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"La edad invisible es la edad de disfrutar con nuestros hijos porque se pasa volando, y no vuelve"

Después de su experiencia en el mundo empresarial, Joaquín Ortega decide cambiar y llevar a cabo una formación en Pedagogías Activas (Waldorf, Montessori, Pestalozzi, Regio Emilia…) y obtiene un Máster en Psicomotricidad. Crea y dirige dos jardines de infancia en Madrid, EL SITIO DE TU RECREO, con un gran reconocimiento gracias a la calidad del cuidado del niño, la comida 100% ecológica, el descanso y el juego libre, acuñando, así el término de “crianza consciente”. Ahora presenta su libro La edad invisible, esa etapa que abarca los tres primeros años de vida de los niños, los tan cruciales tres primeros años que nos parece que pasan volando.

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TodoPapás: ¿Qué son las pedagogías activas?

Joaquín Ortega:
Las pedagogías activas se basan en el aprendizaje vivencial de la niña o el niño. Sus demandas y sus necesidades básicas de dependencia en cada edad son el foco principal. En las pedagogías activas todo es por y para el niño, que es acompañado con mucho respeto a su individualidad y sin intervencionismo, es decir, el adulto actúa cuando el niño o la niña lo demanda o da muestras de necesitarlo.

Hay muchas pedagogías activas y desde hace muchos años. De los primeros que tuvieron contacto con esta mirada de la pedagogia es Pestalozzi, continuando con Maria Montessori, Rudolf Steiner y su pedagogia Waldorf, la región de Regio Emilia; el matrimonio Wild, la escuela democrática… Pequeñas iniciativas están utilizando pedagogías activas frente a la pasiva, y cada vez más escuelas y colegios quieren acercarse a este modo de acompañar el desarrollo de los más pequeños.

Las pedagogías activas se ocupan del niño o la niña desde sus potencialidades y desde sus necesidades, se escucha a los niños y se imparten con respeto hacia su individualidad. La sociedad transmite un mensaje sobre cómo deben ser los pequeños; y los padres y maestros tratan de enseñar a los niños a ser así, de tal manera que los niños y las niñas son sujetos pasivos.

En las pedagogías activas se eliminan los comportamientos pasivos del niño, la memorización, la imposición y el castigo. Es el niño el que busca las respuestas, que pueden ser diferentes para cada uno de los alumnos porque cada cual ha buscado desde su propia experimentación y con diferentes procesos para encontrar una misma respuesta. De esta manera más vivencial, el aprendizaje se integra físicamente por parte del niño y en función de cada niño, incluso una ciencia exacta, con lo que aumenta su motivación. La pedagogía activa se fija en qué me demanda cada niño y recoge las ideas de los diferentes seres humanos de una manera más limpia, no tan arcaica, y enriquece más el mundo. El profesor tiene imaginación y la desarrolla para averiguar cómo puede aprender cada niño o niña, cómo le puede enseñar de una manera diferente a como le enseñaron a él.

TPP: ¿Y la crianza consciente?

JO:
La crianza consciente que propongo yo está basada en educar al niño, observándolo como ser único y especial, mantener esa mirada sincera, observar la humildad que tienen los niños en cada aprendizaje, esa valentía innata, observar lo que necesitan de nosotros que no pueden hacer por sí mismos y acompañarlos. Es esencial soltar la idea que tenemos de nuestro niño ideal, porque si no comparamos, queremos pasar etapas demasiado rápido, los controlamos para seguir nuestros ritmos locos… Promuevo la auto observación para pillarnos cuando nos aparece el niño ideal que tenemos preconcebido y olvidamos al niño presente. Intento transmitir cómo acompañar a un ser humano que empieza su vida, para que ésta sea lo mas plena posible.

