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Malos tratos: infancia robada

Malos tratos: infancia robada

No exageramos cuando decimos que el problema del maltrato infantil crece en frecuencia en nuestra sociedad e incluso en nuestro entorno más cercano. Pero lo peor de todo es que no se disponen de datos fiables que nos muestren la dimensión real de esta epidemia. ¿Las razones? No denunciamos lo que debiéramos, no sabemos detectar los signos de riesgo y creemos que estos lamentables episodios ocurren sólo en hogares difíciles, sin ser conscientes de que nosotros mismos realizamos prácticas que perjudican gravemente a nuestros hijos.

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En nuestro país, el 59 % de los padres considera que pegar es imprescindible algunas veces. Además, casi el 50% de los pequeños cree que sus progenitores tienen derecho a usar la violencia con ellos.

El maltrato infantil, es un problema social y de salud de primer orden y está más extendido de lo que podamos creer. “Se habla mucho de violencia doméstica y se identifica con la dirigida a las mujeres, que es gravísima, pero la realidad es que los malos tratos a los niños siguen siendo los grandes ignorados, cuando generalmente, se producen simultáneamente. Cuando hay una mujer maltratada, los hijos también lo están y su desprotección es aún mayor”, asegura el Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid (CAM), Pedro Núñez Morgades. “En otros casos –indica, los niños son víctimas individuales de agresiones de las que conocemos como mucho un 20%.”

La proporción del maltrato infantil es desconocida, ya que la mayoría de los casos no son detectados. La propia naturaleza del problema, el que se produzcan mayoritariamente en la familia, el miedo a la denuncia, el hecho de que la víctima sea un niño, etc. condicionan el conocimiento del número de casos. Diferentes expertos asemejan la situación a la de un iceberg, estimando que los casos detectados serían una pequeña parte de los casos reales.


¿Qué se considera maltrato infantil?

El Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) reconoce que es complejo definir el término. Si bien existe un consenso referente a los grandes Síndromes del Niño Maltratado y las situaciones de alarma social, hay otras circunstancias que no se presentan tan evidentes. Los propios profesionales tienen sus criterios, lo que se traduce en múltiples definiciones.

El concepto de maltrato infantil inicialmente se hizo en referencia al maltrato físico con un predominio de criterios médicos y a la explotación laboral de los niños, para ir evolucionando hacia las definiciones actuales basadas en las necesidades y derechos de los niños.

A partir de los conceptos establecidos por la ONU, el Código Civil y el Centro Internacional de la Infancia de París, el IMMF define maltrato infantil como toda “acción, omisión o trato negligente, no accidental, que prive al niño de sus derechos y su bienestar que amenacen y/o interfieran su ordenado desarrollo físico, psíquico y/o social, cuyos autores pueden ser personas, instituciones o la propia sociedad”.

Por lo tanto el maltrato infantil incluye tanto lo que se hace, como lo que se deja de hacer o lo que se hace de forma inadecuada, ocasionando al niño daño físico, psicológico-emocional y/o social, y cuyos autores pueden ser las personas y las instituciones-administraciones.
 

Maltrato no es sólo pegar

La inmensa mayoría de nosotros reduciríamos a muy pocos los tipos de maltrato, sin ni siquiera plantearnos la posibilidad de que algún comportamiento habitual con nuestros hijos pueda suponer una forma de malos tratos. Los expertos hablan de cuatro tipos de maltrato infantil principalmente: físico, emocional, abandono o negligencia y abuso sexual. Si bien esta somera clasificación de las diferentes manifestaciones de malos tratos sólo implica determinar el problema más relevante que afecta al niño y que determina su detección.

El maltrato físico es probablemente la forma más conocida y aceptada de maltrato y se refiere a toda acción que provoque lesiones físicas, como resultado de una agresión intencional, ya sean golpes, patadas, tirones de pelo, quemaduras, etc. Hablamos también de los daños causados por castigos desmesurados. Los castigos físicos, si exceptuamos el discutido “cachete a tiempo”, son un atentado contra la dignidad del niño que puede causarle irreparables daños emocionales.

