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¿A partir de qué edad los niños guardan secretos?

¿A partir de qué edad los niños guardan secretos?

Los adultos tenemos la costumbre de contar secretos a los niños desde bien pequeños. A ellos les emociona mucho porque sienten que saben algo que los demás no pueden saber. 

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¿Qué es un secreto para un niño?

En los niños no es hasta que no adquieren cierto nivel de madurez emocional y cognitiva cuando comienzan a guardar secretos, aunque en algunas ocasiones es preferible que no lo hagan ya que ello podría acarrear algunas consecuencias graves como el abuso sexual.

En ese sentido, en primer lugar, lo que todos los adultos deben saber es que el tema de los secretos es un asunto algo complicado de entender sobre todo en edades más tempranas. ¿Cuándo un secreto es bueno o malo? ¿Cuándo es una sorpresa? Los secretos pueden ser buenos y malos. El secreto bueno es algo bonito o maravilloso que les genera alegría y les emociona. Sin embargo, el secreto malo es algo que les pone tristes, que no les gusta y que siempre deben contar.

Lo ideal sería diferenciar la palabra “secretos” de “sorpresas” que, aunque este último término muchas veces va enmascarado del término “secreto”, es del tipo de asunto que queremos que se sepa más adelante. Cuando un papá decide regalar algo a mamá, por ejemplo, y se lo cuenta a su hijo para que no lo revele hasta que llegue el día “y mamá abra el regalo y se sorprenda”. Sin embargo, si el adulto se acostumbra a identificarlos siempre como “secretos”, el niño acabará por no diferenciar y cuando se trate de algún asunto de extrema gravedad también lo guardará como secreto, pues será lo que el adulto que abusa les diga: “que guarden el secreto”.

Y sí, puede comenzar como un juego en que el padre o la madre “jugando” les pida que guarden un secreto u otro para que ellos consideren que tienen en su poder una información importante y que confían en ellos porque ya son niños muy grandes, pero lo cierto es que si esto se convierte en una práctica habitual el niño también podrá hacerlo si otro adulto se lo pide, algo que podría ser peligroso pues no siempre se conoce la intención del adulto.


Pero ¿es recomendable entonces que guarden secretos?

Sabemos que guardar secretos no es ninguna obligación, pero sí que forma parte de un acuerdo que implica mantener la confidencialidad de la información. Es una información manejada en un círculo social íntimo, donde son al menos dos personas las que acuerdan no revelar lo que han contado, aunque esta es una tarea más bien de adultos, razón por la que a los niños les cuesta tanto, algunas veces, guardar secretos.

Como decíamos, para mantener este tipo de acuerdos y guardar secretos es preciso que tengan cierto grado de madurez, por lo que pedir a un niño pequeño que nos guarde un secreto acaba siendo un compromiso bastante incómodo para él debido a su escasa experiencia social, o lo que podría traducirse en algo que va en contra de la naturaleza del niño, el poder mantener una información reservada.

Es posible también que pueda guardar el secreto durante algún tiempo, pero que ello le llegue a causar un conflicto emocional severo, y conseguir un motivo de peso podría significar una triste manipulación. Además, es posible que el niño sienta que el adulto se contradice, pues desde que se le comienzan a enseñar los valores que han de tener, se les dice que no está bien mentir u ocultar información. Por ello, cuando un adulto (hermanos, primos o abuelos y casi siempre como un simple juego) les pide que les guarden un secreto, en realidad, lo primero que al niño se le pasará por la cabeza será que está incumpliendo la enseñanza que sus padres le habían estado inculcando hasta el momento porque está ocultando información. Y para el niño, por tanto, será una confusión difícil de sobrellevar.

