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Terapia psicológica para niños inquietos

Terapia psicológica para niños inquietos

¿Tu hijo es muy inquieto y no para ni un segundo? ¿Ya no sabes qué más hacer? Quizá es el momento de buscar ayuda profesional…

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Los niños inquietos

Todos los padres encontramos dificultades a la hora de criar y educar a nuestros hijos, pero en determinadas épocas, o ante determinadas formas de ser, estas dificultades se amplían y se vuelven tan grandes que llega un momento que los padres, desesperados, ya no saben qué hacer.

Una de estas dificultades puede ser tener un niño muy inquieto. Todos los niños son muy movidos y tiene un exceso de energía, pero algunos muestran una inquietud excesiva que no es capaz de calmarse con nada. Así, los niños inquietos de verdad se diferencian del resto en que no son capaces de estarse quietos en un mismo sitio mucho tiempo, cuando se les obliga a estar sentados, mueven sin parar los dedos, las piernas o las manos, tienen muchos intereses e inquietudes, pero todos les cansan enseguida y cambian pronto de actividad, no saben centrarse y concentrarse, quieren ser los primeros en todo y no saben esperar su turno, son muy impulsivos y efusivos, suelen tener discusiones y no son nada cautos, por lo que suelen sufrir muchos accidentes.

Todos estos rasgos, a diario, conllevan muchos problemas tanto en casa como en el colegio, puesto que el niño no es capaz de concentrarse en clase, se porta mal, recibe castigos, se retrasa en su aprendizaje, tiene problemas con otros niños, etc. Por eso, ante un niño extremadamente inquieto, es necesario actuar cuanto antes para ayudarle a calmarse, centrarse y reconducir esa energía de manera positiva.

 

¿Cómo puede ayudar un psicólogo a un niño inquieto?

Cuando los hijos se escapan de nuestro control y ninguna técnica o consejo de educación nos ayuda a controlarlos y encauzarlos, lo mejor es buscar ayuda profesional. Para empezar, puedes consultar con su pediatra o el psicólogo del centro escolar para que te ayuden a valorar si el niño realmente necesita terapia o no. Si se confirma que necesita ayuda profesional, incluso medicación en algunos casos, se le derivará al psiquiatra para que realice el diagnóstico oportuno y, después, lo normal es buscar un psicólogo especializado en niños que sepa tratar este tipo de casos de niños que no sufren un trastorno mental como tal, pero cuya personalidad es muy complicada y va contra las normas de la sociedad, por lo que hay que ayudarlos para que esos rasgos que parecen negativos, se conviertan en algo positivo.

Y es que los niños inquietos también tienen muchas cosas buenas debido a su forma de ser, como su curiosidad, sus ganas de hacer cosas y aprender, su buena disposición, etc. Solo hay que conseguir que, una vez se interesen por algo, no lo abandonen por otra actividad. También es necesario ayudarlos a calmarse, estar tranquilos, controlar los nervios, no ser tan impulsivos, esperar y respetar las normas, etc. Para ello, el psicólogo puede emplear diversas terapias.

La más habitual en estos casos es la terapia de conducta, en la que se analiza la conducta del niño y sus causas y se le enseñan una serie de técnicas para reforzar los comportamientos positivos y disminuir los negativos. Una buena manera de hacerlo es mediante las recompensas y privilegios otorgadas al cumplir las normas y, al revés, usar el coste de respuesta o la extinción ante las conductas inapropiadas.

También se puede usar la terapia cognitiva, que proporciona al niño inquieto una serie de técnicas de autoinstrucciones, autocontrol y solución de problemas. Si tiene problemas para relacionarse con los demás o es muy agresivo, se puede recurrir al entrenamiento de habilidades sociales para que aprenda a relacionarse con los demás de manera positiva. Y si sufre problemas de aprendizaje, puede ser necesario tratamiento psicopedagógico para mejorar el rendimiento escolar para ayudarle a centrarse, seguir las normas de clase y estudiar.

Pero, además de acudir a terapia, será necesario que el niño reciba ayuda de sus padres, puesto que la educación en casa es clave para reforzar estos comportamientos y conseguir mejoras. Por eso, los padres también deberán acudir a terapia para saber qué pautas seguir en casa caso, además de seguir una serie de consejos como tener mucha paciencia; aceptar y querer al niño tal y como es y saber valorar sus pros y sus contras; evitar las etiquetas y los juicios personales; explicarle en cada caso qué es lo que ha hecho mal y cómo debería de haberse comportado; buscar actividades que le ayuden a desfogarse y canalizar su energía; alabar y elogiar cada avance y cada comportamiento bueno; enseñarle técnicas de relajación; aportarle rutinas y horarios para darle seguridad a su día a día; enseñarle con el ejemplo, evitando estar delante de él inquieto y nervioso; hablar con sus profesores a menudo para saber qué problemas tiene en el colegio; etc.

De esta manera, el comportamiento del niño mejorará, así como su rendimiento escolar, y podrá ser mucho más feliz.


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 08-03-2021

Redacción: Irene García

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