Por lo tanto el maltrato emocional, es la forma más extendida. Todas las acciones u omisiones derivan de una manera u otra en este tipo de degradación, y es sin embargo el más tolerado por la sociedad. Los niños son insultados, humillados, menospreciados, amenazados, atemorizados… por unos adultos que deben, por el contrario, fomentar su autoestima y su desarrollo personal. Conductas tales como las burlas, la indiferencia o la ridiculización causan un gran deterioro en el desarrollo emocional, social o intelectual del niño.

Dentro de este tipo de maltrato cabe destacar un trastorno, que aunque recogido en la literatura forense desde hace veinte años, no ha sido reflejado hasta recientemente en los informes de los profesionales. Hablamos del síndrome de Alienación Parental, un trastorno psicológico sufrido por hijos de padres separados, quienes implicándoles en los conflictos de la pareja trasforman la conciencia de éstos para impedir, obstaculizar o destruir los vínculos emocionales que tienen con el otro progenitor.

Encarna Gómez, psicóloga de MACI, entidad colaboradora del IMMF, conoce bien estos casos ya que el propio Instituto ofrece un servicio de Encuentro Familiar donde se facilita a los menores reunirse con sus padres en situaciones de ruptura de la convivencia familiar. “Estos padres utilizan al niño como arma para atacar al ex cónyuge, alegando que el niño no quiere ver a su padre, negándoles el derecho primordial del niño a poder relacionarse con otro progenitor”.

Nuestra sociedad esta viendo como surgen nuevas formas de maltrato. Alicia Cebrián, asistente social de MACI, advierte del crecimiento del número de casos de un nuevo problema, que comienza en la infancia y que si no se ataja a tiempo, puede tener consecuencias muy serias en la adolescencia. Es el síndrome del Emperador. Al pasar del autoritarismo paternal a la permisividad absoluta, los jóvenes han perdido la referencia de lo que está bien y lo que está mal. “Se está dando la vuelta a la tortilla; -sostiene-. Ahora a los Servicios Sociales (SS.SS.) de la CAM, están llegando niños que maltratan a sus padres, y a quienes, incapaces de ponerles límites, no les queda más remedio que dejarlos en la Institución. Estos niños carecen de límites. No los han aprendido y no cabe duda de que nos encontramos ante un nuevo tipo de maltrato.”

Encarna está de acuerdo: “Los padres han de marcar límites para proteger a sus hijos y enseñarles a frustarles, porque no todo se consigue. Con la tolerancia de la frustración crecen aprendiendo que existen muchas cosas que no se pueden hacer porque no están bien”. Los jóvenes que han crecido sin límites durante la infancia han perdido el desarrollo del compromiso moral y del sentimiento de culpa. Esta dificultad para el aprendizaje de los principios morales puede convertirlos en personas violentas y maltratadoras. Y así sucede: “Las denuncias por agresiones a padres están aumentando alarmantemente porque los hijos no se han frustrado desde pequeñitos y no pueden soportar la frustración de adultos. Esto se vuelve contra uno mismo y contra la familia”

Satisfacer las necesidades básicas del niño, ya sea en alimentación, educación, salud, higiene, seguridad, vestido o bienestar, también es tarea y deber de todo padre. Sin embargo cuando no se procuran nos encontramos ante un caso de abandono o negligencia. La falta de respuesta a las expresiones emocionales del niño (llanto, sonrisa...) o a sus intentos de aproximación o interacción, son claros ejemplos de un maltrato por parte de los progenitores o cuidadores, que indudablemente acarreará consecuencias graves.

No es necesario que exista un contacto físico (penetración o tocamientos) para considerar que existe abuso sexual; seducción verbal, solicitud indecente, exposición de órganos sexuales a un niño para obtener gratificación sexual, realización del acto sexual o masturbación en presencia de un menor o pornografía son suficientes. Cualquier clase de placer sexual con un niño por parte de un adulto desde una posición de poder o autoridad, así como la utilización del niño como objeto de estimulación sexual, incluyéndose el incesto, la violación y la vejación sexual, es también e indiscutiblemente una forma de maltrato.
 

