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¿Por qué hay que decir a los niños hasta 5 veces las cosas para que hagan caso?

¿Por qué hay que decir a los niños hasta 5 veces las cosas para que hagan caso?

¿Cuántas veces tienes que repetir las cosas a tus hijos para que te hagan caso? ¿Por qué los niños no pueden obedecer a la primera? ¿Cuántas veces le has dicho a tu hijo hasta 5 veces que fuera a bañarse y, ya cansado, le has llevado tú mismo en volandas? ¿Es posible conseguir que hagan caso antes?

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Índice

 

Esta es una pregunta que se hacen muchos padres: ¿Por qué los niños no hacen lo que decimos a la primera? Y hay una buena respuesta. Varias, de hecho. Te contamos cuáles son sus razones y cómo solucionarlo:


1. No tienen las mismas prioridades

Reconozcámoslo, para un niño, el baño no es tan importante como para nosotros. Y jugar, ver la tele o pintar es mucho más divertido que ir al baño. Puede que no te parezca importante, pero el juego de un niño es su trabajo, así es como aprenden. Y, de hecho, si te paras a pensarlo, es bueno que tu hijo se divierta solo jugando y no necesite que lo entretengas.

¿Qué hacer al respecto?

Primero, conecta con tu hijo preguntándole qué está haciendo y reconociendo sus prioridades: “¡Hala! ¡Qué torre tan alta estás haciendo! ¿Hasta dónde vas a llegar?”. Luego, dile que le faltan 5 minutos de juego para ir al baño. Incluso dela la opción de elegir el tiempo (dentro de un límite): “Es hora de bañarse. ¿Quieres bañarte ahora o en cinco minutos? De acuerdo, ¿cinco minutos entonces? ¡Trato hecho!”.

Verás cómo esta forma funciona mucho mejor al avisar al niño de lo que viene ahora y permitirle jugar un rato más. Es muy útil también para conseguir irse del parque.


2- Les hemos acostumbrado a no prestar atención hasta que llegan los gritos y amenazas

Tu hijo no es tonto. Sabe que puede conseguir tiempo extra antes del baño si simplemente te ignora. Eso no le hace malo, solo humano. Y sabe que puede seguir jugando hasta que lleguen los gritos, así que, simplemente, espera hasta que llegue ese momento.

¿Qué hacer al respecto?

En lugar de gritar desde el otro lado de la casa, acércate a tu hijo y tócalo. Pregúntale sobre lo que está haciendo para que vea que le haces caso y luego dile: “Perdona, pero tengo que decirte una cosa”. 

Espera hasta que te mire a los ojos. Si está mirando una pantalla, avísale de que lo vas a parar, pero no lo hagas hasta que te mire para que vea que hablas en serio. Pídele que te repita lo que le has dicho para cerciorarte de que te ha escuchado. Luego déjale seguir el tiempo acordado y, una vez acabe, recuérdale el trato hecho.


3- Necesitan nuestra ayuda para hacer la transición

Cuando estás absorto en tu ordenador, ¿no te resulta difícil alejarte para atender a un niño quejumbroso o los requerimientos de un compañero de trabajo? Los niños experimentan nuestras repetidas advertencias de la misma manera que nosotros experimentamos sus quejidos, lo que significa que intentan desconectarse para dejar de oírnos.

¿Qué hacer al respecto?

Dale una advertencia. Déjale 5 minutos y, cuando regreses, conecta de nuevo con él preguntando otra vez por lo que está haciendo. Recuérdale el trato (que ya han pasado los 5 minutos), y luego crea un puente que lo ayude a ir al baño diciendo: "¿Quieres que los coches salten de la pista y corran hasta el baño? Aquí, coge tú uno y yo el otro, vamos a hacer una carrera a ver quién llega antes”.


4- Su corteza frontal todavía se está desarrollando

La corteza frontal de su cerebro todavía está desarrollando la capacidad de cambiar de actividad de lo que quiere a lo que tú quieres. Cada vez que estableces un límite que requiere que tu hijo renuncie a lo que quiere hacer para hacer lo que tú quieres, tiene que tomar una decisión. Cuando decide que su relación contigo es más importante que lo que le apetece hacer, te hará caso. Esa decisión fortalece las vías neuronales de su cerebro que le ayudan a redirigirse hacia una meta más alta. Así es como los niños desarrollan la autodisciplina.