Es conveniente evitar involucrarles, a pesar de que suele ser bastante común que cometamos el error de pedir a los niños pequeños que no digan nada respecto a algo que, por ejemplo, vieron, al igual que es frecuente guardar un secreto solamente a uno de los dos progenitores, algo que también le costará entender. En estos casos lo que sucede es que la petición podría llegar a causar un estrés que compromete emocionalmente al pequeño, que sufrirá la tensión en su interior. De hecho, aunque pueda guardar el secreto, la presión que alcanzará será bastante incómoda para él pues va a ser objeto de preguntas y situaciones que le aterran por la responsabilidad.

En otras ocasiones más extremas, además, es posible que la petición de confidencialidad no sea totalmente inofensiva ya que esta puede venir acompañada de algún tipo de amenaza o coerción, que podría tener además como consecuencia que el niño sienta que está haciendo algo malo.


¿Qué deben hacer los padres?

En cualquier caso, resulta fundamental que los padres den información a sus hijos que puedan entender e interpretar, y evitar, en la medida de lo posible, que estén involucrados en temas de adultos para que no tengan que guardar secretos que no les corresponden y que, por supuesto, la educación sea explícita en cuanto a guardar secretos en el hogar se refiere, de manera que, en el caso de que así sea, se pueda evitar el abuso.

Sería bueno usar las palabras adecuadas a su edad, hablar con la verdad y ser precavidos sobre toda la información que se trata con desconocidos. De esta manera, se evitará que el niño sufra diversas consecuencias emocionales. Además, lo más probable es que si un niño es consciente de que en su casa se guardan secretos y no hay claridad en relación con algunos temas, comenzará seguramente a tomarlo como algo normal y a repetirlo.


Las consecuencias más graves

Es fundamental que los padres sepan que cuando ellos mismos piden a sus hijos que guarden secretos se los predispone para que otras personas adultas también les inviten a guardar secretos. El problema viene cuando estos secretos conllevan a unas consecuencias muy graves: el niño podría ser víctima de abuso sexual o incluso terminar siendo cómplice de actos negativos. En el primer caso, es decir, en el del abuso, nos referimos a la conducta en la que un niño o niña es utilizado como objeto sexual por parte de un adulto con la que mantienen una relación asimétrica de edad, madurez, desigualdad y poder.

En los casos de abuso sexual para cualquier niño o niña es una experiencia traumática, pues lo vive como un atentado hacia su integridad física o psicológica, que podrá afectar a su desarrollo psicoemocional, pero también a la respuesta psicosocial en la vida adulta, pues existe un uso de la fuerza, persuasión o coacción, es decir, se ejerce poder sobre el niño abusado.

Si les acostumbramos a guardar secretos y acaban, por desgracia, algún día, siendo víctimas de abuso sexual, es probable que también guarden ese secreto y jamás lo confiesen por el temor que ya se originó la primera vez en que un adulto le pidió (de broma) que le guardara un secreto. Es importante que no se les confíen los secretos, sobre todo si son demasiado pequeños, y evitar obligarles a mentir u ocultar información.


Signos que indican si ha habido abuso sexual

No obstante, hemos de saber que, les acostumbremos o no a guardar secretos, el abuso sexual existe. Por este motivo es fundamental conocer algunos síntomas que podrían indicar si el pequeño está sufriendo o no abuso sexual:

- El niño tiene dificultad al sentarse o al caminar

- Tiene pesadillas o comienza a mojar su cama

- Experimenta de manera repentina un cambio en el apetito

- Contrae algún tipo de enfermedad o infección de tipo sexual

- Demuestra comportamiento o conocimiento sexual algo inusual

Prestar atención al niño, escucharle y saber identificar si ha podido ser o no abusado sexualmente es fundamental, pero también lo es que se evite, en la medida de lo posible, que guarde secretos, haciéndole ocultar información y contradiciendo, además, todos los buenos valores que se le ha transmitido desde bien pequeño.


Fuente:

“Violencia sexual en niños: se puede prevenir” https://enfamilia.aeped.es/prevencion/violencia-sexual-en-ninos-se-puede-prevenir

Fecha de actualización: 08-02-2021

Redacción: Ana Ruiz

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