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Maternidad y relación de pareja

Maternidad y relación de pareja

La llegada de un bebé a la familia y la maternidad pueden causar multitud de problemas en la pareja. Saber los motivos por los que surgen y cómo lidiar con ellos puede hacer que esta situación sea más llevadera.

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Índice

 

¿Por qué la llegada de un hijo puede romper una pareja?

Uno de los momentos más felices en la vida de una pareja es el nacimiento de los hijos, ya que se convierten en el símbolo claro de su unión. Pero conforme pasan los días y los meses, la maternidad afecta a la relación con la pareja y la estabilidad entra en crisis.

Cuidar, educar y seguir el ritmo a tu hijo necesita una dedicación y un compromiso que no todos los adultos tienen. Esto hace que se ponga a prueba la solidez de la pareja.

Normalmente, los problemas empiezan en el embarazo, muchas mujeres acuden a las consultas preguntando si hay algo que le puedan decir a su marido para que puedan entender cuáles son los cambios que se producen en el embarazo, por qué están más cansadas o por qué les cambia el humor y, a veces, sin venir a cuento, sueltan gritos sin ser necesarios.

Pero lo complicado llega después del parto, cuando el bebé ya está en casa y las rutinas se tienen que cambiar por completo. Cosas que antes hacías ahora ya no puedes, y tienes que centrar tu vida en la de otra persona que depende de ti para sobrevivir.

Nadie te avisa de lo difícil que es la llegada de un hijo. Tampoco te dicen que dejas de hacer las cosas que te gustan, porque si no, no hay manera de seguir adelante. Nadie te avisa de que acabas por no tener tiempo ni para tu pareja.

Con el paso del tiempo te das cuenta de que ya no eres la misma persona que eras antes de la llegada al mundo del bebé. Puede que llegues al punto de pensar que si no están en casa tus hijos qué vas a hacer. Incluso puede pasar que te des cuenta de que ya no tienes tanto en común con tu pareja como antes.

Este es el motivo por el que muchas parejas rompen, porque ven pasar los años y se dan cuenta de que cada día prácticamente es igual al anterior. Y cuando intentas tener un poco de tiempo para ti mismo, puede que tu pareja se queje de que también quiere un poco más de tiempo, pero no lo tiene. Esta situación muchas veces acaba con una discusión en la que la presión es insoportable y termina por explotar todo.

Diversos estudios demuestran que dos tercios de los padres primerizos reportan un declive en sus matrimonios durante el primer año de vida del bebé.
 

¿A quién le debo dar prioridad, a mi pareja o a mi hijo?

Diversos estudios han apuntado que la maternidad puede provocar que las mujeres se comporten de manera diferente y peculiar. A esto se le debe añadir los celos que los padres, de manera inconsciente, sienten hacia los peques.

El conflicto suele empezar porque muchas madres piensan que sus parejas no entienden la responsabilidad que implica ser padres y por qué su vida ha cambiado radicalmente; y los padres sienten que han sido desplazados a un “nivel familiar inferior”.
 

¿Cómo puedo hacer que mi relación de pareja no se resienta con la llegada de un bebé?

Hay una serie de consejos que puedes seguir si quieres que la llegada de un hijo no afecte a la convivencia, la comunicación y a las relaciones sexuales en pareja. Alguno de ellos son:

- Debéis mantener el interés y el esfuerzo por ambas partes: este es el punto más importante. Es fundamental que ambos pongáis intención, esfuerzo y disposición de ánimo, ya que sin ellos siempre se encontrarán excusas y no motivos. Es normal que el día a día y la rutina te ciegue y no os paréis a organizaros mejor; no te dediques a lo urgente, dedícate a lo realmente importante. Seguramente pasen etapas en las que sea más complicado dedicaros tiempo, pero si estáis coordinados y tenéis interés en encontrar tiempo para la pareja, se hará posible.

- Identificad las fuentes de conflicto e intentad solucionarlas: debes centrarte en la solución del conflicto y no en él. Es fundamental la empatía y la comprensión, no sólo de lo que a ti te ocurre, también de lo que le ocurre a tu pareja. Olvídate del yo para entender el tú.

- Haced un reparto de responsabilidad igualitaria: los quehaceres que tienen que ver con la familia pueden ocupar gran parte del día de un padre o de una madre y pueden llegar a estresaros, sobre todo si sólo es uno el que se ocupa de todo. Es necesario hacer un reparto de tareas para que ambos sientan cierta igualdad, que la mente ponga atención en los aspectos positivos de la pareja, dejando de lado los reproches.

- Volved a cuidaros: es importante dejar de ser padres unos minutos y que vuelvas a darte importancia a ti misma. No debes descuidarte, tampoco de anularte. Ahora eres madre o padre, pero también sigues siendo persona. No te olvides de tus amistades de toda tu vida, o de tus metas personales o profesionales. Es cierto que ya no tendrás tanto tiempo como antes, pero con esfuerzo y paciencia, llegaréis a conseguir todo.

- Pon atención para que tu mente vuelva a erotizarse: con ayuda de tu pareja, focaliza tu mente en el deseo. No dejes que tu mente sólo piense en las obligaciones y responsabilidades. Piensa que eres un modelo para tus hijos y para la forma en la que se va a relacionar con su pareja en un futuro. Este es el motivo por el cual, cuanto mejor sea la relación que tengas con tu pareja, mejor será la de tus hijos en el futuro.

