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Beneficios de las bifidobacterias en el embarazo y la salud del bebé

Beneficios de las bifidobacterias en el embarazo y la salud del bebé

Nuestro organismo está habitado por billones de microorganismos que nos ayudan a mantener la salud siempre que estén en equilibrio. Entre ellos se encuentran las bifidobacterias que van variando a lo largo de nuestra vida marcadas por la alimentación de nuestra madre en el embarazo, el tipo de parto, la alimentación en los primeros años de vida… Es importante saber cómo mejorarlas para tener una mejor salud.

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Índice

 

¿Qué son las bifidobacterias?

Nuestro cuerpo está habitado por billones de microorganismos que, cuando están en equilibrio, nos ayudan a mantener un buen estado de salud. Todos ellos forman nuestra microbiota. La parte más estudiada de la microbiota es aquella formada por las bacterias, pero encontramos también virus, arqueas, hongos y protozoos.

Las bifidobacterias son uno de los géneros bacterianos que realizan funciones beneficiosas dentro de la microbiota. Se describieron por primera vez en el año 1899, cuando fueron aisladas de las heces de niños alimentados con lactancia materna con el objetivo de administrarlas a bebés que tenían diarrea. Recibieron este nombre por su inusual forma bífida que recuerda a una Y.

Se trata de microorganismos anaerobios, es decir, no pueden crecer en presencia de oxígeno. Por eso se encuentran fundamentalmente en el intestino (flora intestinal), pero también en la boca o formando parte de la leche materna.
 

Funciones de las bifidobacterias

- Tienen capacidad de modulación del sistema inmune, promueven la integridad de la barrera intestinal y nos defienden frente a patógenos.

- Ayudan en la digestión de ciertos alimentos que nuestra maquinaria digestiva no es capaz de procesar y producen sustancias beneficiosas, como algunas vitamina del grupo B.

- Protegen frente a la exposición a genotóxicos, sustancias que producen daño en el ADN y tienen capacidad de detoxificación.

- Producen ácidos grasos de cadena corta que tienen un impacto positivo en la salud intestinal y extraintestinal. Entre otras acciones, estimulan la motilidad y mejoran el tránsito intestinal.
 

¿Cómo varían las bifidobacterias a lo largo de la vida?

La abundancia de bifidobacterias va a cambiar a lo largo de la vida.

- Embarazo: el embarazo se acompaña de una serie de modificaciones de la microbiota intestinal, que se asocian además con cambios en perfiles de la microbiota oral, cutánea y vaginal, entre otras. Destaca el incremento de la abundancia relativa de bifidobacterias. Así lo demuestran los estudios realizados en mujeres embarazadas, donde se analizaron las diferencias en la mcirobiota entre el primer y el tercer trimestre, con un aumento destacable de las bifidobacterias. Esto se debe en gran parte a la progesterona, la principal hormona en el proceso de gestación, que modifica profundamente la microbiota de forma directa.

Además, durante el embarazo existen otros cambios sobre la microbiota similares a los observados en pacientes con síndrome metabólico, como el aumento de proteobacterias. Este proceso se da para favorecer la ganancia de peso, además de proveer correctamente al feto de recursos energéticos. Las bifidobacterias tienen un efecto beneficioso sobre la salud metabólica de la madre, ya que, ante una dieta hipercalórica, regulan la ganancia de peso en forma de grasa, pero también mejora la respuesta a la insulina y optimizan la función del sistema inmune, que ayuda a controlar la inflamación de bajo grado.

La correcta función deis sistema inmunitario de la madre y del bebé también se asocia a la abundancia de las bifidobacterias. Estas interactúan con las células inmunitarias, regulando tanto la respuesta innata como la adaptativa. Además, se ha visto que protegen frente a posibles infecciones, no solo en el tracto gastrointestinal, sino también en el respiratorio y urinario.

El aumento de bifidobacterias en el tercer trimestre del embarazo podría corresponder a un proceso evolutivo, donde el organismo se prepara para el parto.

