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Cómo actuar ante las emociones infantiles

Cómo actuar ante las emociones infantiles

Entre el primer y tercer año de edad los niños han adquirido sentido de su individualidad y de sus propios deseos. Como consecuencia suelen ser presa de cambios de humor repentinos que influyen en su comportamiento. Comprender qué les pasa nos permitirá saber cómo actuar en cada caso de la mejor forma posible. Descubre, a través de varios ejemplos concretos cómo puedes ayudarles sin coartar sus emociones

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Monta en cólera

La situación: Es domingo, estáis en el parque y pasa un señor vendiendo muñecos de la última peli de dibujos animados. A tu pequeño inevitablemente se le van los ojos hacia ellos, e inmediatamente tira de tu brazo en su dirección y te dice: “¡Mami, quiero uno!” Pero tras tu negativa a comprárselo se tira al suelo y se pone a llorar y a patalear.

¿Qué le sucede? Las rabietas suelen presentarse en niños activos y llenos de energía, que quieren captar la atención de sus padres, conseguir algo de ellos o simplemente controlar el medio que les rodea. El niño tiene muy poca capacidad para demorar la satisfacción de sus deseos y necesidades y tiene poca tolerancia a la frustración. También puede tratarse de que su lenguaje aún no ha alcanzado el nivel suficiente para pedir con claridad todo aquello que le gustaría conseguir. En general todas las causas tienen un denominador común: son situaciones en que el niño no obtiene lo que quiere. Estas rabietas reflejan su deseo de ser independiente y capaz de seguir sus propias inclinaciones sin obstáculos en su camino.

¿Cómo reaccionar? Evita decirle no de manera brusca. Puede resultarle humillante, especialmente si con su actuación está tratando de manifestar sus deseos. Minimiza las situaciones en las que tengas que decir no y trata de detectar las señales de aviso (cara encendida, cansancio, irritabilidad...). Ante el primer indicio lo aconsejable es desviar la atención del pequeño hacia otra actividad. Si la rabieta ha comenzado no pierdas los nervios, conservando la calma le ayudaremos a tranquilizarse, hablándole suavemente. Es bueno además, hablar después de la rabieta, explicándole por qué sus actos son inadecuados. En ocasiones se hará necesario ignorar las conductas y retirarle la atención. Con ello lograrás no reforzar dicho comportamiento. Elogia también sus esfuerzos por controlarse (“Como estás pidiendo las cosas bien, voy a comprarte los caramelos”).

Evita: Humillarle (“Eres un niño insoportable y malo”) o castigarle. Evita asimismo la utilización del miedo para atajar una conducta no deseada. Es una solución inmediata, pero acabará haciendo temeroso al niño e impedirá que se desarrolle con libertad.

 

Está triste

La situación: Vais paseando y sin querer deja escapar el globo que le habían regalado en el restaurante donde acabáis de comer. Sus ojos llorosos están fijos en el globo que se eleva y se eleva hacia el cielo.

¿Qué le sucede? Es normal que esté triste cuando pierde algo que le gustaba. También nos sucede a los adultos.

¿Qué hacer? ¿Está triste? Ábrele tus brazos para que pueda refugiarse y dar rienda suelta a sus lágrimas. Llorar le ayudará a no guardar la tristeza en su interior. Si es la primera vez que le ocurre, puedes, si quieres, comprarle otro globo o pedir otro. La lección ya está aprendida: sabrá que la próxima vez deberá prestar atención o atarlo a su muñeca para que no se vuele. Pero puede ocurrir que tu hija no quiera otro globo, sino el que ahora viaja libre. En este caso el disgusto será inevitable.

Evita: Decirle que no llore cuando esté triste. Tampoco menosprecies su dolor. Es sólo un globo, pero para tu pequeña significaba mucho. Seguramente podrás distraerla y hacer que desaparezcan sus lágrimas, sin embargo su sufrimiento permanecerá. Llorar le ayuda a desahogarse.
 

Tiene miedo

La situación: No hay nada que hacer. Se niega a subir a los caballitos. Lleva toda la tarde esperando este momento pero con el tiovivo ante sus asustadizos ojos, le flaquean las fuerzas y se agarra a tu pierna como una lapa.

¿Qué le sucede? Está desarrollando su sistema nervioso y de repente toma conciencia de la velocidad y de los peligros que entraña.

En contra de lo que podamos creer, el miedo es una emoción extremadamente sana. Es un sistema de alarma que nos avisa de la presencia de un peligro. Informa a nuestro cuerpo para que actúe ante un riesgo y se enfrente a él. Nos enseña a prepararnos ante lo desconocido.

