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Qué hacer con un niño con varicela

Qué hacer con un niño con varicela

La enfermedad infantil más contagiosa es sin duda el virus varicela zoster, más conocido como varicela. Se propaga a través de la tos y lo estornudos y uno de sus síntomas es la aparición de una erupción en la piel. Esta patología no se considera grave pero existen casos aislados en los que afectan a niños muy pequeños con un sistema inmunitario débil.

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Síntomas de la varicela

Seguramente todas las madres recuerden la varicela como una enfermedad que padecieron en su infancia, pero que tienen que volver a preocuparse e informarse de ella cuando a sus hijos les toca sufrirla. Sin embargo, gracias a los avances científicos, se ha descubierto una vacuna contra la varicela, por lo que cada vez hay menos niños que contraen esta enfermedad y, si han sido contagiados, la pasan muy levemente. De todos modos, a continuación te explicamos más detalladamente cuáles son sus síntomas, complicaciones, cómo es su contagio y cuál es el tratamiento adecuado.

Hay que tener en cuenta que los primeros síntomas aparecen aproximadamente dos semanas después de producirse el contagio. En este tiempo de incubación de la enfermedad, el niño no sufrirá ningún malestar.

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- La señal con la que te darás cuenta de que tiene la enfermedad es indudablemente la erupción. El exantema comienza en la cabeza y espalda, y se extiende por otras zonas del cuerpo, incluso puede llegar a la boca y a los genitales, durante los tres días siguientes. Causa mucho prurito.

- Se trata de una varicela leve si el niño tiene menos de 50 lesiones cutáneas (ampollas), y moderada, si aparecen entre 50 y 500 ampollas en su cuerpo. Con más de 500, se considera una varicela grave, aunque no implica la hospitalización.

- Las marcas empiezan siendo de color rojo y de tamaño muy pequeño que provocan picor. En la última fase se recubren de costra.

- Esta patología también causa fiebre, dolor de cabeza, somnolencia y pérdida de apetito.
 

¿Existe alguna complicación en esta enfermedad?

No es muy común que ocurra, pero si el niño se rasca con las uñas sucias puede provocar una sobreinfección bacteriana que requiere de tratamiento antibiótico. En este caso, las erupciones aumentarían de tamaño, se volverían purulentas y podrían dejar cicatrices permanentes.

Igualmente, se pueden dar otras complicaciones de salud, entre las que se encuentra la neumonía, miositis, encefalitis y miocarditis.

En el caso de que una mujer embarazada padezca por primera vez la varicela durante los dos primeros trimestres del embarazo existe un cierto riesgo de que el feto sufra el Síndrome de Varicela Congénita.


¿Cómo es su contagio?

Por contacto directo con las ampollas de la piel o a través de las gotas de saliva mediante un estornudo o simplemente que la persona que la padezca tosa. El período de incubación es de unos 15 días, aunque puede variar entre 10 y 21 días.

La varicela está causada por un virus, el varicella-zoster (VVZ) y es una de las enfermedades que se transmite con mayor facilidad, especialmente, en las primeras etapas del sarpullido.

Tras la primera infección el cuerpo produce una respuesta inmunitaria y el virus permanece en estado latente. Y, más adelante, puede reactivarse produciendo el herpes zóster (culebrilla). Puede aparecer de manera esporádica a cualquier edad, sobre todo en ancianos, pero es muy poco común en los menores de 10 años. Sólo entre un 10 y un 20% de la población padece el herpes zóster a lo largo de su vida.


Tratamiento de la varicela

Al ser un virus, no tiene tratamiento específico:

Reposo de una semana o 10 días.

Cortar las uñas de los niños y dejarlas muy cortas para evitar que infecten las heridas cuando se rasquen.

Baños cortos utilizando jabón neutro y agua templada. Al secarlo, debes emplear pequeños toques con la toalla, no arrastrándola nunca sobre la piel.

Vístele con ropa holgada y de algodón.

Si el picor es extremo, en el mercado existen productos para reducir el picor. No obstante, si las ampollas afectan a los genitales o a la boca debes acudir al pediatra para que os aconseje un anestésico local.

Vigila que tu hijo no se rasque la piel, de lo contrario le pueden quedar señales y cicatrices.

Cuando la fiebre supere los 38,5º C se le puede administrar un antitérmico recetado por el pediatra o profesional de medicina. 


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