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¿Qué puede comer un niño operado de amígdalas y adenoides?

¿Qué puede comer un niño operado de amígdalas y adenoides?

La postoperación de amígdalas o adenoides suele ser un proceso delicado y que requiere de mucho cuidado, especialmente si el paciente es un niño. Sobre todo, habrá que prestar especial atención a la comida durante esos días al situarse la herida de la extirpación justo en la entrada de alimentos en el cuerpo del pequeño.

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¿Por qué se operan las amígdalas y los adenoides?

Las amígdalas y los adenoides son masas de tejido que se parecen a los nudos linfáticos o las glándulas del cuello, de la ingle o de las axilas. Pero existen diferencias: mientras que las amígdalas son las dos masas a los lados de la parte posterior de la garganta –justo en la entrada de la lengua –, los adenoides se encuentran en la parte superior de esta, justo detrás de la nariz y el techo de la boca (paladar blando). Estos últimos, al estar más escondidos, son casi imposibles de ver sin instrumentos especiales.

Las amígdalas y los adenoides están cerca de la entrada de la vía respiratoria. Su función principal es combatir los gérmenes que causan las infecciones, justo cuando entran por la boca o por la nariz. Por tanto, forman parte del sistema inmunológico de nuestro cuerpo y ayudan a eliminar los gérmenes infecciosos que invaden nuestro sistema. Como táctica de sanación actúan desarrollando anticuerpos contra ellos, tal y como hacen las vacunas. Pero a veces no funcionan como es debido y acaban infectándose ellas mismas. Después de reiteradas infecciones, las amígdalas y los adenoides tenderán a aumentar de tamaño y dificultarán la respiración. La hinchazón afectará irremediablemente a las vías que conectan los oídos medios con la parte posterior de la nariz.

La función inmunológica del sistema se potencia aún más en los niños durante sus primeros años de vida, ya que aún necesitan desarrollar su sistema de defensa como es debido. Por esta misma condición, los infantes son más vulnerables a las infecciones y muchos de ellos acabarán en cirugía para extirpar las amígdalas o los adenoides. Los niños operados, a pesar de lo que se cree, parece que no sufren grandes disminuciones de la inmunidad.

Cuando el médico decida que tu hijo debe ser operado, te dirigirá a un otorrinolaringólogo o cirujano de cabeza y cuello que le realizará la operación. Antes, durante y después de la operación el niño deberá cambiar de alimentación debido a que las amígdalas y los adenoides comparten la misma vía por la que entran los alimentos. Antes de la operación, la dieta empezará a cambiar: el niño deberá dejar de comer y beber varias horas antes de la cirugía, siempre y cuando el médico o la enfermera se lo detallen explícitamente.

Después de la operación, que generalmente durará en torno a los 45 - 60 minutos, se le empezará a suministrar analgésicos en forma de líquido. Aunque puede ocurrir que no pueda ingerirlo, por lo que se pasará al ‘plan b’: los supositorios.
 

Las comidas en el postoperatorio

La comida en el postoperatorio puede ser variada, pero debemos tener unas consideraciones especiales para esos primeros días:

- Beber: La hidratación es la clave para que sane lo más limpio y rápido posible, por lo que, aunque le duela, deberá beber grandes cantidades de líquido (por lo menos 4 vasos de líquido por día durante los primeros días después de la operación). El agua es una buena opción, así como las bebidas deportivas que contienen electrolitos. Si siente la necesidad de beber un refresco, elije un refresco sin gas o zumos naturales que no contengan cítricos. Otros alimentos líquidos o semi-líquidos como el yogur o la gelatina no sólo están permitidos, sino que se recomiendan especialmente.

En cuanto a la temperatura de las bebidas, ni frías ni calientes, templadas. Los líquidos demasiado calientes o muy fríos no sientan bien en la garganta. Se recomienda que antes que calientes tiendan a fríos. Por lo que será muy buena idea mantenerlos a temperatura ambiente si el lugar es fresco y seco.

- Comer: Cuando pueda volver a ingerir alimentos sin vomitar, empezará a ingerir alimentos blandos como fideos, huevos y yogur. Se recomienda alimentos suaves y blandos como la gelatina, la compota de manzana, las sopas, los huevos revueltos... Conforme pase el tiempo, podrás ir introduciendo alimentos más consistentes como macarrones– eso sí, extra cocidos –, o purés.

- Alimentos prohibidos: Por razones obvias quedan prohibidos alimentos duros o crujientes como tostadas, masa de pizza… Ya que estas texturas pueden raspar su garganta y provocarle dolor y sangrado. Los alimentos con bordes pronunciados provocarán cortes en la garganta. Aunque sea un sacrificio, no le dejes comer palomitas de maíz hasta que no se haya curado, ya que pueden obstruir la garganta. Evita además las comidas picantes, que alterarán el estado de su garganta.

- Bebidas prohibidas: Los zumos de frutas cítricas como los de naranja, limón o pomelo contienen ácidos que le provocarán grandes molestias si los ingiere durante los diez primeros días después de la operación. Tampoco son recomendadas las bebidas agrias como el zumo de tomate o el gazpacho, porque pueden provocar ardor en la parte posterior de la garganta.

- La alimentación día a día: Aunque en cada caso la alimentación puede variar, dependiendo del tipo de herida y gustos del niño, existe unas recomendaciones generales para cuándo empezar a comer determinados tipos de alimentos después de la operación.

> Durante los primeros dos días después de la cirugía la dieta debe ser fundamentalmente líquida.

> Desde el tercer hasta el décimo día debe proseguir con dieta blanda: que requiera lo mínimo en cuanto a masticar, además mejor si es tibia.

> Durante los ocho primeros días toda la alimentación será fría y exenta de pan, galletas, carne dura o cualquier otro alimento que pueda irritar la garganta.

> Durante los primeros diez días se deben evitar alimentos como son: galletas, pan tostado, corteza de pan y carne dura. Aunque exista cierta mejoría es importante que no deje la dieta los últimos días, porque puede presentarse un sangrado inesperado si se toma comida que pueda raspar la garganta.

Este proceso de curación siempre irá progresivamente y se deberá cumplir con su debido respeto por el bien del niño. Y siempre bajo revisión y consejo médico especializado para cada caso.

 

El mito de los helados

¡Cuántas veces habremos escuchado que comer helados es bueno para los que están operados de amígdalas o adenoides! Algunos encuentran que comer helado como ‘terapia’ es lo único bueno del postoperatorio. Pero, aunque comer helado después de la extracción de las amígdalas causa una buena sensación (el helado es suave y frío y anestesia un poco la garganta), consumir demasiada cantidad de helado puede generar una excesiva producción de mucosidad. La mucosidad puede hacerse demasiado viscosa, lo que dificulta la ingesta y causa dolor. Por lo que sí se puede tomar helado, pero siempre llevando cuidado con su consumo.

Otra alternativa pueden ser los helados de agua, como los polos o los sorbetes, que no producen tanta mucosidad como el helado y producen una sensación placentera que, aunque no cura, es inmediata.
 

 


Fuentes:

Blog EnFamilia de la AEP: "Hipertrofia adenoidea o vegetaciones", https://enfamilia.aeped.es/temas-salud/hipertrofia-adenoidea-vegetaciones; "Dolor de garganta", https://enfamilia.aeped.es/temas-salud/dolor-garganta

Fecha de actualización: 27-04-2022

Redacción: María Segura

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