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¿Cómo ayudar a mi hijo malcriado?

¿Cómo ayudar a mi hijo malcriado?

Para muchos padres, sobre todo para los primerizos, la crianza y la educación de los hijos se complica en cuanto a poner límites y reglas en casa se refiere, pero tienen que tener en cuenta que son fundamentales para que su hijo crezca con buenos valores y un adecuado comportamiento y cuenten así con una gran aceptación en sociedad.

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Índice

 

¿Por qué mi hijo se porta mal?

Los niños no siempre se comportan bien y los padres se desesperan, por eso será importante que detecten las causas de su mal comportamiento y así poder corregir de manera oportuna y no incurrir en errores como ser permisivos y criar niños consentidos y tiranos; o bien ser controladores excesivos y criar a niños miedosos, tímidos y tristes.

La mala conducta de los niños puede ser intencional o accidental, por ejemplo:

- Durante un juego de pelota tu hijo la lanza con demasiada fuerza y sin dirección lastimando a otro niño (mala conducta accidental).

- En una tienda de dulces tu hijo te pide que le compres una paleta y ante tu negativo, él busca la manera de esconderla y salirse con ella (mala conducta intencional).
 

¿Qué es un mal comportamiento?

Los comportamientos de mala conducta que los niños pueden presentar y que serán las que nos indiquen si tenemos o no que ayudarles a mejorar su comportamiento son los siguientes:

- Uso de un vocabulario no adecuado (malas palabras).

- Comportamiento agresivo o violento sin motivo.

- Destrucción de objetos propios o ajenos.

- Mentiras, robos y desobediencia.
 

¿Cómo educar a mi hijo malcriado?

En cualquier caso, lo primero que has de tener es paciencia y calma para que, con amor y buenos tratos, pero nunca con castigos que incluyan golpes, puedas educar a tu hijo. Será importante pensar antes de actuar para obtener los cambios deseados en el mal comportamiento del niño.

Educar a los hijos no siempre es una tarea complicada, ya que, si desde el inicio de su desarrollo se establecen una serie de rutinas de sueño y alimentación, procurando que el lugar donde duerme, come o permanece despierto se mantenga estable tanto de sonidos como de olores, posibilitará un mayor equilibrio sobre todo en los primeros meses, evitándole además algo de irritabilidad.

A medida que va creciendo será importante marcarle algunas pautas, normas y límites, que siempre tienen que tener una razón que ellos tendrán que conocer, como, por ejemplo: cepillarse los dientes para evitar caries futuras.

Si los niños reaccionan mal ante sus responsabilidades, tendremos que hacerles ver que como consecuencia pueden perder algunos beneficios, como salir al parque, escuchar cuentos, etc. Por eso será importante que ellos sepan desde el principio que todos tenemos una serie de derechos y responsabilidades, que además van en aumento a medida que vamos creciendo.

Debemos ser constantes y firmes al marcarles las normas y no olvidarlas o aplicarlas un día sí y otro no; y si en alguna ocasión no se cumple con lo establecido y no se le llama la atención, los padres deberán entender que sus órdenes ya no son válidas. Las normas deben ser claras y el niño debe conocerlas, así como sus consecuencias. Los padres deben estar unidos en la educación y hay que ser firmes y no ceder.

Además, los niños deben saber que los límites, deberes y obligaciones no solo son propias de la convivencia en casa, sino que también son necesarias en el colegio y en la sociedad en general.

Los niños malcriados a menudo presentan berrinches y conductas agresivas. Cuando el niño tenga una rabieta, no se le debe hacer caso, pero tampoco enojarse o responder con gritos o insultos. Simplemente se les debe hacer entender que los golpes y las patadas no sirven de nada, que quien golpea solo recibe rechazo. Después, darle tiempo para calmarse y que, por supuesto, entienda que no sirve de nada su berrinche y menos para chantajear a sus padres.

Hay que intentar llevarlo a un lugar apartado de las demás personas y hablar tranquilamente tratando de dialogar y negociar la situación. En esas negociaciones, además, nunca deben prometerse cosas que no se cumplirán, obligarlos a hablar cuando están enojados, castigarlos en un momento de enfado o compararlos con los hermanos, pues esta nunca es la forma más eficaz de corregirlos o llegar a buenos acuerdos. Por ello, lo ideal es hacer lo siguiente:

- Colocarte a su misma altura (arrodillarte o sentarte en el suelo).

Hacer contacto visual con tu hijo antes de comenzar a hablar.

- Utilizar un tono de voz firme y cálido, pero siempre en tono bajo.

No interrumpirle cuando te esté explicando lo que ha sucedido.

Mantener la calma todo el tiempo, sin importar qué tan molesto se sienta.

- No etiquetarle como malcriado o malo.

- Ser un buen ejemplo.

- No excusar su mal comportamiento.

- Fomentar el refuerzo positivo.

- No sobreproteger a los niños. 

Es importante tener en cuenta también que los consejos o sugerencias mencionados no son una garantía y, por supuesto, ninguna será perfecta para todos los padres y niños, porque cada niño es único y las circunstancias en las que se presente la conducta podrán ser similares, pero hay muchos factores y no todos serán iguales. Habrá que observar, por tanto, el porqué de la conducta a la hora de disciplinar a tu hijo para quizás darte cuenta de cuál es la manera más idónea de educarlo. Se debe encontrar siempre un término medio para lograr educar a niños respetuosos, afectuosos y bien portados.

Pero si, por más que se intente, los problemas de comportamiento son cada vez más graves y frecuentes, lo mejor será consultar al médico o a algún profesional especialista en conductas infantiles.


Fuente:

Domènech, Montse (2015), Edúcame bien, Ed. Plaza & Janés.

Fecha de actualización: 10-02-2023

Redacción: Edgar Corona

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