 

Prevenir antes que curar

La prevención es el objetivo prioritario de todo programa de actuación, no sólo orientada a evitar la aparición de casos de malos tratos sino también a su detección precoz, para evitar su repetición y futuras secuelas. Para ello los SS.SS consideran los grupos más propensos a este tipo de situaciones, y se anticipan al nacimiento del niño, prestando atención al momento del primer embarazo, puesto que ya existen riesgos que evidencian un futuro maltrato, como embarazos no deseados, intención de aborto, planteamientos de ceder al niño en adopción, pocas consultas médicas durante la gestación, enfermedad mental de los padres, toxicología…

Si bien el maltrato se puede producir en cualquier familia, independientemente de su nivel socioeconómico, según el IMMF, concretamente en la CAM, como gran concentración urbana “convergen problemas y situaciones que pueden generar factores de riesgo, como son los grupos sociales desfavorecidos, las minorías étnicas en situación de desigualdad, las situaciones de pobreza, etc. Las transformaciones de la propia institución familiar, su proceso de adaptación a las formas de vida urbana, el aumento de situaciones de ruptura y desestructuración en las familias… tienen una importante repercusión en las condiciones de vida de los niños.

De este modo, el Defensor del Menor destaca la importancia de que las personas cercanas al niño puedan percibir los síntomas que indican un posible maltrato. “Los niños siempre exteriorizan lo que les ocurre de manera que una observación permanente permite detectarlo”.
 

 

Indicadores de riesgo de maltrato infantil

En la madre y/o padre

- Ausencia de alegría al estar con el niño

 

- Se ignoran las demandas del niño para ser alimentado

- Repulsión de las deposiciones del niño

- Falta de ilusión al ponerle el nombre

- Adicciones (alcoholismo, toxicomanías…)

- Estrés intenso

- Aislamiento social

- Desinterés por el proceso escolar del niño (No recogen al niño en la guardería, no acuden nunca a las reuniones con profesores, etc.)

- Desprecio y ridiculización del niño delante de otras personas

- Etc.

En el niño

- Aspecto descuidado (No va bien vestido de acuerdo a la estación)

- Tiene hambre constantemente

- Se duerme en clase

- Absentismo escolar

- Llanto continuo e irritabilidad inhabitual

- Marcas físicas (quemaduras, hematomas, fracturas, etc.)

- Mirada esquiva

- Se muestra ansioso y expectante, como si algo malo fuera a ocurrir

- Etc.

En la vivienda

- Nivel de habitabilidad deficiente

- Hacinamiento

- Falta de equipamientos culturales, sociales y recreativos

- Falta de adaptación de la vivienda al niño

- Etc.


¿Qué hacer si somos testigos de un maltrato?

“Sin duda denunciar a las Fuerzas de Seguridad o comunicarlo a los SS.SS ante la mínima sospecha, aún a riesgo de equivocarnos”. Así de tajante se muestra Núñez Morgades, haciendo un llamamiento a toda la sociedad, con el fin de “convertirnos en detectores de estas dramáticas circunstancias, desde la perspectiva de que ellos nunca denuncian su situación y la desprotección se incrementa al ser el ámbito doméstico, precisamente en el que deberían sentirse más seguros”. Sin embargo, también considera “paradójico que la intención clara del ciudadano sea denunciar los malos tratos a los niños (según el CIS lo haría el 81%), pero que la realidad indique que sólo aflora entre un 15 y un 20% de los malos tratos a menores”.

Encarna Gómez sabe lo difícil que resulta que la alerta provenga de los vecinos o familiares. “La gente no quiere comprometerse, a todos nos cuesta reconocer que esto está pasando y cuando somos capaces de verlo claramente y queremos actuar, ya es demasiado tarde”. También ella está de acuerdo en denunciar ante el primer indicio: “Denunciar no significa que se vaya a quitar al niño. Puede tratarse de una familia que necesite ayuda y los SS.SS pueden hacerlo. Separar a la familia es lo último que se hace. Antes se investiga lo que está ocurriendo y se actúa en consecuencia”.