La microbiota vaginal, por su parte, sigue un patrón concreto a lo largo del embarazo. Si bien este ecosistema siempre suele estar dominado por lactobacilos, en esta etapa se vuelve todavía más homogéneo. Los Lactobacillus predominan a partir del segundo trimestre, que serán transmitidos al bebé durante el parto vaginal. Se ha observado que las carencias en este género de bacterias se relacionan con un parto prematuro.

La microbiota oral también es fundamental en el embarazo. Las embarazada con periodontitis, donde tiene lugar un incremento de bacterias patógenas, muestran un mayor riesgo de tener complicaciones como un parto pretérmino o que el bebé presente bajo peso al nacer.

- El parto: aún no se ha demostrado una colonización intraútero a través de la placenta, pero sí se ha confirmado que el tipo de parto influye de forma decisiva en qué microorganismos serán los que configuren la microbiota del niño durante los años siguientes.

Durante el parto vaginal hay una abundante transmisión de bifidobacterias y lactobacilos, donde Bifidobacterium longum es la especie más representativa.

En el primer día de vida son abundantes otras especies aerobias facultativas, ya que el tracto gastrointestinal es todavía rico en oxígeno.

Posteriormente, gracias a la lactancia materna, habría un predominio de las bifidobacterias, que pueden suponer hasta el 90% de la microbiota total del bebé.

Tras haber realizado comparativas entre bebés nacidos por parto vaginal y por cesárea, se ha podido concluir que los bebés nacidos por cesárea tienen significativamente menos bifidobacetrias, incluso tras el paso de varios meses, por lo que el desarrollo de la microbiota intestinal y de la salud general se verán comprometidos. El uso de antibióticos en el periparto contribuye todavía más a este déficit de bifidobacterias.

- Lactancia materna: la leche materna está compuesta por macro y micronutrientes, diversos compuestos bioactivos y tiene su propia microbiota. Contiene más de 700 especies de microorganismos distintas. Los bebés amamantados se estima que ingieren diariamente cientos de miles de bacterias gracias a esta alimentación.

En un primer momento se pensó que los microorganismos aislados en la leche materna provenían de la piel de la madre, pero como se han encontrado bacterias anaerobias y estas no pueden sobrevivir en la piel, se planteó que debían existir otras fuentes que conformarían la microbiota de la leche materna.

Se ha propuesto una ruta intestino-mamaria o ruta enteromamaria donde ciertas bacterias del tracto intestinal de la madre son transferidas a la leche.

Se ha demostrado que los bebés alimentados con lactancia materna tienen menor riesgo de desarrollar dermatitis atópica. Este tipo de alimentación también tiene un efecto protector frente a alergias, enfermedades inflamatorias intestinales, obesidad o algunas patologías autoinmunes.

Los niños que son alimentados con leche de fórmula tienen un perfil de microbiota distinto a los que reciben leche materna. Tienen menor abundancia de bifidobacterias, mientras que presentan una mayor proporción de Escherichia coli o Clostridium. En estos casos, el aporte de cepas específicas de bifidobacterias podría ser de utilidad para mejorar la configuración de la microbiota de estos niños.

- Introducción de la alimentación complementaria: en torno a los 6 meses comienza la introducción de la alimentación complementaria, donde se introducen diferentes verduras, frutas y nuevas fuentes de proteína, por lo que la microbiota va a adaptarse a estos cambios. Lo que se observa es un incremento en la diversidad microbiana, con un aumento de la abundancia de microorganismos capaces de degradar la fibra, el almidón y otros componentes de estos nuevos alimentos.

También en esta etapa de la vida las bifidobacterias van a tener un papel importante. Forman parte, junto a algún otro género bacteriano, de esos primeros fermentadores de alimentos prebióticos como el almidón resistente o la insulina. Dan lugar a productos intermedios útiles para formar ácido butírico, fundamental para nuestra salud. El ácido butírico tiene acción antiinflamatoria, estimula la producción de mucina que protege el epitelio intestinal y mejora la función barrera del intestino. Además, tiene capacidad de modular el sistema inmune y de influir sobre el eje intestino-cerebro.

