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Síndrome de Raynaud

Síndrome de Raynaud

Entre los trastornos que obstaculizan una lactancia eficaz y satisfactoria para madre y bebé, encontramos uno frecuente pero poco conocido: el síndrome de Raynaud.

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Indice

 

¿Qué es el Síndrome de Raynaud?

El síndrome de Raynaud se define en Medicina como una alteración de la circulación sanguínea, que afecta a los capilares de las partes del cuerpo que acaban en punta (dedos, nariz, orejas, pezones, etc.). Quien padece este trastorno sufre vasoespasmos, o contracciones bruscas de los vasos sanguíneos de las extremidades del cuerpo en respuesta al frío o a estímulos emocionales. En el caso de las mujeres lactantes, los capilares sanguíneos de los pezones se contraen, la sangre no fluye y la zona se queda sin oxígeno, restringiendo el flujo lácteo y ocasionando un fuerte dolor.
 

¿Cuáles son los signos importantes?

Asimismo, como consecuencia de esta falta de riego sanguíneo, durante el ataque de vasoconstricción, el pezón cambia de color, se torna blanco, después azul y cuando el episodio ha terminado y los vasos se dilatan súbitamente, la sangre vuelve a fluir en gran cantidad, otorgando a la zona un tono rojo intenso. Además de estas alteraciones de color, es normal que surjan también ampollas, llagas, grietas, úlceras…

Los signos importantes para diferencias el Síndrome de Raynaud de otros procesos y patologías son:

- Se sufren cambios en el color de la punta del pezón. Normalmente la punta está blanca al acabar la toma, a los pocos minutos se torna de un color morado hasta que más tarde vuelve a un color rosado.

- Empeora mucho con el frío y mejora con la aplicación de calor en la zona.

- Otra cosa que empeoran el cuadro clínico es el miedo o el estrés. El miedo y el estrés hacen que el cuerpo segregue catecolaminas y noradrenalinas, que son fuertemente vasoconstrictoras. Es por esto que muchas madres mejoran si acuden de manera regular a un grupo de apoyo donde se sienten atendidas y escuchadas. En cambio, si la madre se encuentra en casa sola y en tensión, suele empeorar.

Ahora bien, a diferencia de otras afecciones del pecho, como la mastitis, la infección o las grietas, el dolor producido por la enfermedad de Raynaud, es constante, es decir, no se manifiesta únicamente durante las tomas, cuando el niño succiona, sino también entre ellas, cuando el bebé no está mamando. De ahí la gravedad del asunto.

 

Causas del Síndrome

A pesar de su relativamente alta incidencia (entre el 5 y el 10% de la población lo padece y, según la Asociación Española de Pediatría, hasta un 20% de mujeres en edad fértil) las causas que originan esta afección son aún desconocidas; sin embargo, se sabe que en ocasiones aparece asociada a otras enfermedades o trastornos. Así, puede manifestarse cuando se adoptan malas posturas al amamantar, si el bebé tiene el frenillo corto, etc.

Lo que está comprobado es que estas y otras circunstancias pueden desencadenar o agravar el problema, por ejemplo, el frío, que empeora enormemente la situación al disminuir el flujo sanguíneo, o el tabaco cuyos efectos vasoconstrictores son de sobra conocidos.

Es importante que una asesora de lactancia valore las posibilidades, pero la causa más frecuente es la succión desorganizada. Es por esto que cuando el bebé suelta el pezón está blanco. En algunos casos la sangre vuelve al pezón de manera abrupta y se torna de un color tojo intenso y la madre siente que le late.
 

¿Qué hacer en estos casos?

En primer lugar hay que saber que este problema no debe impedir dar el pecho al bebé. La lactancia en sí no es la causa del síndrome de Raynaud y, aunque es común que esta propicie su aparición, un destete repentino no solo no lo remediará sino que puede desatar otras complicaciones mayores (ingurgitaciones, obstrucciones, abscesos, mastitis, etc.).

Desafortunadamente tampoco hay una cura para esta enfermedad, pero sí se puede controlar y tratar de aliviar sus síntomas. Una solución está en evitar los mencionados factores de riesgo, haciendo cambios en el estilo de vida, evitando la exposición al frío, alejándose del tabaco, optando por prendas holgadas que no aprieten la zona (sujetadores, tops, etc.), etc.

Se puede tratar de mejorar la succión del bebé, ya sea con una posición de crianza biológica o un agarre asimétrico, o derivando al niño a un pediatra para que valore si es necesario una frenotomía. La frenotomía sólo se realilzará si tanto los padres como el pediatra están de acuerdo. La frenotomía es una intervención que durante los últimos años ha aumentado, en ella se corta el frenillo (que se encuentra debajo de la lengua del  bebé) porque es demasiado corto. El aumento de estas intervenciones no es porque ahora haya más niños con el frenillo lingual corto, si no porque ahora las madres saben más sobre el tema.

Contra el dolor, se pueden adoptar medidas tales como aplicarse calor en el pecho tras las tomas, con una bolsa de agua caliente o bien una manta o almohadilla eléctrica. Masajear los senos para favorecer la circulación durante el episodio, etc. Una buena opción es rellenar un calcetín de algodón con arroz crudo y anudarlo metiéndolo en el microondas para calentarlo unos segundos. Aplica este calor tanto antes como después de las tomas. Para que esta medida sea más eficaz se recomienda no dejar pasar ni un segundo entre la aplicación del calor y el agarre del bebé al pecho.

Puedes probar a tomar también bebidas calientes sin cafeína o teína (ya que estas sustancias son vasoconstrictoras) antes de amamantar y amamantar en lugares cálidos también puede ayudar.

No obstante, a fin de excluir otras causas, es recomendable corregir la postura al amamantar al bebé, así como el agarre del mismo al pezón y confirmar que el pequeño no tiene anquiloglosia. Aunque los síntomas del síndrome de Raynaud (concretamente los cambios de color de pezón) son bastante evidentes, tampoco está de más realizarse un cultivo de la leche para descartar infecciones que puedan estar provocando el dolor.

También existen tratamientos farmacológicos que el médico puede recetar si considera conveniente. No te tomes vasodilatadores sin la receta de tu médico.


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