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¿Cómo ayudar a mi hijo con problemas del lenguaje?

¿Cómo ayudar a mi hijo con problemas del lenguaje?

El lenguaje es la capacidad propia del ser humano para expresar pensamientos y sentimientos por medio de la palabra, o bien el sistema de signos que utiliza una determinada comunidad para comunicarse oralmente o por escrito. Y aunque hay muchos tipos de lenguaje, el habla es la principal forma de comunicación.

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Indice

 

El desarrollo del lenguaje en los primeros años de vida

El desarrollo del lenguaje está relacionado con la capacidad del niño para aprender a comunicarse, expresar y comprender la lengua natural, usada en su entorno social desde el momento de su nacimiento y durante su infancia hasta la pubertad. El habla y el lenguaje son las habilidades que los seres humanos utilizamos para comunicarnos.

Los primeros tres años de vida, cuando el cerebro todavía está en proceso de desarrollo y maduración, es el período más intensivo en la adquisición de las habilidades del habla y el lenguaje. Estas habilidades se desarrollan mejor cuando el niño está inmerso en un entorno rico en estímulos de imágenes, sonidos y está expuesto al habla y al lenguaje de los demás.

El desarrollo del lenguaje es un proceso evolutivo en el que se distinguen dos etapas:

Etapa prelingüística (o etapa preverbal). Se refiere al primer año del niño, donde el bebé recién nacido ya tiene capacidad para comunicarse e interactuar con el adulto. Esta se caracteriza porque los bebés emiten sonidos onomatopéyicos, el llamado balbuceo. La comunicación durante esta etapa es de tipo afectivo y gestual, y por ello es tan importante que las palabras vayan acompañadas de gestos cuando se habla con el bebé.

Etapa lingüística. Esta comienza cuando el bebé dice sus primeras palabras. Por norma general, esto sucede entre los quince y los dieciocho meses, aunque puede variar dependiendo de algunos factores.

Son muchos los padres que se preocupan si ven que su hijo habla menos que otros o empieza a hablar más tarde que lo demás, pero ante eso no debemos olvidar nunca que cada niño tiene su propio ritmo. No obstante, si conocemos las etapas del desarrollo podemos detectar las señales o hitos que harán que, tanto a padres como profesionales, puedan determinar si el niño está desarrollando su lenguaje como se espera o si, por el contrario, necesita algún tipo de ayuda.
 

Trastornos del lenguaje en niños

Los trastornos del habla y el lenguaje son comunes en los niños. Por suerte contamos en nuestra sociedad con algunos profesionales como los patólogos del habla y el lenguaje que diagnostican y tratan a los niños que tienen trastornos del habla y el lenguaje.

Según la Sociedad Española de Anatomía Patológica (SEAP), un patólogo es un médico especialista en Anatomía Patológica, la ciencia médica encargada de estudiar y analizar la estructura celular para intentar explicar los porqués de las distintas enfermedades desde lo morfológico hasta lo molecular.

Para ello, los patólogos necesitan una muestra de un tejido u órgano a lo que se llama biopsia, pieza quirúrgica o citología, y se sirven además de un microscopio óptico, aunque también pueden usar otros tipos como el electrónico o el de inmunofluorescencia, y equipos para análisis molecular.

Existen diferentes tipos de trastornos:

Trastorno del lenguaje expresivo (o afasia expresiva del desarrollo). Esta condición dificulta que los niños expresen los pensamientos y los sentimientos con palabras. Los niños que lo manifiestan usualmente hablan de manera tardía, tienen un vocabulario limitado, omiten palabras clave en sus oraciones y mezclan los tiempos de los verbos. También tienen el riesgo de tener otras dificultades de aprendizaje y de atención, incluyendo dislexia, TDAH y trastorno del procesamiento auditivo.

Trastorno mixto del lenguaje expresivo-receptivo. Los niños con el trastorno mixto del lenguaje expresivo-receptivo pueden mostrar algunos de los síntomas del trastorno del lenguaje expresivo, así como también la dificultad para entender lo que los otros dicen. Estos niños podrían tener problemas para expresar sus pensamientos con palabras y a menudo tienen dificultad para entender instrucciones verbales y oraciones más largas. Además, suelen tener dificultades para entender el vocabulario básico y podrían no comprender las historias que se les leen.

Trastorno de la comunicación social. Condición que dificulta que los niños tengan una conversación apropiada. Es posible que interrumpan con frecuencia y hablen demasiado o muy poco. También pueden decir cosas que parecen rudas porque tienen problemas para entender las reglas de interacción social y corren el riesgo de tener TDAH y dificultades para la comprensión de lectura.

Trastorno del procesamiento auditivo. Este tipo de trastorno afecta principalmente a la manera en que los niños reciben el lenguaje hablado más que en la manera como lo usan, pero sea como sea, siempre afecta la conversación. Los niños que presentan este tipo de trastorno tienen problemas para reconocer los diferentes sonidos que forman las palabras. Con frecuencia piden que repitan lo que se dijo y también puede que no hablen con claridad, omitiendo las últimas letras de una palabra y ciertas sílabas. Los niños con este trastorno corren el riesgo de tener dificultades con la lectura, incluyendo la dislexia. La dislexia es una condición cerebral que dificulta la lectura, la ortografía, la escritura y, algunas veces, el habla. Al cerebro de las personas que tienen dislexia le cuesta reconocer o procesar ciertos tipos de información.


