacer ejercicio y dormir lo suficiente. También es importante mantener la comunicación por teléfono o video con amigos, familiares y otras personas que puedan brindar apoyo.

"Durante este tiempo de ansiedad comprensible, comunícate con otros padres cuando necesiten apoyo", aconsejó la presidenta de AAP, la Dra. Sara Goza. "Si alguien te llama frustrado por un bebé que llora o un niño grita, ofrécete a ayudar".

Los niños pueden mostrar signos de mayor estrés si están aislados en casa con sus familias durante mucho tiempo, lo que puede aumentar la frustración de toda la familia.

El Dr. Robert Sege, miembro del Consejo de AAP sobre Abuso y Negligencia Infantil, explica: "Lamentablemente, alrededor de cinco niños mueren cada día en Estados Unidos por abuso y negligencia. Sin duda, estamos preocupados por el estrés financiero y emocional que esta pandemia está colocando en las familias, especialmente los más vulnerables". Su consejo para padres estresados: "Llama a tu pediatra. Llama a un amigo cercano, pariente o líder religioso. Llama a alguien si tienes miedo de romperte".

Los padres que muestran signos de estrés agudo deben tomarse unos segundos para hacerse tres preguntas:

¿El problema representa un peligro inmediato?

 

¿Cómo me sentiré sobre este problema mañana?

¿Es esta situación permanente?

En muchos casos, las respuestas aliviarán el estrés y el impulso de atacar verbal o físicamente a los niños.

Las relaciones positivas y enriquecedoras son muy importantes para los niños a medida que se desarrollan, y los padres y cuidadores también necesitan apoyo, especialmente en momentos de incertidumbre y estrés como estamos viviendo ahora.


Síntomas de estrés agudo

Para saber si estás viviendo una situación de mucho estrés que empieza a superarte y que puede acabar causando problemas en tu casa, presta atención a estas señales:

- Alteraciones del sueño

- Irritabilidad o estallidos de ira

- Dificultad para concentrarse

- Respuesta exagerada a los ruidos fuertes, los movimientos bruscos, u otros estímulos

- Alteración del sentido de la realidad (por ejemplo, sensación de aturdimiento o de que el tiempo pasa muy despacio)

- Problemas musculares que incluyen dolores de cabeza tensos, dolor de espalda, dolor en la mandíbula…

- Problemas estomacales e intestinales como acidez, flatulencia, diarrea, estreñimiento…

- Síntomas de ataque de ansiedad, como ritmo cardíaco acelerado, transpiración de las palmas de las manos, palpitaciones, mareos, migrañas, manos o pies fríos, dificultad para respirar, y dolor en el pecho

Si notas estos síntomas, y sabes que estás llegando al límite, busca ayuda profesional. Aunque no puedas salir de casa, muchos centros psicológicos ofrecen ayuda y apoyo por teléfono para ayudar a combatir el estrés que esta situación está causando en muchas personas.


10 estrategias de disciplina saludable que funcionan

La AAP recomienda estrategias de disciplina positiva que enseñan a los niños a controlar su comportamiento y conseguir que los padres no desesperen, aumentando aún más el estrés que están viviendo en esta situación.

El mal comportamiento de los niños puede ser el detonante del estallido de unos padres estresados, que pueden incluso acabar en conductas totalmente inaceptables como gritos o golpes a los pequeños. Para evitar esto, es importante conseguir que los niños hagan caso, pero siempre evitando los gritos y los castigos. Echa un ojo a estas 10 estrategias:

1- Muestra y cuenta. Enseñe a los niños a diferenciar lo correcto de lo incorrecto con palabras y acciones tranquilas. Los niños aprenden mediante el ejemplo, así que debes ser un buen modelo de comportamiento.

2- Pon límites. Tenga reglas claras y consistentes que sus hijos puedan seguir. Asegúrese de explicar estas reglas en términos apropiados para su edad que puedan entender.

3- Establece consecuencias. Con calma y firmeza explica las consecuencias si no se comportan cómo deben. Por ejemplo, diles que, si no recogen sus juguetes, se los guardarás y no podrán jugar con ellos. Si no hace caso, quítaselos y no cedas devolviéndolos después de unos minutos. Eso sí, nunca quites algo que realmente necesiten, como una comida.

4- Escúchalos. Escuchar es importante. Deja que tu hijo te explique el problema antes de ayudar a resolver el problema. Esté atento a los momentos en que el mal comportamiento tiene un patrón, como los celos por el nacimiento del hermanito o el estrés por llevar semanas encerrado en casa. Habla con tu hijo sobre esto en lugar de solo dar consecuencias.

5- Préstales atención. La herramienta más poderosa para una disciplina efectiva es la atención, para reforzar los buenos comportamientos y desalentar los menos buenos. Recuerda, todos los niños quieren la atención de sus padres y, si no la consiguen por las buenas, lo hacen mediante llamadas de atención.

6- Atrápalos siendo buenos. Los niños necesitan saber cuándo hacen algo malo y cuándo hacen algo bueno. Observa el buen comportamiento y anótalo, alabando el éxito y los buenos intentos. Sé específico (por ejemplo, "¡Hala, lo has hecho muy bien guardando ese juguete!").

