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¿Cómo dar un escarmiento a un adolescente?

¿Cómo dar un escarmiento a un adolescente?

Un escarmiento es una experiencia o lección que se aprende a través de un castigo o consecuencia negativa que se sufre como resultado de una acción o comportamiento incorrecto. Es una palabra que tiene un componente negativo de revancha, por lo que no es adecuado usarla al hablar de educar a un hijo. No obstante, sí que es necesario que, algunas veces, tras determinados comportamientos de tu adolescente, sea necesario enseñarle una lección, pero siempre con respeto y cariño.

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Índice

 

¿Por qué los adolescentes son tan rebeldes?

La rebeldía en los adolescentes es un fenómeno común y se debe a una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Forma parte de su desarrollo, por lo que es normal que todos, antes o después, atraviesen una etapa más rebelde en la que no obedezcan, nos lleven siempre la contraria, se enfaden y griten… Y, aunque es un poco desesperante para los padres, hay que tener paciencia y entender que esto ocurre por diferentes motivos:

- Cambios hormonales: durante la adolescencia, el cuerpo experimenta importantes cambios hormonales que pueden afectar el estado de ánimo y el comportamiento de los adolescentes. Estas fluctuaciones hormonales pueden contribuir a la irritabilidad y a la búsqueda de autonomía.

- Búsqueda de identidad: los jóvenes están en un proceso de descubrimiento y formación de su identidad. Esto implica cuestionar las creencias y normas establecidas, así como buscar su propia identidad y sentido de pertenencia. La rebeldía puede ser una forma de expresar su individualidad y establecer su propia identidad y su personalidad.

- Deseo de independencia: los adolescentes desean cada vez más tomar decisiones por sí mismos y tener control sobre sus vidas. Pueden resistirse a la autoridad y las reglas impuestas por los adultos como una forma de afirmar su independencia y autonomía. Se creen que siempre tienen la razón y que ya son adultos, por lo que no quieren obedecer a sus padres porque piensan que están por encima de ellos.

- Experimentación y riesgo: los adolescentes suelen experimentar con nuevas experiencias y tomar riesgos en busca de emociones intensas. Esto puede manifestarse en comportamientos rebeldes como desafiar reglas, participar en conductas de riesgo o desobedecer a las figuras de autoridad.

- Presión de grupo: la influencia de los amigos y el deseo de encajar en un grupo pueden desempeñar un papel importante en la rebeldía adolescente. Los adolescentes pueden sentirse presionados a adoptar comportamientos rebeldes para ser aceptados o para evitar ser excluidos por sus pares.

Es importante destacar que la rebeldía en los adolescentes no siempre es negativa. Puede ser una parte natural del desarrollo y una oportunidad para que los jóvenes exploren y adquieran habilidades importantes, siempre y cuando se establezcan límites claros y se promueva una comunicación abierta y respetuosa entre los adolescentes y los adultos.
 

¿Debemos dar un “escarmiento” a nuestros hijos cuando meten la pata?

Como decíamos, cuando hablamos de escarmiento nos referimos a dar una lección a alguien a través de un sufrimiento o una situación desagradable que busca corregir o prevenir futuros comportamientos erróneos. Puede implicar una reprimenda, una pérdida o un daño como consecuencia de una conducta inapropiada. El objetivo del escarmiento es enseñar una lección y fomentar un cambio de comportamiento en la persona que lo experimenta.

El problema es que el escarmiento implica una actitud negativa del padre/madre hacia el hijo, a quien pretende dar una lección mostrándole que se ha equivocado y que su progenitor es más sabio y está por encima de él. Pero este es un enfoque de la educación negativo y puede conllevar problemas en la relación y el vínculo padre-hijo.

Así, el objetivo principal de la disciplina es enseñar a los niños y adolescentes sobre las consecuencias de sus acciones y ayudarles a aprender y crecer. El castigo o el "escarmiento" pueden tener un impacto limitado en el aprendizaje si no se les proporciona una explicación clara y la oportunidad de reflexionar sobre su comportamiento.

Por otra parte, la comunicación abierta y el diálogo constructivo son fundamentales para corregir el comportamiento de los hijos. En lugar de centrarse en el castigo, es importante hablar con ellos, escuchar sus perspectivas, explicarles las consecuencias de sus acciones y guiarlos hacia alternativas más adecuadas. No hacerles ver sin más que se han equivocado y que “sus padres tenían razón”.

Por último, es importante mostrar empatía y comprensión hacia los hijos cuando cometen errores. El castigo excesivo o humillante puede dañar la relación y no fomentar un entorno de confianza y apoyo. En su lugar, se puede enfocar en ayudarles a aprender de sus errores, desarrollar habilidades para resolver problemas y tomar decisiones más acertadas en el futuro.

En resumen, la disciplina y la corrección de comportamiento deben centrarse en enseñar y aprender, fomentar la comunicación y el diálogo, y utilizar consecuencias naturales y lógicas. El objetivo principal es guiar a los hijos hacia un comportamiento positivo y ayudarles a desarrollar habilidades para la vida, en lugar de enfocarse únicamente en un "escarmiento".
 

¿Cómo disciplinar a los adolescentes de manera positiva?

1- Nunca lo castigues ni apliques consecuencias cuando estés muy enfadado, es mejor hacerlo en frío, cuando estamos más calmados y podamos pensar cuál es la mejor consecuencia para que el chico entienda lo que ha hecho mal y no lo repita.

2- No impongas una consecuencia que no seas capaz de cumplir, ya que el adolescente se dará cuenta de que es un “farol”. Por ejemplo, no le digas que se quedará sin ir de viaje si no lo vas a cumplir. Es mejor consecuencias cercanas y directas que tengan que ver con lo que ha hecho. La mayoría de los castigos o consecuencias pierden efectividad si duran más de 24 horas. Es siempre mejor una consecuencia directa. Si no deja de jugar con la videoconsola, se la apagas.

3- No uses la culpa ni la vergüenza para hacerle sentirse mal. Tampoco le digas que te está haciendo sufrir o que es imposible convivir con él. Debe sentirse siempre querido y saber que le amas, haga lo que haga.

4- Ten paciencia, respeto y comprensión. Pregúntale por qué ha hecho eso e intenta comprenderle, ponerte en sus zapatos y acordarte de cómo viviste tú la adolescencia y los problemas que tuviste.

5- Ayúdale a aprender de sus errores, a pedir perdón, asumir las consecuencias de los hechos y seguir adelante. No se trata de hundirse en la miseria, sino de levantarse y seguir.

6- Impón unas normas y límites consensuadas, en la medida de lo posible, con tu hijo para que sea más fácil que las acepte y las acate.

7- Fortalece su autoestima y seguridad para que no se deje llevar por sus amigos y acabe haciendo cosas que realmente no quiere hacer.

8- Debes fomentar la comunicación y la sinceridad, pero siempre manteniendo tu estatus de padre. Es importante que os llevéis bien, pero tú no eres su amigo.

9- No te tomes como algo personal su comportamiento rebelde o sus salidas de tono, piensa que es algo normal por la edad y su desarrollo.

Si su comportamiento es muy rebelde e incluso peligroso, pide ayuda de un profesional de psicología.


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