Este término se basa en educar conociéndote como adulto, dejándote ayudar y acompañar en tus debilidades, así como acompañar también a los pequeños, activando buenos ritmos, respetando a las niñas y niños que dependen de ti y a ti mismo; en definitiva, es estar con los niños de una manera natural y sana, conociéndote a ti mismo. Yo establezco diez pautas que definen la crianza consciente: la atención plena, el acompañamiento frente a la intervención, el respeto, la sinceridad, la humildad, el entorno saludable, la alimentación de calidad, el descanso, el juego y la observación por parte del adulto hacia el niño, cuidando nuestros propios sentidos.

Es una crianza responsable porque nos hacemos cargo de nuestra responsabilidad con la criatura que depende de nosotros y es consciente porque nos observamos a nosotros mismos para evitar intervenirle.

TPP: ¿Cómo se reflejan estas pedagogías en su escuela infantil El sitio de tu recreo?

JO:
Desde que un niño o una niña entra en nuestro centro es acogido tal cual es y tal cual llega. Lo mismo que su familia: sin juzgar ninguna situación; con mucha humildad empezamos a jugar con el pequeño entendiendo que hay cosas que no sabe hacer, y ahí le acompañamos. Cada vez que un niño alcanza su autonomía en algo, ya no intervenimos.

Entendemos también que el mismo niño no está igual al comienzo de curso, que en diciembre o que en mayo.

Tratamos con mucho respeto a las familias y no nos ponemos por encima de nadie, porque sabemos que hay cosas que hoy en día les cuesta mucho a las familias y que hacen un gran esfuerzo.

A los niños y niñas les arropamos bien en todos los sentidos, con buenos tejidos, con masajes en los pies, están muy cuidados física y emocionalmente. Nuestro empeño es fomentar las habilidades innatas de cada niño, que se sienta bien con ellas, consigo mismo.

Huimos de las retenciones y de las emociones eufóricas. Ni llevamos al niño a la euforia cuando es bueno en algo; ni a la tristeza o el abandono cuando es diferente.

TPP: ¿Qué otras características distinguen a esta escuela?

JO:
Sobre todo, el trato individual a cada familia, la comida cien por cien ecológica, el agua, y una atención especial al buen descanso: los tejidos, el orden, la belleza…  Todo es por y para el niño. Algo de lo que nos ocuparnos mucho es de que las preocupaciones del profesor y/o de los padres no se proyecten. Preocuparnos un minuto, ocuparnos el tiempo necesario.

El juego es otro de los más importantes pilares de nuestros jardines de infancia, con sus tres vertientes: el movimiento, el equilibrio y el tacto.

TPP: ¿Qué es la edad invisible?

JO:
He llamado así a los primeros siete años de vida de un niño porque los adultos nos los pasamos pensando en su futuro; sin embargo, estos primeros años requieren que cuidemos más el presente, es la edad del disfrute con los pequeños, se pasa volando y no vuelve. De ahí que hablemos de dedicar una atención plena y un tiempo de calidad a los momentos que pasemos con nuestras hijas e hijos porque no somos conscientes de que pasa muy deprisa y de que es el momento de disfrutar cada instante, de disfrutar e incluso de acompañarlos cuando están frustrados. Es nuestra oportunidad de crear un maravilloso vínculo con cada niña y cada niño.

TPP: ¿Qué podemos encontrar en su libro La edad invisible?

JO:
Fundamentalmente mis ideas pedagógicas y cómo integrarlas. Los padres saben. Saben amar a sus hijos y lo que quieren, pero criar es muy trabajoso y cuesta integrar esas ideas. Intentamos que las familias encuentren la sencillez de cómo educar a su hijo sin volverse locas, y de cómo cada ser humano tiene una forma individual de cuidar. Queremos aportar claridad, que tomemos conciencia como adultos de que lo hacemos bien, sin emitir ningún tipo de juicio sobre nosotros mismos.

TPP: ¿Por qué es tan importante el juego para la educación del niño?

