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Enfermedades veraniegas de bebés y niños

Enfermedades veraniegas de bebés y niños

La llegada de la estación estival trae consigo cambios de hábitos alimenticios, actividades nuevas, calor, sol… pero también enfermedades como gastroenteritis, deshidratación, otitis, quemaduras solares, etc. En esta época la prevención y el control paterno son fundamentales para no tener que pasarse todo el verano de hospital en hospital con los niños y las maletas. Vigila las rutinas de tus hijos y presta atención a lo que comen, beben, a las horas de exposición al sol…
 

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Otitis

Los baños continuos en playas y piscinas provocan frecuentes otitis externas, 1 de cada 200 españoles la sufren todos los veranos. Es más frecuente en los niños -porque en verano juegan frecuentemente a remojo- y en las piscinas, ya que el agua se renueva menos y se producen más microbios.

Los síntomas de la otitis son:

-Dolor que aumenta al traccionar el pabellón o masticar.

-Sensación de picor y humedad en el conducto auditivo.

-Secreción a través del conducto: otorrea.

Si tu hijo tiene estos síntomas, lo mejor es acudir a un especialista que le proporcionará el tratamiento adecuado, normalmente con gotas para calmar el dolor.

En este caso, la prevención es fundamental, ya que las otitis se vuelven más frecuentes cuantas más veces se padezcan, y es muy posible que si tu hijo las tiene un verano, repita los siguientes si no se ponen medios para evitarlo. Sigue estas recomendaciones para no tener que pasarte 2 o 3 días alejado del agua con tu pequeño:

-Sécale los oídos con una toalla cada vez que salga del agua.

-No utilices bastoncillos para limpiarle.

-Ve al otorrino al comienzo de la temporada de baños para que le extraigan los tapones de cera.

-Si el niño es muy propenso a las infecciones en los oídos, que use tapones cuando se bañe.
 

 

Deshidratación

El calor intenso hace que con cualquier actividad física sudemos más y por lo tanto que aumente el riesgo de deshidratación entre los más pequeños de la casa. Así lo explica el Dr. Manuel Casanova Bellido, vicepresidente de la Asociación Española de Pediatría (AEP), “el niño, sobre todo el de corta edad, es más propenso a la deshidratación que el adulto. Por ello, y especialmente durante los meses de verano, conviene aportarle suficiente cantidad de líquidos, sobre todo cuando estén realizando actividades físicas o estén expuestos al sol y altas temperaturas”.

Las olas de calor, como las que se espera que suframos este verano, provocan diarreas y vómitos en los más pequeños, causándoles en un último término un proceso de deshidratación. La Sociedad Española de Nutrición (SEN) recomienda extremar los cuidados durante los días más calurosos mediante una alimentación equilibrada, el continuo consumo de agua y una correcta higiene en los alimentos.

Los síntomas de la deshidratación son:

-Piel reseca y poco flexible.

-Ojos hundidos.

-Escasez de saliva.

-En los bebés, fontanelas hundidas.

-Orina poco abundante.

-Latido cardiaco rápido.

-En los casos más graves, convulsiones, aturdimiento, falta de conciencia.

La SEN aconseja, en caso de deshidratación, dar al niño en cantidad progresiva líquidos isotónicos o agua; ponerle a la sombra en un sitio fresco y ventilado de forma inmediata; que coma alimentos astringentes y fáciles de digerir como arroz, patata y zanahoria cocidos, pescado blanco o pollo hervido y plátano maduro; y, si se observan calambres, náuseas, vómitos, diarrea, fiebre, dolor de cabeza y fatiga, acudir rápidamente a un servicio de urgencias.
 

 

Enfermedades intestinales

Las altas temperaturas de los días veraniegos ofrecen un ambiente propicio para el desarrollo de virus y bacterias en los alimentos, provocando infecciones gastrointestinales en quienes los comen. También el mantenimiento inadecuado de algunas comidas (como las derivadas de la leche o las que contienen huevo) o la falta de higiene al manipularlas, les convierten en una fuente de gérmenes.