- No dejéis de innovar. Reinventaros cada día: ser madre/padre es un trabajo a tiempo completo, ocupa todas las horas de nuestro día y el no tener un tiempo reservado para la pareja puede ser perjudicial para la intimidad de ambos. Una buena manera de reforzar lazos y vínculos con tu pareja es hacer viajes o escapadas a solas, sin los niños. Así podréis desconectar de los problemas de casa y revivir los años como pareja sin hijos. La rutina y la aventura son difíciles de unir, pero es necesario hacerlo para que se devuelva la pasión a la pareja.

- Buscad al menos 3 horas a la semana de intimidad para la pareja: debéis encontrar al menos 3 horas semanales para disfrutar de vuestra pareja, sin niños, sin obligaciones, sin responsabilidades. En este tiempo se deben hablar de aspectos positivos y no de responsabilidades, este es un punto esencial. Este tiempo juntos os ayudará a crear un espacio libre de responsabilidades, que solo haya tiempo para reíros, contaros inquietudes, redescubrirse. No te olvides de que, aunque ahora seas madre, también sigues siendo pareja y, como tal, debes cuidar de tu relación, tanto a nivel emocional como a nivel sexual. Tener una vida sexual activa tiene múltiples beneficios. Uno de los más importantes es que ayuda a romper barreras y a generar intimidad y complicidad con la otra persona, algo indispensable para que la vida en común funcione.

Ten rutinas saludables: gestos que te pueden parecer que no tienen importancia como salir de casa sin despedirse con un beso, llegar a casa saludando con un beso o daros un beso de buenas noches, marcan una gran diferencia en la relación.

- Hablad mínimo 20 minutos al día: esto no quiere decir que dejes de atender a tus hijos, sino que cambies las rutinas y, por ejemplo haz que se vayan a dormir media hora antes, para disponer de esos 20 minutos para compartir con tu pareja. Lo mejor es que en este tiempo habléis sobre temas personales o de pareja, no de responsabilidades de los niños. Es importante de que habléis de cómo os sentís, de las emociones, ya que esto facilita la empatía.

- Comienza a focalizar tu atención en aspectos positivos: algo que suele ser muy efectivo es realizar un ejercicio en común, el de tener 3 detalles semanales con la pareja. Puede ser muy difícil identificar tu responsabilidad en los conflictos que hay en la relación y enfocar nuestras quejas más en la crítica. Puede que llegue el punto de responsabilizar siempre al otro del malestar y que te olvides de los aspectos positivos de la otra persona.
 

¿Cuáles suelen ser las fuentes de conflicto en la pareja?

Hay dos cuestiones que normalmente son conflicto en las parejas y parecen deteriorar de forma más profunda el vínculo entre la pareja:

1. Tener un hijo para salvar una relación: sufrir problemas previos suele ser uno de los principales desencadenantes de las crisis de pareja durante el embarazo. El pensamiento de que la llegada de un hijo puede ayudar con los problemas anteriores nunca es una buena idea, normalmente terminan por acentuarse si a estas se les suma el estrés que conlleva el embarazo y la maternidad/ paternidad por ambas partes, las necesidades que hay que cubrir y las decisiones que se deben tomar en esta etapa.

2. El dinero: si los temas económicos y de gestión suelen ser causa de conflicto habitual en la pareja, la llegada de un nuevo miembro de la familia y el aumento del gasto en el núcleo familiar pueden originar problemas.

3. Que sea un hijo no deseado: tener un hijo para satisfacer a la pareja puede convertirse en otro desestabilizador importante de la relación aunque no exista un problema previo por ambas partes. Cuando uno de los miembros de la pareja no desea ser padre/madre o no se sienta preparado para dar el paso conviene no forzarle solo por satisfacer el deseo de otra parte.

4. Desequilibrio en el reparto de cuidados: la mayoría de las veces son las madres las que se quejan de que sus parejas no se implican lo suficiente en la crianza de los hijos. En este punto se debe poner el foco en el desequilibrio, ya que el cuidado de un niño puede ser agotador, extenuante, etc. Por naturaleza las madres son las cuidadoras principales del niño durante su primer año de vida, pero más allá de esta etapa, hay multitud de tareas de las que las mujeres se suelen ocupar y deberían ser compartidas. La corresponsabilidad es lo lógico, ya que aporta el equilibrio a la pareja, pero también es de vital importancia para tus hijos. Tu hijo necesita vincularse con sus dos progenitores y sentir que puede contar con ambos. Estará construyendo un mapa mental de los roles de género y el ejemplo familiar es su espejo.

5. Desacuerdos en cuanto a la crianza: este es otro gran motivo por el cual se pueden originar los conflictos de la pareja. Este suele ser el conflicto más peligroso ya que, además de deteriorar la pareja, afecta a la crianza de nuestros hijos. La falta de acuerdo puede sugerir que cada progenitor tiene ideas diferentes sobre cómo quiere criar o educar a su hija, o de una falta de firmeza por alguno de los dos (ya que se habría llegado a un acuerdo previo y uno de los progenitores lo incumple). Lo ideal es tener ideas parecidas en cuanto a la crianza, pero si ya es tarde para esto y no paráis de discutir sobre vuestras diferentes formas de concebir la educación, es el momento de sentarse a hablar y llegar a acuerdos para evitar males mayores. La falta de sueño, el cansancio o los retos diarios en la crianza de los hijos son inevitables, pero afrontar estos retos en equipo o enfrentados puede marcar la diferencia.


Fuentes:

Juan Pedro Valencia, psicólogo

Fecha de actualización: 31-03-2023

Redacción: Sara Tizón

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