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Maternidad e Historia

Maternidad e Historia

El concepto de maternidad ha cambiado mucho a lo largo de las distintas épocas. Además, este concepto abarca diferentes implicaciones y significados en las sociedades.

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Índice

 

¿Cómo ha evolucionado el concepto de maternidad a lo largo de la Historia?

No siempre se ha concebido la maternidad como la entendemos ahora. El modelo materno anterior (que es opuesto al actual), es en el que la mujer dedicaba su tiempo únicamente a tener hijos y a cuidarlos. Este concepto es una creación reciente en la historia de la humanidad (apareció entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX). Antes de esto, el papel de las mujeres-madres en las sociedades patriarcales fue mucho más relegado, se concebía a la mujer casi como un apéndice del hombre tras el matrimonio con este.

Hoy en día, gracias a las reinvindicaciones acontecidas en el tema de igualdad entre hombres y mujeres y a los avances científicos en la materia anticonceptiva, la maternidad se ha convertido en un suceso en la mayoría de los casos deseado y buscado en un momento determinado, pudiendo así la mujer retrasar la maternidad con el fin de formarse y trabajar

Ya en las antiguas mitologías aparecían figuras maternas (Diosas Madre) que no siempre habían parido a un bebé, a menudo daban vida o alimento en un sentido más abstracto. También esto ocurría en otras civilizaciones antiguas como los mayas (Ixchel), los griegos (Artemisa) o en la India (Shosti).

En los siglos VI y IV a.C. en España se estipulaba que las mujeres debían quedarse embarazadas de los guerreros, que eran elegidos por un Consejo de ancianos, para poder así perpetrar la raza guerrera. Después del parto, madre y niño eran separados, y este era el que le daba lugar a su madre en la sociedad.

La palabra “maternidad” en griego y en latín no existía, pero la función materna sí que estaba presente en los diferentes mitos. Este concepto aparece por primera vez en el siglo XII, cuando los clérigos inventaron una palabra simétrica a “paternitas” para caracterizar la función de la Iglesia. Lo que se buscaba entonces era reconocer una dimensión espiritual de la maternidad (en referencia a la virgen María), dejando de lado el costado humano.

En el siglo XVIII fue cuando la función materna tuvo su gran transformación. En estos años, de mil niños que nacían vivos, se estima que una cuarta parte se moría en el primer año de vida, y 150 niños fallecían ya en el primer mes de vida. Debido al creciente riesgo de despoblación se empezó a “glorificar” la maternidad, que se impuso finalmente durante los siglos XIX y XX. Debido a esto (y a la falta de anticonceptivos), muchas mujeres tenían un número muy elevado de hijos, pero los que llegaban a la edad adulta no solían ser todos.

Con el paso del tiempo, la ecuación que iguala mujer y madre dejó de ser el único camino que estas pudiesen tomar. Ahora la maternidad es una de las muchas alternativas que tienen las mujeres. Hoy en día ya es frecuente que las mujeres sigan trabajando después de tener hijos, incluso hay mujeres que deciden que no quieren ser madres.

En las sociedades modernas, la maternidad ya no es una cosa que se da por hecha, ahora es una decisión que se desarrolla desde la responsabilidad. Tener o no tener hijos seguramente es la decisión con más consecuencias (y con mayor alcance) que puedes tomar. Hoy en día, las implicaciones que tiene la maternidad hacen que se tome la decisión con mayor detenimiento que en otros momentos de la Historia.


¿Cómo han evolucionado los permisos de maternidad a lo largo de la Historia?

En el año 1900 se dieron los primeros pasos de un “prematuro” permiso de maternidad y lactancia. En un artículo se detallaba que las mujeres podían solicitar un cese en el trabajo por proximidad del alumbramiento y que el puesto de trabajo se le debía reservar al menos las siguientes 3 semanas después del parto. Este artículo también señalaba que las mujeres con hijos en periodos de lactancia tendrían libre una hora al día dentro de las horas laborables con el fin de poder alimentar a su bebé (esta hora no sería descontable en ningún caso a la hora de cobrar el jornal).

En 1931, con la II República, se reconocería el conocido primer permiso de maternidad. En aquella época se conocía como el Seguro Obligatorio de Maternidad que concedía un subsidio y un periodo de descanso durante 12 semanas para las madres. Esta fue una buena época legislativa en España, con avances como la aprobación del divorcio o del matrimonio civil. Con la llegada de la Guerra y posteriormente el régimen franquista, todo los derechos y avances conseguidos hasta el momento fueron derogados.

En el régimen franquista se limitó el acceso de la mujer al mundo laboral, sobre todo a las mujeres que ya estaban casadas, ya que su función debía ser el cuidado de la casa y de los hijos. El hombre sería el que debía encargarse de mantener la familia. Con el fin de potenciar la natalidad que se había visto muy resentida por la guerra y la postguerra, se crearon los subsidios familiares (diferentes ayudas como la de familia numerosa).

Después de la dictadura de Franco, en los años 50 y los 60, la necesidad de población activa con fin de expandir la industria del país hizo que la mujer se fuera incorporando cada vez más al mercado laboral.

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En los años 70 (con la mujer integrada en el mercado laboral) se otorgó en el Decreto de agosto de 1970 la posibilidad de que la mujer embarazada se diese de baja temporalmente entre 1 y 3 años.

A la vez que llegaba la democracia se aprobaba el Estatuto de los trabajadores (1980) quedó recogido en el artículo 48 que la suspensión y la reserva del puesto de trabajo sería de un tiempo máximo de 14 semanas después del parto para la madre. En el caso del padre, este solo disfrutaría de 2 días de permiso en el caso de nacimiento del hijo (4 en caso de fallecimiento).

Después de nueve años (1989) llegó la ampliación del permiso de maternidad, de 14 semanas a 16 (18 semanas en caso de un parto múltiple), de forma ininterrumpida. Siendo las primeras 6 semanas las inmediatamente posteriores al alumbramiento y disfrutadas por la madre. De las 10 semanas restantes, cuatro podían ser disfrutadas por el padre, si la madre le daba el consentimiento y no coincidían con las disfrutadas por ella.

Durante los más de 30 años que lleva vigente este artículo se han producido numerosas modificaciones, sin embargo, el número de días de descanso de la madre no ha aumentado. En el caso del padre se amplió a 4 días de permiso por nacimiento de hijo. No fue hasta 2007 cuando el permiso de paternidad se amplió de 4 días a los 13 ininterrumpidos.

En el 2017, y con el fin de fomentar la igualdad entre hombres y mujeres, se volvió a aplicar el permiso de paternidad hasta los 28 días. Más tarde, en el 2018, se volvió alargar llegando a los 35 días.

El 1 de abril de 2019 entró en vigor un nuevo permiso que aumenta de los 35 días que disponían los padres a 8 semanas, y en el año 2020 se elevó a 12 semanas. Se pretende igualar en los próximos años el permiso que disfruta la mujer, ampliando el permiso paternal a 16 semanas (se prevé que esto ocurrirá en el 2021).


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