Pero esto solo funciona si tu hijo acepta de buena gana. Si la llevas al baño a rastras pateando y gritando, se resistirá, en lugar de elegir. De esa manera, no está construyendo esos caminos neuronales de autodisciplina.

¿Qué hacer al respecto

Establece límites con empatía para que quiera cooperar de buena gana y ayudes a su cerebro a desarrollar esos caminos de autodisciplina. Ponte en su lugar e intenta ver las cosas cómo él las ve. 


5- No se sienten escuchados, sino obligados

No podemos hacer que los niños obedezcan a la primera y sin rechistar, a menos que estemos dispuestos a gritarlos a todas horas, lastimando la relación con ellos. Tienen que querer cooperar. Afortunadamente, nuestros hijos generalmente nos dan el beneficio de la duda y siguen nuestras reglas, siempre y cuando se sientan escuchados y tengan al menos un poco de control o elección.

¿Qué hacer al respecto?

Hazle siempre caso. Escúchale y pregúntale por qué no quiere hacer algo (por qué no quiere ir al baño o por qué no quiere ir en ese momento). Intenta entender lo que pasa por su mente para buscar la mejor solución. Explícale además por qué debe hacer eso que le estás pidiendo (por ejemplo, bañarse es necesario para evitar la suciedad y las enfermedades).

 A veces, escuchar su punto de vista puede incluso convencerlo de comprometerse o cambiar su posición.


6- Se sienten desconectados de nosotros

Cuando los niños no siguen nuestro ejemplo, a menudo es porque se sienten desconectados de nosotros. ¿Por qué puede pasar esto? Porque habéis estado separados todo el día. O porque has perdido los estribos con él esta mañana. O está enfadado contigo porque siempre tienes al bebé en brazos. O confía en los tiempos de espera y las consecuencias para la disciplina, en lugar de la conexión. O tal vez solo porque es una persona pequeña en un mundo grande, y eso da miedo, y todos esos sentimientos de miedo son empujados hacia adentro, donde bloquean la capacidad del niño para conectarse amorosamente y hacer caso.

¿Qué hacer al respecto?

Construye cada día la conexión emocional con tu hijo empatizando con él y con sus experiencias. Prepárate para que surjan sentimientos de malestar una vez que tu hijo sienta esa conexión cálida con más fuerza y ​​ten paciencia durante las crisis. Después de que haya tenido la oportunidad de "mostrarte" lo que le molesta, se sentirá reconectado y más cooperativo.


7- Se han dado por vencidos con nosotros

Los niños, naturalmente, buscan a sus padres para que los cuiden y los guíen. Si están convencidos de que estamos de su lado, quieren complacernos. Por lo tanto, si tu hijo es desafiante, es una señal de alerta que vuestra relación necesita fortalecerse.

¿Qué hacer al respecto?

Dedica media hora al día solo para cada uno de tus hijos. Esto parece tan simple que la mayoría de los padres subestiman el impacto. Pero un tiempo especial fortalece la relación padre-hijo, lo que siempre ayuda a los niños a querer cooperar más. La risa también te une con tu hijo, así que intentad reíros juntos todos los días y jugar.


8- Son humanos

Todos los humanos resisten el control, y los niños no son diferentes. Cuanto más se sienten "empujados", más rebeldes se vuelven y los más complacientes pierden la iniciativa y la capacidad de defenderse.

¿Qué hacer al respecto?

Elige tus batallas. Asegúrate de que tu hijo sepa que tú estás siempre de su lado y que tiene opciones. Educa a tu hijo en lugar de controlarlo. Escúchalo y ayúdale a pensar por sí mismo y defender lo que es correcto.

"La moral es hacer lo correcto sin importar lo que se te diga. La obediencia es hacer lo que se te dice sin importar lo que sea correcto".

¿Establecer límites empáticos suena más trabajoso? Lo es, al principio. Sin duda, sería más fácil si los niños cumplieran de inmediato con todas nuestras directivas. Pero la buena noticia es que seguir estas prácticas de manera consistente no solo cría a un niño autodisciplinado, sino que cría a un niño que sabe que lo cumplirás, por lo que no necesita que se le pida cinco veces que haga algo. Lo que hace que sea mucho más fácil meterlo en la bañera.


Fuente:

Markham, Laura (2011), Peaceful Parent, Happy Kids: How to Stop Yelling and Start Connecting

Fecha de actualización: 26-05-2021

Redacción: Irene García

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