Por lo tanto, es necesario dar al niño un alimentación rica en prebióticos, con variedad de frutas, verduras, setas, que además incluya alguna proteína de calidad.

Los alimentos ricos en fibra prebiótica son aquellos que contienen carbohidratos accesibles a la microbiota (MAC´s). Aunque existen distintos tipos, puede decirse que son un tipo de polisacáridos de los que se nutre la microbiota. Incluir variedad de fibra a través de distintas hortalizas, frutas y otros alimentos vegetales integrales en las comidas ayuda a que la microbiota sea más diversa.
 

Beneficios de la microbiota en el sistema inmune y el nervioso

Durante los primeros 1.000 de vida tiene lugar el desarrollo de una microbiota madura. En torno a los 2-3 años de edad la microbiota alcanzará una mayor diversidad y esterilidad, de moro que resiste mejor los posibles ataques (antibióticos, patógenos, etc.). En paralelo al desarrollo de la microbiota madura lo hace también el sistema inmune y nervioso de los niños.

Bacterias beneficiosas para el sistema inmune

El contacto con las bacterias comensales sirve de entrenamiento a nuestra “maquinaria de defensa”. Es decir, le ayuda al sistema inmune a diferenciar aquello que es ajeno y hay que eliminar, de las estructuras que tuene que tolerar. Tanto es así, que una microbiota desequilibrada va a afectar a esta programación del sistema inmune y predispone a padecer distintas patologías, desde alergias a trastornos inmunitarios.

En este sentido, se ha visto cómo varias especies de Bifidobacterium que forman parte de la microbiota de niños sanos, inducen una mejor respuesta del sistema inmune y favorecen un ambiente antiinflamatorio. Diversos trabajos han demostrado la capacidad de distintas especies de bifidobacterias de prevenir o reducir la severidad de alergias alimentarias, la dermatitis atópica, la rinitis alérgica o el asma.
 

La microbiota, clave en el neurodesarrollo

La maduración de la microbiota también coexiste con procesos clave del neurodesarrollo en niños, como la formación de sinapsis neuronales o la maduración de la microglía. De hecho, el 75% del cerebro se desarrolla en esta primera etapa.

Se sabe que la microbiota intestinal equilibrada modula la producción de neurotransmisores y favorece la integridad de la barrera hematoencefálica. Por tanto, el periodo posnatal representa una ventana de tiempo crítica para las interacciones entre la microbiota, el intestino y el cerebro.

La eubiosis o microbiota en equilibrio ayuda al correcto neurodesarrollo y la función neurotípica. Mientras que la disbiosis o microbiota en desequilibrio puede causar trastornos del neurodesarrollo y causar alteración del aprendizaje y la conducta.
 

Otras consecuencias de la disbiosis

Además de afectar al neurodesarrollo, una carencia de bifidobacterias puede tener otras consecuencias para la salud de los niños:

- Enterocolitis necrotizante (ECN): la enterocolitis necrotizante y la sepsis tardía se asocian con niveles bajos de bifidobacterias. Además, los bebés prematuros tiene menos bifidobacterias que los niños nacidos a término.

- Eccema y dermatitis: la microbiota juega un papel esencial en la maduración y respuesta inmunológica. Estas condiciones dermatológicas inflamatorias son las más comunes en la infancia e indican un probable desarrollo de alergia, asma y/o rinitis posterior. Niveles más altos de bifidobacterias en niños han demostrado proteger frente a estas patologías.

- Asma: es una de las patologías crónicas más comunes en el mundo, asociada a ambientes de extrema limpieza, falta de lactancia materna y uso de fármacos, que condiciona la microbiota desde edades tempranas. Una dieta rica en carbohidratos accesibles a la microbiota favorece el aumento de los niveles de bifidobacterias, ayudando a prevenir y mejorar la sintomatología asmática.