7- Aprende cuándo no responder. Mientras tu hijo no esté haciendo algo peligroso y reciba mucha atención por su buen comportamiento, ignorar el mal comportamiento puede ser una forma efectiva de detenerlo. Ignorar el mal comportamiento también puede enseñar a los niños las consecuencias naturales de sus acciones. Por ejemplo, si tu hijo deja caer sus galletas a propósito, pronto no le quedarán más galletas para comer. Si arroja y rompe su juguete, no podrá jugar con él. No pasará mucho tiempo antes de que aprenda a no dejar caer sus galletas y jugar con cuidado con sus juguetes.

8- Prepárate para los problemas. Hay ciertas situaciones que sabes de antemano que pueden acabar en un conflicto, así que prepárate para ellas e intenta evitar en la medida de lo posible el conflicto (por ejemplo, no dejando que llegue con mucho sueño al final del día, ya que el cansancio y el sueño hacen que se porten peor).

9- Redirige el mal comportamiento. A veces los niños se portan mal porque están aburridos. Proponle actividades divertidas y, si es posible, juntos, ya que los niños siempre quieren estar con sus padres.

10- Un tiempo de espera. Un tiempo de espera puede ser especialmente útil cuando se rompe una regla específica. Esta herramienta de disciplina funciona mejor al advertir a los niños que tendrán un tiempo de espera si no paran esa conducta, recordándoles lo que hicieron mal en la menor cantidad de palabras posible y con la menor emoción posible, y eliminándolos de la situación por un momento. Período de tiempo establecido (1 minuto por año de edad es una buena regla general). Con niños que tienen al menos 3 años de edad, puedes dejar que ellos señalen su propio tiempo de espera en lugar de programar un reloj. Simplemente puedes decir: "Tómate el tiempo que necesites para calmarte y vuelves a hablarme cuando estés listo". Esta estrategia, que puede ayudar al niño a aprender y practicar habilidades de autogestión, también funciona bien para niños mayores y adolescentes.


¿Por qué los golpes y gritos no son buenos?

La investigación muestra que los cachetes, las bofetadas y otras formas de castigo físico no funcionan bien para corregir el comportamiento de un niño. Lo mismo es válido para gritar o avergonzar a un niño. Más allá de ser ineficaz, los castigos físicos y verbales severos también pueden dañar la salud física y mental a largo plazo de un niño.

El ciclo poco saludable de las nalgadas. La AAP informa que los padres y cuidadores no deben azotar ni pegar a los niños. En lugar de enseñar responsabilidad y autocontrol, los cachetes y tortazos en el culo a menudo aumentan la agresión y la ira en los niños. Un estudio de niños nacidos en 20 grandes ciudades de EE UU descubrió que las familias que usaban el castigo físico quedaron atrapadas en un ciclo negativo: cuanto más pegaban a los niños, peor se portaban, lo que provocaba más azotes en respuesta. Los efectos de las nalgadas también se pueden sentir más allá de la relación padre-hijo porque enseña que causar dolor a alguien está bien si estás frustrado, incluso con aquellos que amas. Los niños que son azotados pueden ser más propensos a golpear a otros cuando no obtienen lo que quieren, incluso a sus parejas e hijos al crecer.

Además, el castigo físico aumenta el riesgo de lesiones, especialmente en niños menores de 18 meses de edad, y puede dejar otras marcas medibles en el cerebro y el cuerpo. Los niños que son azotados muestran niveles más altos de hormonas vinculadas al estrés tóxico. El castigo físico también puede afectar el desarrollo del cerebro. Un estudio encontró que los adultos jóvenes que fueron azotados repetidamente tenían menos materia gris, la parte del cerebro involucrada con el autocontrol, y obtuvieron un rendimiento más bajo en las pruebas de coeficiente intelectual como adultos jóvenes que el grupo de control.

También se ha encontrado que gritar a los niños y usar palabras para causar dolor emocional o vergüenza es ineficaz y dañino. La disciplina verbal severa, incluso por parte de padres que de otra manera son cálidos y amorosos, puede conducir a más problemas de mala conducta y problemas de salud mental en los niños, como la depresión.


Aprenda de los errores, incluidos los vuestros

Recuerda que, como padre, puedes darte un descanso si se sientes que estás fuera de control. Solo asegúrate de que tu hijo está en un lugar seguro y luego tómate unos minutos para respirar profundamente, relajarse o llamar a un amigo. Cuando te sientas mejor y e te haya pasado el momento de ira, regresa con tu hijo, abrázalo y empieza de nuevo.

Si no manejas bien una situación la primera vez, no te preocupes por ello. Piensa en lo que podrías haber hecho de manera diferente e intenta hacerlo la próxima vez. Si sientes que has cometido un error, discúlpate con tu hijo y explícale cómo manejarás la situación en el futuro. Asegúrate de cumplir tu promesa. Esto le da a tu hijo un buen modelo de cómo afrontar los errores y pedir perdón, una enseñanza que también es muy importante.


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