Ser valiente es conocer el miedo, vivirlo y reconocerlo, y asimilar todo lo que nos puede enseñar. Tu pequeño debe aprender a aceptarlo, a sobreponerse y a utilizarlo.

Cómo actuar: No le fuerces. Ponte en su lugar e intenta averiguar qué es lo que le produce ese temor: “¿Va muy rápido?” ¿Crees que porque se mueve puedes caerte? ¿Es porque mamá no está a tu lado?” Proponle subirte con él la primera vez. ¿Tampoco quiere subir? Inténtalo al cabo de un par de semanas. Tarde o temprano el miedo dará paso al deseo.

Evita: Tratarle de cobarde. No le presiones para que se sobreponga a sus miedos. Si le obligas reforzarás su angustia y quizás un día u otro el temor resurja en forma de fobia. Si insistes en ponerle en una situación que le provoca malestar correrás el riesgo de que no vuelva a confiar en ti.
 

 

Grita de felicidad

La situación: Viene de jugar al fútbol y entra en casa histérica de alegría contándote que ha marcado el gol del desempate en el último minuto del partido. Está feliz y te encantaría compartirlo con ella, pero hay un problema: sus gritos han despertado a su hermana pequeña, que acaba de dormirse. ¿No podría ser menos escandalosa?

¿Qué le sucede? Ella está contenta y orgullosa de sí misma; es normal que haga ruido. Todavía no ha perdido la capacidad de chillar de felicidad, como los adultos, reprimidos socialmente. La felicidad es un sentimiento precioso y cada vez que tu hija demuestra alegría y orgullo quedará marcado en su cerebro: la próxima vez lanzará el balón aún con más confianza.

Cómo actuar: Todo depende de cómo sean los gritos. Si chilla y salta durante un tiempo largo, será necesario que aprenda a dominarse y a ser más respetuosa con los demás. Pero si manifiesta su alegría de forma ruidosa y exagerada, lo que indudablemente está tratando de hacer también es llamar tu atención. ¿Estará celosa de su hermanita? Hazle mimos y habla con ella. Si se trata de un simple grito de felicidad, acompáñala en su alegría, le harás sentirse orgullosa de sí misma. Celebrar los éxitos reactiva las energías y el entusiasmo y nos ayuda a superarnos otorgándonos deseos de hacerlo mejor la próxima vez.

Evita: Felicitarla en exceso o de manera exagerada. Tu hija no es tonta y sabe que no ha hecho nada fuera de lo común, por lo que podrá descifrar el mensaje como: “Mamá me dice eso porque me quiere pero en realidad soy una inútil”.
 

 

Tiene envidia

La situación: Ha pedido a los Reyes el Castillo Medieval, pero parece que todos los niños han tenido la misma idea, así que tú te las has visto y deseado para encontrar la única unidad no agotada de toda la cuidad. Sin embargo tras desenvolver su regalo y descubrir ilusionado el castillo ve aparecer a su primo mayor con el último modelo de consola portátil. El castillo ha dejado de existir para él, ahora quiere una consola.

¿Qué le sucede? Si el castillo era una sorpresa, puede ser que la causa de su decepción sea simplemente que no le guste. Pero si por el contrario era un regalo deseado, el problema quizás esté en otro sitio. Tal vez en la relación con su primo. Piensa, ¿qué tiene su primo que no tenga él? ¿Es mayor? ¿Más fuerte? Seguramente si su pariente es mayor, él le admire y considere que todo lo que hace, dice, tiene y toca es sagrado. En consecuencia todas las cosas de tu hijo dejan de tener valor ante su presencia.

La envidia es un sentimiento inherente al ser humano. Si alguien posee algo que nosotros no tenemos inmediatamente se convierte en algo deseable. Cuando crecemos aprendemos a controlar este sentimiento, pero no podemos pedir a un niño pequeño que lo haga.

Cómo actuar: Hazle entender que comprendes su resentimiento: “¿Te gusta la consola de Alberto? El año que viene cuando seas mayor puedes pedir una si todavía la quieres. Mientras, podéis jugar los dos juntos”. Pídele a su primo que juegue con él. Esto le permitirá “apropiarse” un poco de ella. Intenta asimismo que tu sobrino juegue con el castillo. Si acepta lo habrás conseguido: el juguete se habrá revalorizado.

Evita: Censurar sus celos y culpabilizarle. No debe sentirse avergonzado de lo que siente. De otro modo percibirá que debe bloquear sus emociones. Y por mucho que las reprima éstas no desaparecerán. Tendrá que aprender a encauzarlas.

 

 


Fuentes:

Orgaz Nursery School.

Coleman, Paul (2006), ¿Cómo decirlo a los niños?, Ed. Prentice Hall. 

Fecha de actualización: 20-05-2020

Redacción: Irene García

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