- Alergias alimentarias: su incidencia ha aumentado en las últimas décadas, es estima que está en torno al 7%. Una microbiota menos diversa, junto a una disbiosis donde exista una mayor crecimiento de patógenos es característico de niños alérgicos. Se ha demostrado que las bifidobacterias modulan la composición de la microbiota hacia un patrón antialérgénico. La administración de bifidobacterias ha mostrado gran utilidad en el abordaje de estas alergias, especialmente en niños alimentados con leche de fórmula.

- Diabetes mellitus tipo 1: los pacientes con esta enfermedad tienen una microbiota menos diversa. Niveles mayores de bifidobacterias se han mostrado protectores ante el desarrollo de la diabetes.

- Obesidad: predispone además al desarrollo de patologías metabólicas, como la diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer, riesgo cardiovascular, entre otras. La microbiota intestinal regula la ganancia de peso por diversos mecanismos: regula la sensación de saciedad, el nivel de actividad física o la capacidad de extraer más energía calórica de los alimentos. En niños con un peso saludable, la abundancia de bifidobacterias es mayor respecto a los niños con sobrepeso.

- Enfermedades intestinales: patologías como el síndrome de intestino irritable o la enfermedad de Crohn tienen una relación directa con la microbiota. Se ha descrito una disminución de bifidobacterias en estos niños, aumentando los niveles de patógenos como ciertas enterobacterias.

- Patologías neuropsiquiátricas y trastornos del neurodesarrollo: pese a la enorme complejidad que albergan, ha podido evidenciarse que la microbiota produce cambios fisiológicos en el cerebro. Una disbiosis puede afectar al comportamiento, aprendizaje, memoria, desarrollo y función cognitiva de los niños. También predispone a padecer enfermedades como la esquizofrenia, neurodegeneración o trastornos ansiosodepresivos.

Existe una disbiosis en niños con trastornos del neurodesarrollo, como los trastornos del espectro autista o el TDAH, que cuentan con un nivel más bajo de bifidobacterias.
 

Microbioterapia para regular la microbiota

Además de cuidar la alimentación, existen una serie de fármacos y sustancias manipuladas que pueden ayudar a regular la microbiota.

1. Fármacos. En el caso de una infección bacteriana, los antibióticos son necesarios. No obstante, las resistencias y los efectos secundarios de muchos fármacos pueden causar problemas a largo plazo. Algunos de ellos son limitar la capacidad de digerir ciertos alimentos, producir vitaminas y absorber nutrientes, o la predisposición a padecer obesidad, diabetes, asma e infecciones. Por ello, es necesario el uso responsable de fármacos.

2. Prebióticos. Tienen capacidad de estimular de forma selectiva el crecimiento y la actividad de uno o más géneros de la microbiota. La lactancia materna y una dieta rica en carbohidratos accesibles a la microbiota han demostrado aumentar la cantidad de bifidobacterias.

3. Probióticos. Son microorganismos vivos que, en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del hospedador. Junto con la dieta, son la forma más común de modificar la microbiota.

Actualmente el uso de los probióticos está bastante extendido y, aunque existen múltiples opciones en el mercado, la evidencia científica actual hace hincapié en la importancia de elegir una formulación con cepas específicas, que puedan asegurarnos el efecto deseado por una verdadera microbioterapia personalizada.

Por otro lado, deben ser probióticos de origen humano, ya que estas cepas tienen la capacidad de adherirse al epitelio intestinal (autóctonas), siendo las de origen animal especies transitorias (alóctonas).

La IV generación ha permitido la selección de cepas probióticas altamente resistentes, garantizando la viabilidad a lo largo del aparato digestivo. Estos probióticos de IV generación tienen acción beneficiosa, resisten al pH bajo, llegan vivos y persisten activos en el intestino humano y son de origen intestinal, seguros y sin efectos secundarios.


Fuente:

Bifidobacterias. Programando la salud futura a través de la microbiota. Nutribiótica.

Fecha de actualización: 24-01-2022

Redacción: Irene García

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