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El miedo infantil a la oscuridad

El miedo infantil a la oscuridad

Millones de niños padecen miedo a la oscuridad. Se trata de un temor que se desarrolla por lo general a edades tempranas, cuando el niño comienza a relacionarse con el mundo que lo rodea y su imaginación se desarrolla. Esto puede suceder a partir de los 3 o 4 años y evolucionar con el niño hasta los 7 o incluso más años.

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Índice

 

¿Por qué tiene miedo a la oscuridad?

Un niño de 4 años puede temer a la oscuridad porque no percibe la cercanía de sus padres y no tiene referencias, desconoce lo que puede ocurrir en un espacio sin luz; mientras que un niño mayor que comprende, por ejemplo, que han robado en casa de sus vecinos, puede temer que haya un ladrón escondido en la oscuridad de su armario o bajo su cama...

Para muchos padres, que desearían sin duda que sus hijos creciesen sin temores, puede tratarse de una etapa difícil, sobre todo porque el momento de ir a dormir se convierte en un problema diario.

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El cansancio acumulado de la jornada no ayuda demasiado y el estrés termina por hacer mella en la paciencia de los padres, presentándose así un círculo vicioso.

 

La imaginación descontrolada no atiende a razones

Los motivos de este miedo infantil a la oscuridad no están muy claros para los especialistas, si bien es cierto que el ser humano inicialmente tiende a temer lo que no conoce.

Para un niño pequeño la mayoría de las cosas son desconocidas; se sabe que existe una relación directa entre la caída de la noche, la falta de luz y la llegada de las sombras y la aparición del miedo a lo que está oculto para sus ojos.

Por más que a tu hijo de 4 o 5 años le repitas que no hay ningún monstruo acechando bajo la cama o que las sombras que proyectan las sillas no son seres extraños que quieren hacerle daño, su imaginación en la oscuridad se desatará haciendo caso omiso de tus razonamientos. Es más, la plena atención a esos temores amplificará sus sentidos, y escuchará toda una serie de ruidos que el silencio de la noche hará más angustiosos, si cabe.
 

¿Qué aconsejan los expertos ante el miedo a la oscuridad?

Y entonces, ¿qué hacer? Ante todo, no desesperarse. El miedo infantil a la oscuridad desaparecerá poco a poco si tienes claros ciertos conceptos. Lo importante es que no se convierta en fobia.

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Es posible que la solución momentánea pase por dejar al niño dormir con los padres, o permitir que el niño temeroso sea consolado por su hermano mayor, pero cargar a éste con tal dilema o dejar que cambie de cama cada noche no es la solución, a menos a largo plazo.

La mayoría de los expertos en psicología infantil aconsejan, en primer lugar, no restar importancia al miedo a la oscuridad que padece el niño. Es posible que sus imaginaciones sean infundadas o no sepa explicar lo que le ocurre, pero sin duda su miedo es muy real. Despreciarlo significa para él o ella una doble carga, ya que además se sentirá avergonzado.

No tomes a broma los terrores nocturnos. Sé consciente de la forma en que hablas a tu hijo o hija: puede que una simple frase dicha sin mala intención quede grabada a fuego en su mente.

Además, ten en cuenta también que determinados personajes o figuras inventadas desde años como el hombre del saco, que vendrá si no termina su comida, o el monstruo que lo raptará si no hace esto o aquello deben quedar desterradas de su entorno.

Reduce los estímulos negativos. Está claro que el fácil acceso a la tecnología permite también que los estímulos indeseables penetren en la mente de los niños. Procura limitar, en la televisión u otros medios, los programas violentos o los personajes siniestros que puedan inducir temores. Recuerda que el cerebro del niño tiene un gran poder de asimilación.

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Aunque a muchos niños les ayude dejar la puerta del dormitorio abierta para ver la luz del pasillo, o incluso encender la propia luz de su dormitorio hasta que se queden dormidos, lo cierto es que la luz estimula más su cerebro y la hora de dormir se alarga. La solución pasa por dejar encendido un piloto suave o una lámpara muy tenue (menos de 40 W) hasta que consiga prescindir de ella.

Pero lo más importante es lograr un ambiente relajado antes de dormir. Reduce los estímulos al máximo para ofrecer al niño una potente sensación de tranquilidad. Háblale suavemente y haz que tus movimientos sean pausados. Lee con él un pequeño fragmento de un libro que transmita calma, sin demasiada acción o personajes con roles negativos, es muy positivo para que se sienta seguro y se deslice sin dificultad hacia el sueño. Evita la ansiedad.

Y establece también rutinas relajantes. Cualquier rutina relajante contribuye al buen dormir del niño y ayuda también a reducir los temores nocturnos. De hecho, si se le transmite al pequeño que ir a la cama y apagar la luz es parte de una cadena de acciones (que, por ejemplo, comienza con un baño y sigue con un biberón o bien un vaso de leche y un cuento), será mucho más sencillo conciliar el sueño y evitará así también que sea asaltado por los temores.

Además, por suerte, existen otros elementos que pueden formar parte de esas rutinas. Son muchos los niños que se relajan y se sienten confiados si duermen con algún peluche. También se puede optar por arropar al pequeño en la cama, darle un beso de buenas noches o, por ejemplo, contarle lo que harán juntos al día siguiente. Recuerda que los relatos le pueden tranquilizar un poco.

Y, por último, muéstrale que la casa es segura. Los niños suelen identificar lugares que les producen miedo y tal vez crea que en ese lugar se oculta una persona, un animal o algún tipo de criatura imaginaria inexistente. Entonces habrá que ir con él para comprobar que allí no hay nada.

Normalmente los lugares “más comunes” que generan este efecto son el espacio que suele haber debajo de la cama, en el interior de algún armario y en los huecos detrás de las puertas, pero eso sí, ten en cuenta que la idea de ir comprobando estos espacios determinados como si se tratara de una inspección no ayuda en absoluto. Lo mejor en este caso es encontrar algún pretexto buscando, por ejemplo, algo que no se encuentra por la casa, jugar al tesoro escondido o hacer una limpieza en casa. Ello te permite comprobar que no hay nadie en esos sitios y si, además, utilizamos el juego para comprobarlo reforzará las sensaciones positivas de este lugar y no las negativas.


Fuentes:

Blog AEP EnFamilia, "Miedos y fobias en la infancia" https://enfamilia.aeped.es/temas-salud/miedos-fobias-en-infancia

Fecha de actualización: 04-07-2022

Redacción: Irene García

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