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Terapia psicológica para niños con vitíligo

Terapia psicológica para niños con vitíligo

El vitíligo es una enfermedad de la piel que provoca la pérdida de color en muchas zonas, principalmente de la cara y las manos, lo que hace que el niño tenga un aspecto característico, causando, en muchos casos, ansiedad y depresión. Por eso, se recomienda que el tratamiento para los niños con vitíligo sea multidisciplinar e incluya terapia y ayuda psicológica.

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Indice

 

Causas, síntomas y tratamiento farmacológico del vitíligo

El vitíligo es una enfermedad de la piel que puede afectar a cualquier parte del cuerpo. El tono de nuestra piel está determinado por la cantidad de melanina que tenemos. Cuanta más melanina, más oscura será la piel. Generalmente, el tono de nuestra piel es uniforme, aunque puede haber diferencias en ciertas zonas como la palma de las manos. Pero, siempre que no lo alteremos por los rayos solares, nuestra piel tendrá un tono uniforme por la mayor parte de nuestro cuerpo.

Sin embargo, en las personas afectadas por esta enfermedad, las células que producen melanina mueren o dejan de funcionar en ciertas zonas del cuerpo, lo que provoca la aparición de manchas o zonas de un color mucho más blanquecino que el resto de la piel. Esta enfermedad no es contagiosa ni peligrosa, pero sí puede afectar, y mucho, a la autoestima de la persona que la padece, ya que el vitíligo suele aparecer en zonas del cuerpo que se ven a simple vista, como la cara o las manos, por lo que no se puede ocultar.

El síntoma principal del vitíligo es la pérdida de pigmentación irregular en la piel, es decir, se produce solo en algunas zonas del cuerpo. Generalmente, afecta primero a las manos, los pies, los brazos, la cara y los labios. También puede causar una coloración blanca o gris prematura en el cuero cabelludo, las pestañas o las cejas, pérdida de color en las membranas mucosas de la boca y la nariz, e incluso en la retina.

Aunque puede aparecer a cualquier edad, incluso desde la infancia, es más habitual en jóvenes de más de 20 años.

La causa de esta enfermedad, como decíamos, es que las células productoras de pigmento, los melanocitos, mueren o dejan de fabricar melanina, el pigmento que da el color a la piel, los ojos y el cabello. A consecuencia, esas zonas se vuelven más blancas. Sin embargo, aún no se ha descubierto por qué los melanocitos dejan de producir melanina; se piensa que puede estar causado por un trastorno inmunitario, herencia genética o un evento desencadenante como un episodio muy estresante o una quemadura solar.

Esta enfermedad no es dolorosa, pero sí puede causar serias complicaciones como angustia social y psicológica, quemaduras solares, cáncer de piel, iritis, pérdida de la audición, etc.

En cuanto al tratamiento, no existe una cura definitiva y muchos tienen efectos secundarios graves, por eso el médico debe analizar cada caso concreto para valorar el mejor tratamiento a seguir. Lo primero que se suele hacer es maquillarse las zonas afectadas para que no se note el cambio de coloración. Además, existen muchos medicamentos que pueden ayudar a recuperar el tono de piel o hacer que no se extienda más el problema, aunque no todos son eficaces en todos los casos y muchos de ellos tardan mucho tiempo en mostrar resultados positivos, lo que puede resultar desesperante para los enfermos.

Entre los medicamentos que pueden emplearse encontramos cremas con corticoesteroides para recuperar el color de la piel; medicamentos que afectan al sistema inmunitario; combinar psoraleno, una sustancia de origen vegetal, con fototerapia (fotoquimioterapia) para devolver el color a las manchas claras; despigmentación del color restante para que se iguale el tono; o cirugía, como injertos cutáneos o injertos de ampollas. El problema, como veíamos, es que la mayoría de estos tratamientos tienen efectos secundarios serios y no siempre son eficaces, por lo que mucha gente acaba recurriendo únicamente al maquillaje para que no se note la enfermedad.


Terapia psicológica para niños con vitíligo

El mayor problema del vitíligo es que es una enfermedad que se nota a simple vista, ya que la despigmentación de la cara, las manos o los brazos no pasa desapercibido, marcando en cierta forma al afectado. Esto puede causar estrés, angustia, inseguridad, baja autoestima, tristeza, acoso y burlas, interferencia con la maduración emocional y social, vergüenza e incluso depresión. De hecho, según una investigación brasileña, del 25% de niños estudiados, el 60% informó de problemas psicológicos. Por eso, si tu hijo padece vitíligo debes estar pendiente no solo del tratamiento físico, sino también del emocional, ya que lo más seguro es que afectará a su comportamiento y desarrollo.

Estudios recientes han sugerido que el vitíligo en la infancia impacta en la calidad de vida de manera similar a la psoriasis. Según los expertos en el tema: "En general, los pacientes con vitíligo experimentan baja autoestima, estigmatización social, vergüenza, evitación de la intimidad, ansiedad, depresión, trastornos de adaptación, miedos, ideación suicida, y otras morbilidades psiquiátricas".

Es necesario que contéis con un buen profesional dermatológico que le dé al pequeño los mejores tratamientos posibles, pero también que busques información sobre la enfermedad para que la conozcas bien, que le expliques a tu hijo en qué consiste este problema y cómo puede afectarle (podéis incluso apuntaros a alguna asociación de ayuda de personas afectadas) y que busques ayuda psicológica si lo ves necesario.

El psicólogo realizará una evaluación del niño para ver qué problemas le ha causado esta enfermedad y buscará el mejor tratamiento. Normalmente, en niños con vitíligo se emplea la psicoterapia, incluyendo terapia cognitivo-conductual e hipnosis, ya que se ha demostrado muy eficaz para mejorar la calidad de vida, reducir la ansiedad y el estrés, mejorar la autoestima y las relaciones sociales, etc.


Fuentes: 

Passeron T, Ortonne J-P. Vitiligo and other disorders of hypopigmentation. In: Bolognia JL, Schaffer JV, Cerroni L, eds. Dermatology. 4th ed. Philadelphia, PA: Elsevier; 2018:chap 66.

Fecha de actualización: 12-07-2022

Redacción: Irene García

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