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Mi hijo es muy pesado

Mi hijo es muy pesado

Tu hijo cada vez tiene más consciencia sobre él mismo y el mundo que le rodea. Está desarrollando poco a poco su pensamiento crítico, pero todavía necesita mucha información para formarlo. En el proceso de su desarrollo realizará muchas preguntas, unas útiles y otras por aburrimiento o por llamar la atención. Además, puede que algunos comportamientos sean molestos y repetitivos para ti, hasta el punto de pensar que tu hijo es muy pesado.

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El comportamiento de los niños


Uno de los mayores desafíos al que se enfrentan los padres es manejar el comportamiento difícil o desafiante por parte de los niños. Ya sea que se nieguen a realizar una acción básica como vestirse o que tengan rabietas sin motivo aparente o por razones que en la edad adulta serían impensables.

Tu hijo está desarrollándose, descubriendo todo lo que el mundo ofrece y esconde y, aunque a veces sea él quien se vea abrumado por tanta información, otras veces serás tú quien se sienta cansado de tantas preguntas (no siempre con sentido).

El comportamiento de los niños puede ser molesto en algunos momentos, ya sea que tu hijo haga un mal gesto en la mesa o discuta con su hermano sin razón, que haga acciones o ruidos repetitivos o sea una extensión más de tu cuerpo, no dejándote tu propio espacio y entorpeciendo tus tareas.

En otros momentos su hiperactividad puede dejarte agotado, y sus “quiero más” pueden hacer parecer que nunca tienen suficiente y que están todo el día pidiendo o exigiendo.

A veces es un intento de llamar la atención. En otras ocasiones, es parte de su desarrollo en esta etapa. Tranquilo, estos años pasarán, tu hijo será más independiente y ya sabrá razonar lo suficiente para considerar qué comportamientos son adecuados y qué preguntas no tienen cabida en ese contexto.
 

Cuestión de paciencia


Que se agote la paciencia no siempre es bueno y, aunque si es verdad que de vez en cuando viene bien un toque te atención, debemos pensar con quién estamos tratando. Al fin y al cabo, nuestro hijo sigue en la niñez y, aunque nosotros pasamos hace tiempo por esa fase, nos cuesta imaginar cómo funcionan los pensamientos a esa edad.

También es importante el cómo se dicen las cosas, antes incluso del qué se dice. Un niño puede analizar tu grado de enfado por tu tono de voz. Si gritas puede que se ponga nervioso, se eche a llorar y no razone todos los argumentos que le estás dando.

Cuando te encuentres en un momento crítico, al borde de un ataque de nervios por el comportamiento de tu hijo, párate a pensar: “¿Estoy teniendo un buen día o estoy irritada además por otra cosa?”, “¿Este comportamiento es socialmente aceptado o solo me resulta molesto por ser repetitivo?”, “¿Ha tenido un buen día mi hijo? ¿Por qué busca atención?”.

Hacerte este tipo de preguntas antes de alzar la voz puede ayudarte a mantener una conversación relajada con tu hijo, haciéndole entender que su comportamiento no es el adecuado y ayudándole así a mejorar día a día.

Cada vez tu hijo será más independiente, y tú tendrás que dejar de ser tan paciente en algunos aspectos, para empezar a serlo en otros, más propios de la edad adolescente.
 

Prevenir y castigar


Al igual que alzar la voz en un primer momento no es la mejor opción, tampoco lo es castigar al primer aviso por un comportamiento que el niño no consideraba como molesto.

Enséñale qué tipo de comportamientos y en qué situaciones pueden ser molestos para los demás. Puede ser durante el día a día, cuando veas malos comportamientos de otros niños en el parque, o viendo una serie en la televisión. Si lo ven, será mucho más fácil para ellos entenderlo.

Los niños a menudo se portan mal para llamar la atención. Puede que lleves un rato hablando con una amiga y empieces a notar que tu hijo se está impacientando. Antes de que empiece a ser incómodo puedes proponerle una actividad o agradecerle que se esté comportando tan bien y esté tan tranquilo. Elogiar el buen comportamiento puede animar a tu hijo a continuar con su buen trabajo.  

Si el comportamiento desagradable del niño es puramente para llamar la atención, como hacer ruidos fuertes repetidamente en la mesa, ignóralo. Hacer caso omiso de manera selectiva puede garantizar que la mala conducta de tu hijo no sea eficaz para atraer la atención que está tratando de atraer.

Ignorar solo funcionará si todos los miembros de la familia lo practican, ya que si alguno dice algo, puede reforzar el mal comportamiento del niño.

Un “por favor, para de hacer eso” puede ser suficiente para terminar con el comportamiento molesto. Puede que en algunas ocasiones el niño se quede sorprendido por no considerar su comportamiento como molesto. Explícaselo tranquilamente y ofrécele opciones para mejorarlo.

Si tu hijo decide continuar con su comportamiento desagradable una vez que se da cuenta de que lo que está haciendo es molesto, es hora de advertir. Es una forma eficaz de recordarle lo que sucederá si su comportamiento continúa.

Si aún así continúa sin hacer caso es hora de aplicar la consecuencia con la que le habías advertido, como no jugar en el ordenador esa tarde.

Si el comportamiento desagradable se vuelve agresivo, quitarle un privilegio puede ayudar a tu hijo a aprender y a ver todo lo que pierde por no comportarse adecuadamente.


Fuente:

Domènech, Montse (2015), Edúcame bien, Ed. Plaza & Janés.

Fecha de actualización: 16-10-2020

Redacción: Laura Abad

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