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Bebés prematuros y bilirrubina

Bebés prematuros y bilirrubina

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un bebé prematuro es el que nace antes de haberse completado la semana 37 de gestación, en oposición a la mayoría de los embarazos que duran más de 37 y pueden llegar hasta la semana 42 de gestación y, además, nacen con alta probabilidad de desarrollar más problemas de salud.

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Partos de bebés prematuros

En cualquier parte del mundo, tanto en países de altos ingresos como en los de medianos y bajos ingresos, nacen niños prematuros. Alrededor de 15 millones de niños prematuros, que se traduce en uno de cada diez, nacen cada año en el mundo, aunque aproximadamente el 60% de los bebés prematuros nacen en el África subsahariana y en Asia Meridional.

La mayoría de los partos prematuros ocurren de forma espontánea, aunque hay algunos que se desencadenan como consecuencia de la inducción precoz de las contracciones uterinas o del parto por cesárea, ya sea por razones médicas o no médicas; y a pesar de que no existe ninguna prueba que permita predecir con exactitud la posibilidad de tener un parto prematuro, sí existen algunos factores que pueden determinar cuándo una mujer embarazada corre más peligro de tener un parto prematuro.

Un parto prematuro anterior, embarazos múltiples con mellizos o trillizos, algunas afecciones médicas como la diabetes o la hipertensión, o quedarse embarazada en plena adolescencia son algunas de las causas que pueden tener como consecuencia el parto prematuro. Asimismo, el estrés en la futura mamá puede ser el causante también de un parto prematuro.

Es muy posible que los bebés prematuros tengan muchos más problemas de salud que el resto de los bebés que nacen a término completo (semana 39). De hecho, los bebés prematuros no están preparados para la vida extrauterina. Se enfrían con más facilidad y pueden necesitar mucha más ayuda para alimentarse que los nacidos a término. El organismo de estos bebés prematuros no está todavía desarrollado por completo por lo que es probable que tengan problemas para respirar o sufran otras complicaciones y tengan que enfrentarse a discapacidades físicas, neurológicas o de aprendizaje durante toda la vida, lo que supone, además, unos costes muy elevados.

Alrededor de un millón de niños prematuros muere cada año en el mundo y, aunque en los países de ingresos más elevados también hay partos prematuros, el acceso a intervenciones eficaces supone la supervivencia de casi 9 de cada 10 bebés prematuros, a diferencia de los datos obtenidos de los países con bajos ingresos, en los que sobrevive aproximadamente 1 de cada 10 bebés nacidos de esta manera. Esto se traduce básicamente en que tres cuartas partes de esos bebés prematuros podrían sobrevivir si tuvieran acceso a cuidados eficaces y económicos.


La bilirrubina en bebés recién nacidos

Como decíamos anteriormente, los bebés prematuros tienen mayor probabilidad de sufrir problemas de salud, de hecho, la ictericia es una dolencia bastante más común en bebés prematuros que en aquellos niños que no han completado el proceso de gestación, aunque cabe destacar que, según algunos expertos, la aparición de la ictericia, siendo el bebé prematuro o no, se produce en el 60% de los casos.

La ictericia es la coloración amarillenta de piel, escleras y mucosas producida por el aumento de la bilirrubina y su acumulación en los tejidos corporales. La ictericia nunca es una entidad en sí misma sino el reflejo de una enfermedad específica subyacente con varias etiologías a distintos niveles del metabolismo de la B.


Síntomas de ictericia en bebés prematuros

La principal señal de alerta de ictericia en neonatos prematuros es, precisamente, la coloración amarilla que toma la piel. Lo habitual es que empiece a aparecer en el rostro y luego en las extremidades inferiores, el pecho y el área del abdomen. No se trata de una dolencia grave, aunque, en algunos casos, los bebés y niños pueden mostrar síntomas de agotamiento y apatía, pero también dificultades para tomar la leche.

En algunos casos, además, la ictericia puede acompañarse de coluria (orinas de color muy oscuro por la presencia de bilirrubina en ella) y acolia (heces muy claras por la ausencia de pigmentos derivados de la bilirrubina).


Causas de la ictericia

La ictericia se produce cuando el bebé tiene elevados niveles de bilirrubina en sangre. La bilirrubina es un pigmento o coloración de tipo biliar (de la bilis) que resulta del proceso de degradación de la hemoglobina asociado a la renovación de los glóbulos rojos.

Dicho pigmento, cuya eliminación se encarga de gestionar el hígado, provoca que la piel del pequeño, y también sus ojos, adquieran un tono amarillento o anaranjado.


Diagnóstico de la ictericia

Como norma general, los centros sanitarios de medicina realizan a los recién nacidos análisis de sangre en las horas inmediatamente posteriores al parto, ya que de hecho es el protocolo habitual de todos los hospitales y centros.

Mediante estos análisis de sangre, los profesionales pueden detectar la presencia de elevados niveles de bilirrubina en la sangre. Asimismo, cabe destacar la existencia de otros exámenes que pueden llevarse a cabo como son el de recuento de reticulocitos y la prueba de Coomb, examen que determina la fijación de anticuerpos a los glóbulos rojos y que pueden causar su degradación.


¿Cómo se trata la ictericia?

El tratamiento básico de la ictericia consiste en vigilar al bebé y asegurarse de que está bien hidratado dándole lactancia a demanda. En algunas ocasiones, se recurre a la fototerapia para acelerar la recuperación, pero si el brote de ictericia es muy fuerte, los especialistas recomiendan hacer una transfusión de sangre (solamente en los casos más graves) aunque, como decíamos, si está dentro de la normalidad bastará con mantener al pequeño en observación y adecuadamente hidratado. No obstante, si el problema no se soluciona y pasados los días el papá o la mamá comprueba que la situación no cambia, lo más recomendable es ponerse en contacto con un especialista.


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El color de ojos en bebés depende de la información genética que le transmiten sus padres. Además, hay que tener en cuenta que el color marrón es dominante sobre el verde o el azul y que el color definitivo en los ojos del bebé no se puede saber hasta pasado unos meses.

Fuente: 

Kaplan M, Wong RJ, Burgis JC, Sibley E, Stevenson DK. Neonatal jaundice and liver diseases. In: Martin RJ, Fanaroff AA, Walsh MC, eds. Fanaroff and Martin's Neonatal-Perinatal Medicine: Diseases of the Fetus and Infant. 11th ed. Philadelphia, PA: Elsevier; 2020:chap 91.

Fecha de actualización: 23-06-2021

Redacción: Ana Ruiz

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