JO:
Al fin y al cabo, es el trabajo de los niños de 0 a 7 años, necesario para su independencia física. El juego les libera de tanta intervención adulta, dado que son dependientes en casi todo: vestirse, lavarse, trasladarse de un sitio a otro, velar por su seguridad… son tareas que los adultos hacemos por ellos porque son dependientes. El resto debe ser juego y necesitan muy poco, un par de cajas de cartón, no más. Sin embargo, la sociedad tiende a intervenirles: enseñarles a leer, a jugar de una manera reglada… el juego es un reflejo de cómo ven ellos el mundo. Cada niño tiene su invención de cada objeto, pero cuando estamos muy pendientes, les sacamos de su mundo y les metemos en el nuestro. Los niños necesitan sentirse libres. A veces están jugando sin hacer daño a nadie ni molestar y llega un adulto y les saca de ese momento tan importante.

TPP: ¿Cómo podemos ayudar los padres a la educación y crianza de nuestros hijos?

JO:
En primer lugar, desde su coherencia personal, tener claro la serie de decisiones que tienes que adoptar para la vida de tus hijos e hijas.

En segundo lugar, con una buena imagen de nosotros mismos. Somos imitación para nuestros hijos. El estado en que te encuentres lo vas a proyectar, entonces hay que ser consciente del estado en que estás tú como adulto para regular y darte cuenta de si tienes claridad para dirigirte a tu hijo o hija. 

Muy importante también es soltar expectativas sobre las criaturas y aprender a observar que el niño que tenemos delante es mi hijo, no un modelo de dos años y seis meses que ya debería hacer una frase con diez palabras, por ejemplo; o no un modelo de 13 meses que ya debería andar… Aquí es fundamental hacer una buena observación para conocer a nuestro hijo y aceptar sus ritmos.

Y repito, como en la pregunta anterior, ocupándonos de los problemas que nos da la crianza y dejando poco tiempo para la preocupación, el justo para empezar a actuar.

TPP: ¿Cómo y a qué jugar con ellos?

JO:
Muy sencillo: jugar con ellos a lo que realmente necesitan en cada caso y en cada momento, y jugar a lo que tú como adulto te sientas cómodo. Lo que propongo es que el adulto conjugue lo que necesita el niño y es bueno para él con lo que le gusta y se le da bien al adulto acompañante.

Conviene tener en cuenta que sea un juego y un juguete de calidad, que cuide el equilibrio, el movimiento y el tacto (mejor productos naturales en tejidos, y madera mejor que plástico). Lo ideal es que tenga juguetes poco definidos, que puedan ser una mesa, un coche o un animal en diferentes momentos del juego.

Cómo hacerlo: estando con la criatura y observando si necesita ayuda, no exponer cómo se juega. Con lo que tengo en casa y mis habilidades, juego a lo que veo que necesita el pequeño.

TPP: ¿Están los padres actualmente más preocupados por la educación de sus hijos?

JO:
No suelo comparar etapas, siento que los padres y madres deben ocuparse de su hijo admitiendo ciertas debilidades. Siento que los padres quieren educar con valores, con curiosidad, pero a veces las preocupaciones del día a día les dejan inmóviles.

El lema es no preocuparse de lo inalcanzable, sino ocuparse de crecer con lo que hay. Cuando te ocupas, no te preocupas. Mientras dedicamos los pensamientos a las preocupaciones por lo que quiero y no quiero para mi hijo, no nos ocupamos de cumplir la dirección que quiero dar a mi hijo en el momento presente. Por ejemplo: si no quiero que tenga a su alcance las tecnologías, me ocupo y lo cumplo porque esa es mi dirección; pero no le dedico pensamientos y preocupaciones a la invasión de la tecnología en nuestro mundo, a si alguien le enseña una pantalla qué efectos habrá tenido en él… Nosotros ponemos los medios para que no esté en contacto con eso.

En general, nos preocupamos mucho de lo que no puede ser y ahí no estamos viendo la edad invisible, se nos pasa sin darnos cuenta. Mientras que disfrutamos más si nos ocupamos de cada momento del presente que requiere nuestra dirección.


Fecha de actualización: 14-12-2019

Redacción: Irene García

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