¿Qué pueden hacer los padres en estos casos?

Hablar con el profesor. Quizás sea él o ella la persona más indicada para decirle cómo las dificultades de su hijo con el lenguaje hablado están afectando tanto a su aprendizaje como a su socialización, una información que además será muy útil de cara a médicos u otros profesionales especialistas en trastornos infantiles.

Tener en cuenta realizar una evaluación. Tanto los padres y las madres como el profesor pueden solicitar al propio colegio una evaluación del niño para saber si tiene realmente dificultades de aprendizaje y de atención.

Hablar con el pediatra. Es probable que esta sea una buena manera para comenzar a averiguar qué es lo que hay detrás de las dificultades del pequeño. Su pediatra podría descartar causas médicas como un problema de audición, por ejemplo, y este podría ser remitido a un especialista para que le evalúen de una manera más completa.

Consultar con otros especialistas. Como ya decíamos anteriormente, una de las personas que mejor puede evaluar el problema del niño con el lenguaje es un patólogo, que puede ayudar a cualquier niño que tenga, por ejemplo, dificultades con las habilidades sociales que no le permiten mantener una conversación adecuada, o podrían ayudar a otros (mayores) con problemas a que aprendan conciencia fonológica y mejoren su comprensión.


Los niños que se comunican mediante gestos

Existen diferentes tipos de lenguaje, y aunque la principal forma de comunicación sea el habla, son muchos los niños que se comunican con gestos, una forma muy importante de comunicación no verbal o comunicación no vocal en la que expresiones corporales visibles comunican mensajes determinados ya sea en lugar de, o en conjunción con el habla.

Los gestos incluyen el movimiento de las manos, la cara u otras partes del cuerpo, y difieren de la comunicación física no verbal en que no comunican mensajes específicos, tales como exposiciones puramente expresivas, proxémicas o de atención compartida. Con los gestos se pueden comunicar variedad de sentimientos y pensamientos, desde el desprecio y la hostilidad hasta la aprobación y el afecto.

Según un estudio, “los niños que se comunican con gestos tienen a los cuatro años y medio un vocabulario más rico”. Por norma general, los niños que se comunican mediante gestos comprensibles cuando tienen poco más de un año tienen, a los cuatro años y medio, un vocabulario más rico que el de aquellos sin tanto abanico gestual, o eso es al menos lo que argumentaban algunos investigadores de la Universidad de Chicago que fueron los que realizaron el estudio publicado en la revista “Science” en el que se afirmaba que “la posterior riqueza verbal facilita, en consecuencia, la mejor preparación de los niños para la escuela”. Además, a esto se le añade que en estudios anteriores se había constatado ya la idea de que un buen vocabulario es un predictor clave en el éxito escolar.

La investigación mostró, además, que los niños de familias con mayor nivel socioeconómico ven favorecida su capacidad para adquirir riqueza en el lenguaje, una característica que también se había comprobado en anteriores investigaciones, en las que se aseguraba que “las familias con mayores ingresos y nivel educativo hablan más con sus hijos y con frases mucho más complejas, lo que les permite enriquecer el vocabulario a edades mucho más tempranas”.

Para demostrarlo, los investigadores examinaron a medio centenar de familias de varios niveles socioeconómicos. Grabaron en vídeo a niños de catorce meses durante noventa minutos mientras interactuaban con su cuidador principal en casa. Los autores registraron las palabras y gestos que se producían en la comunicación entre padres e hijos. A esa edad, los bebés hacían una media de 20,9 tipos de gestos distintos, con grandes diferencias en función de su estatus social y económico: los niños de familias más acomodadas produjeron una media de 24 gestos, mientras que los del otro extremo solamente 13.

Desde los primeros meses de vida se utiliza el lenguaje no verbal para manifestar necesidades, expresar sensaciones y sentimientos. Estas desigualdades se percibieron también en los padres, cuyo nivel de gesticulación se pudo relacionar directamente con el de sus hijos. Pero, sin duda, lo que más sorprendió a los investigadores fue que, si bien en los primeros pasos del aprendizaje de vocabulario no se detectan diferencias debidas al estatus socioeconómico de la familia, cuando se trata de los gestos estos contrastes sí que se perciben de inmediato. Los niños, según los investigadores, no empiezan a comunicarse por gestos hasta cerca de los diez meses de vida, y las diferencias socioeconómicas comienzan a percibirse tan sólo cuatro meses más tarde y, a veces, incluso antes.

Además, cuando los niños cumplieron cuatro años y medio, los investigadores evaluaron su vocabulario mediante el test Peabody de vocabulario en imágenes, usado desde hace años para niños y chicos entre dos y dieciocho años para valorar la riqueza verbal. A esta edad, los resultados mostraron diferencias aún evidentes: los estudiantes de familias acomodadas obtuvieron una media de 117 puntos y el resto 93.

En la investigación no se examinó el por qué específico de la relación entre la comunicación gestual temprana y el mejor desarrollo del vocabulario. Según los autores, los gestos pueden jugar un papel indirecto en el aprendizaje de las palabras cuando se da una buena intervención de los padres y se enriquece el vocabulario del niño porque, de manera indirecta, un gesto comprensible ha reclamado hacerlo.


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