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Conducta antisocial en niños y adolescentes

Conducta antisocial en niños y adolescentes

Lamentablemente, cada vez son más comunes las conductas antisociales entre los niños y los adolescentes, lo que nos hace temer por una sociedad cada vez más peligrosa, violenta y desordenada. Por eso, es importante detectar cuanto antes este tipo de conductas, como comportamientos agresivos repetitivos, quebrantamiento de las normas, robos, y otros más extremos como incendios o vandalismos, para ponerles freno cuanto antes.

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Indice

 

¿Qué es una conducta antisocial?

Se entiende por conducta antisocial un amplio catálogo de conductas generalmente violentas y oposicionistas que se consideran perjudiciales o peligrosas para la sociedad y que pueden ir desde la simple rebeldía o desobediencia continua de las normas, hasta comportamientos agresivos, manifestaciones continuadas de rabia, etc. En general, se entiende por conducta antisocial cualquier comportamiento que viole las normas sociales o los derechos de las personas, atentando tanto contra los espacios públicos o privados (robo, vandalismo) como contra las personas (agresiones, secuestros, robos, palizas o asesinatos).

Por supuesto, no es lo mismo hablar de pintar en una pared que de matar a alguien, por eso al hablar de conducta antisocial hay que tener en cuenta que engloba un número muy amplio de actividades que pueden ser más o menos graves y que, en general, están penadas por la ley.

Y, aunque parezca que cada vez son más habituales, los datos indican que tan solo un 9% de hombres y un 2% de mujeres en edad prepuberal presentan, en algún momento, conducta antisocial, aunque estas conductas son generalizadas en poblaciones marginales.


¿Cómo saber si mi hijo es antisocial?

Los niños que tienen una conducta antisocial suelen infringir las normas (tanto las de casa como las del colegio), presentan comportamientos agresivos, hiperactividad, no aceptan las reglas sociales de comportamiento, tienen fracaso y absentismo escolar, les cuesta relacionarse con los demás, no saben resolver sus problemas sin recurrir a la violencia, mienten, roban, se pelean, no muestran empatía ni consideración hacia los demás y pueden acabar cometiendo actos de extrema gravedad como agresiones sexuales o asesinatos.

El problema es este tipo de conductas no solo son dañinas para la sociedad, sino también para el niño ya que suelen agravarse a medida que este crece, lo que deriva normalmente en problemas con la justicia, desarrollo de enfermedades mentales graves e incluso una muerte prematura y violenta.


Causas de la conducta antisocial

No existen unas causas concretas que potencien este tipo de comportamiento, sino más bien una serie de factores de riesgo que pueden favorecer su aparición. Entre los factores principales encontramos:

1- Factores familiares: suelen ser niños que pertenecen a familias marginales y con problemas (abusos, maltrato) donde predomina la inestabilidad y la falta de afecto. Determinadas experiencias también pueden conducir a este tipo de conductas, como la separación de los padres. Tener unos padres adictos al alcohol o las drogas o con enfermedades mentales graves también puede conducir a este tipo de comportamientos, sobre todo si los padres también presentan una conducta antisocial. En general, son niños que han sido objeto de abusos y maltrato por parte de sus cuidadores y que se han criado en ambientes cargados de odio e ira.

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2- Factores económicos: la pobreza extrema y unas condiciones inadecuadas de la vivienda también pueden desencadenar estos problemas.

3- Factores individuales: la propia personalidad del niño, la impulsividad y los problemas de atención, la dificultad para adaptarse a los cambios, la falta de habilidades para resolver problemas, la carencia de habilidades sociocognitivas o los problemas escolares pueden conducir también a estas conductas.

4- Factores educativos: padres muy jóvenes, con escasas habilidades educativas, o estilos educativos muy estrictos y rígidos, en los que no existe la comunicación, también son un factor de riesgo.

5- Factores ambientales: la sociedad, los medios de comunicación, la escuela, los amigos… pueden llevar a realizar conductas agresivas y antisociales.


¿Cómo ayudar a mi hijo si es antisocial?

Algunas conductas de las antes mencionadas, como mentir, robar o infringir las normas, son comunes en todos los niños a ciertas edades, pero siempre dentro de unos límites normales como decir mentirijillas para evitar un castigo, robar una chuche o no hacer caso. Estas conductas van desapareciendo a medida que el niño crece y entiende lo que está bien y lo que está mal, sin ir a mayores. Estas conductas no son antisociales como tal y no deben preocuparnos, aunque sí debemos enseñar a nuestro hijo a cumplir todas las normas.

Cuando hablamos de conductas antisociales nos referimos a comportamientos más graves que se alargan en el tiempo y que hay que atajar cuanto antes.

1- Evitar un estilo educativo tanto permisivo como muy estricto. Los padres deben establecer una serie de normas básicas que se deben respetar y, si el niño no las cumple, debe saber que eso tendrá una serie de consecuencias. Hay que ser firme ante los niños, pero siempre de manera positiva y evitando los golpes, insultos, amenazas, gritos y cualquier otro tipo de conducta violenta en casa.

2- Si el niño vive en un ambiente familiar agresivo o en el que se producen abusos o maltrato por parte de uno de los progenitores, hay que solicitar el divorcio y alejar a ese niño de esa persona. En estos casos, para superar el trauma suele hacer falta la ayuda de un profesional.

3- Una de las técnicas más empeladas para corregir este tipo de comportamientos por parte de los psicólogos son las “técnicas de modificación de conducta", que siempre debe guiar un profesional. También se puede recurrir al entrenamiento de habilidades de resolución de conflictos, potenciar la inteligencia emocional y ayudarle a asimilar de manera adecuada las situaciones conflictivas sin responder a ellas mediante la violencia.

4- Aunque no existe un tratamiento farmacológico para curar las conductas antisociales, sí se pueden emplear fármacos como el haloperidol y el carbonato de litio para controlar las conductas agresivas si el médico lo considera necesario.

5- Si el problema es el entorno familiar, puede ser necesaria la intervención de los servicios sociales para separar el niño de su familia y buscarle un hogar donde la violencia y la agresividad no sean lo habitual.


Fuente: APA. Asociación Psiquiátrica Americana (1994). DSM-IV. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona, España: Masson.

Fecha de actualización: 26-02-2021

Redacción: Irene García

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