Estas infecciones intestinales dan lugar a cuadros de diarrea aguda simple; de gastroenteritis, cuando existe presencia de vómitos; o de infecciones como la salmonelosis.

Es muy importante extremar la higiene de los alimentos crudos (como lechuga o tomate), refrigerar y conservar adecuadamente toda la comida (nunca dejarla fuera de la nevera mucho tiempo) y comprar agua embotellada en los lugares de veraneo.
 

 

Picaduras de insectos

Se manifiestan con mayor frecuencia en el verano, ya que el sofocante calor hace que los mosquitos, tábanos, avispas, medusas… salgan a la superficie.

Los mosquitos comunes aprovechan la noche para actuar. Su picadura provoca una leve hinchazón con un picor no muy intenso, pero sí duradero. Para aliviarlo se puede recurrir a fármacos que refrescan y calman la piel, productos que no contengan alcohol ni alteren el pH de la piel, sobre todo en los bebés.

Las avispas y las abejas también proliferan en esta época. Aunque las picaduras no suelen revestir gravedad, las personas alérgicas a estos insectos se exponen a mareos, pérdidas de conciencia y vómitos. Para tratar este tipo de picaduras que se presentan como una hinchazón de color rojo, de gran tamaño y bastante dolorosa, se debe extraer el aguijón si se ha quedado dentro, lavar la zona, desinfectar con un antiséptico y aplicar hielo o una pomada antipruriginosa para calmar el dolor. Si se tiene alergia, hay que acudir al médico inmediatamente.

 

En el caso de las medusas, éstas inyectan una sustancia tóxica dentro de la piel, que provoca picor intenso y un molesto escozor. Para su curación, se recomienda quitar los restos de tentáculos con unas pinzas; lavar la zona infectada con agua de mar o agua fría (nunca con agua dulce de forma directa, sino con un plástico); y aplicar un antipruriginoso.

Para protegernos de las picaduras la AEP recomienda los siguientes consejos:

- Vigila que no haya algún avispero o panal de abejas cerca.

- Evita que el niño utilice jabones y champús perfumados. Asimismo, procura que emplee ropas claras, que atraen mucho menos a los insectos que las oscuras.

- Si le pica, trata de identificar el insecto causante y el número de picaduras; seguidamente lava la zona con agua y jabón. Si se produce una reacción local importante, aplica frío para limitar la inflamación y la absorción del veneno; por el contrario, aplica calor si lo que predomina es el dolor; observa la reacción de la piel y el estado general del niño y ante cualquier signo alarmante, acude a un servicio de urgencias. 
 

Insolación

Se trata de un problema relacionado con la termorregulación del cuerpo debido a una exposición excesiva a los rayos ultravioletas del sol. Los síntomas se caracterizan por la reducción o el cese de la sudoración, dolor de cabeza, mareo, confusiones, taquicardia y la piel muy caliente y seca.

Para tratar las insolaciones, lo mejor es:

 

-Bajar la temperatura corporal trasladándole a la sombra o a lugares frescos.

-Mantener la cabeza un poco alta y refrescarle mojando la ropa o colocándole compresas de agua fría en la cabeza.

-Hidratarle muchísimo haciendo que beba agua, (sólo si está consciente)


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TodoPapás ha desarrollado una herramienta para calcular el color de ojos en los bebés que arroja como resultado qué porcentaje de probabilidades existen, sobre la base de las leyes mendelianas, de que un niño tenga un color de ojos determinado. En términos generales, el color de ojos de los bebés se hereda de una manera similar al color de pelo: los genes para los colores más oscuros son dominantes.

Fuente:

Dr. Manuel Casanova Bellido, vicepresidente de la Asociación Española de Pediatría (www.aeped.es).

Ajram, Dr. Jamil, Tarés, Dra. Rosa María (2005), El primer año de tu hijo, Barcelona, Ed. Planeta.

Sociedad Española de Nutrición.

Fecha de actualización: 19-05-2020

Redacción: Irene García

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