Pero éste no es el único problema, el inconveniente muchas veces, según Alicia, es que una vez avisados los SS.SS, la familia “no deja entrar en sus casas, no acepta la intervención de éstos; lo ven como una injerencia en su vida. Consideran a su hijo como una propiedad, con el que pueden hacer lo que quieran porque es suyo. No lo contemplan como lo que es: un sujeto de derechos.”

Ante el mutismo infantil, la frecuente ausencia de cooperación por parte de los agresores y la falta de compromiso de la sociedad, los médicos se convierten la mayoría de las veces en un seguro de vida. Los profesionales sanitarios ocupan una posición privilegiada en la prevención, detección e intervención en casos de maltrato infantil. Si bien, la complejidad de este problema requiere también soluciones complejas que no pueden ser abordadas desde un solo ámbito de actuación, por lo que es necesaria la implicación de todas las instituciones y de los profesionales que atienden desde una u otra perspectiva.


Y después de la denuncia de un caso de maltrato…?

El papel de los SS.SS. en la detección y atención a situaciones de maltrato infantil es fundamental. El actual sistema de protección de menores está desjudicializado y son estos servicios los que por ley tienen las competencias en materia de protección de menores, bien a través de los Servicios Sociales municipales y/o de los de las Comunidades Autónomas, quienes determinarán cómo se aborda la situación desde el aspecto legal, psicológico, familiar, escolar, etc.

En la CAM por ejemplo, existen muchos que viven en centros o residencias. El acogimiento familiar es una alternativa a los centros de protección, para aquellos niños que no puedan vivir con su familia ya sea de una forma temporal o permanente. Con el acogimiento se evita la institucionalización de estos niños y les permite integrarse en un ambiente que les proporcione la seguridad, el afecto y la estabilidad que necesitan para su desarrollo. Actualmente existe también un centro inicial que hace un diagnóstico y valora la situación de la familia de origen y determina cuál es la mejor opción: el acogimiento temporal, el centro de protección de larga institucionalización, acogimiento permanente o la adopción.
 

Las secuelas del maltrato infantil

El maltrato infantil tiene importantes repercusiones en el desarrollo socioemocional del niño y puede provocarle diferentes problemas psicológico-psiquiátricas. “El sentimiento de culpa de los pequeños es muy importante. Piensan que son maltratados porque se lo merecen, que sus padres no les han querido porque ellos mismos han sido malos”, apunta Alicia.

“Otro de los rasgos de los niños maltratados -añade Encarna-, es la baja autoestima que poseen, creen que no son dignos de ser queridos. Incluso los más pequeñitos, que no les ponen palabras pero lo sienten y lo manifiestan con un mal comportamiento. Además creen que si no se portan mal, no se les va a atender y se van a quedar solos”.

En los casos de abandono y no atención de las necesidades primarias, los niños no saben discriminar, no han aprendido que cuando tienen hambre, lloran y se les da de comer. No asocian el llanto a sus necesidades. Así, los niños crecen sin saber querer a otras personas. Encarna es clara: “No se permiten querer a otro porque no han aprendido a querer y por lo tanto no saben qué es querer”.
 

 

¡No te calles! Ellos te necesitan…

Si conoces algún caso de maltrato infantil dirígete a:

- Cualquier juzgado, comisaría o al fiscal de menores, donde será preciso la identificación del denunciante.

- Los Servicios Sociales de tu Comunidad Autónoma o de tu zona y ellos investigarán el caso.

- Las Asociaciones, donde preservas tu identidad y es la asociación la que denuncia.

Instituto Madrileño del Menor y la Familia: 91 580 34 64

MACI – Acogimiento de Menores de la CAM: 91 413 44 97 www.maci-asoc.com

 


Fuentes: Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, MACI, Instituto Madrileño del Menor y la Familia.

Fecha de actualización: 15-05-2020

Redacción: Lola García-Amado

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