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Los 10 temores más frecuentes en el embarazo

Los 10 temores más frecuentes en el embarazo

Como la mayoría de las madres saben, el embarazo puede convertirse en una etapa de mucho estrés. Las hormonas se revolucionan, nuestra vida cambia y revolotean de golpe un sinfín de preocupaciones sobre nuestras cabezas: temores por la salud del bebé, por el nuevo rol que nos tocará desempeñar, por el parto… Si te sirve de consuelo has de saber que no experimentas nada distinto a otras embarazadas. Estos sentimientos son comunes a la mayor parte de las gestantes. A continuación te mostramos cuáles son los miedos más habituales y cómo plantarles cara

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¿Puedo sufrir un aborto?

No es lo habitual. La mayoría de los embarazos transcurren con normalidad. El riesgo de padecer un aborto es menor del 20%. En cualquier caso recuerda que casi todos transcurren en las primeras semanas de gestación, cuando muchas mujeres no saben ni siquiera que están en estado y por lo tanto no son conscientes de que han abortado. A partir de la octava semana el riesgo disminuye. Las probabilidades de tener un segundo aborto son muy bajas, aproximadamente del 3%.
 

¿Qué es lo que provoca un aborto?

En la mayoría de los casos no es achacable un hábito incorrecto por tu parte. Generalmente los abortos espontáneos se deben a embarazos genéticamente anormales. Una alteración cromosómica suele conllevar la muerte fetal debido a que el embrión no era viable. No te culpes. Pero para los demás casos puedes minimizar el riesgo de sufrir un aborto, no fumando, no probando el alcohol y reduciendo al máximo el consumo de cafeína.


Mis náuseas y mareos matutinos no me dejan comer y tengo miedo de que mi bebé no esté bien alimentado.

Un bebé -valga la comparación- es un excelente parásito. Se beneficia del cuerpo de la madre absorbiendo todos los nutrientes necesarios de los alimentos que le llegan (incluso si llevas días alimentándote sólo de galletas saladas y zumo). En principio tener náuseas y vómitos no debe ser motivo de preocupación al no ser que llegues al extremo de ser incapaz de comer nada.

Si crees que puedes padecer una deshidratación consúltalo con tu médico. Él podrá indicarte algún tratamiento antiemético inocuo para el bebé. Acostúmbrate a comer frecuentemente en pequeñas cantidades en lugar de realizar 2 o 3 comidas copiosas. Las náuseas suelen aparecer cuando el estómago está vacío, pero comer mucho tampoco ayuda, ya que sentirás más deseos de vomitar.

 

He comido alimentos prohibidos y he bebido alcohol ¿Perjudicará a la salud del bebé?

Actualmente las mujeres se ven sometidas a una gran presión sobre lo que deben y no deben hacer mientras están embarazadas. Evidentemente es aconsejable vigilar tu alimentación durante los nueve meses, pero obsesionarte con la idea hará que te vuelvas loca. Será tu médico el que te diga qué es lo que debes evitar y quien te recomiende ciertos alimentos o suplementos, pero ten en cuenta que es imposible seguir al pie de la letra los dictados de la perfecta nutrición.

La posibilidad de que tu hijo contraiga una de las enfermedades asociadas a la alimentación es muy pequeña; si bien la probabilidad existe, por lo que es deber de los médicos informarte y procurar ser muy cautos. Siguiendo una alimentación equilibrada y escuchando los consejos de tu ginecólogo no tendrás de qué preocuparte.

 

¿Y si tiene un defecto de nacimiento o algún problema de salud?

Como la mayoría de las futuras mamás, aguantarás la respiración en cada prueba prenatal, esperando que ésta demuestre que tu niño está sano y desarrollándose con normalidad. Recuerda que la posibilidad de que el bebé tenga algún defecto es tan sólo del 4%, donde se incluyen también los de menor gravedad. La mejor forma de proteger a tu hijo es tomando suplementos vitamínicos con ácido fólico, antes y durante el embarazo, para prevenir los defectos del tubo neural, como la espina bífida. Tu doctor también te dará una información más concreta de los posibles riesgos estudiando tu historia clínica.

Además, los problemas relacionados con la anatomía de tu bebé o su desarrollo normalmente son identificados en la primera fase del embarazo de modo que cuanto más tiempo pase sin detectarse ninguna anomalía, más segura podrás sentirte. Si en el noveno mes sientes a tu bebé moverse y te has hecho regularmente las revisiones y todo está correcto, hay más del 99% de probabilidad de que tu bebé nazca perfectamente.
 

Riesgo de prematuridad

Es lógico que la idea de parir antes de la 37ª semana te inquiete. El número de partos prematuros ha aumentado considerablemente, concretamente un 43% en la última década. La mayoría de los bebés prematuros nacen entre la semana 34 y 36, cuando las posibles complicaciones no implican gravedad o son prácticamente inexistentes. Si un bebé prematuro pesa entre 1.000 y 1.500 gramos, el índice de supervivencia es muy alto.

 

Igualmente el hecho de que un bebé nazca de manera prematura no implica importantes secuelas en su desarrollo o crecimiento. Si en los primeros días no sufre ningún problema, su evolución será similar a la de cualquier otro niño.
No obstante tienes en tu mano llevar a cabo ciertas cosas para evitar dar a luz antes de tiempo: no fumar, no beber alcohol, realizarte los chequeos pertinentes, tomar suplementos de ácido fólico, etc. 
 

¡Nunca perderé el peso ganado!

Aunque muchos proclamen que el embarazo es el mejor estado de la mujer, recuperar la línea tras el dar a luz es algo que les preocupa a prácticamente todas las futuras madres. Toda embarazada se ha sentido, en algún momento, angustiada por este asunto. Y ver en las revistas como las mamás famosas muestran sus esculturales cuerpos 5 días después de salir de la sala de partos no es el mejor remedio para levantar el ánimo, desde luego.

Lo cierto es que según demuestran las estadísticas, alrededor de un 20% de las mujeres mantienen el peso adquirido durante el embarazo, pero existen muchas maneras de perder de vista hasta el último kilo de más. En primer lugar trata de seguir las directrices del ginecólogo en lo que a alimentación se refiere para no ganar más peso del normal durante el embarazo.

Si engordas más de la cuenta te resultará mucho más complicado volver a tu peso anterior. Después del parto, amamantar a tu bebé también te ayudará a adelgazar. Y una vez que tu médico te dé permiso no dudes en hacer algo de deporte. Está comprobado que hacer ejercicio tras tener un hijo es más eficaz que restar calorías de tus comidas. Además mientras dure la lactancia deberás tener precaución con las dietas hipocalóricas, ya que requerirás más calorías para procurar la correcta alimentación del bebé.
 

Tengo miedo de padecer alguna enfermedad

Existen algunas enfermedades asociadas al embarazo como la preeclampsia o la diabetes gestacional.

La preeclampsia se presenta en un porcentaje bajo de embarazos, entre el 5 y el 15%. Y es más común en primerizas, mujeres menores de 18 años o mayores de 35, partos múltiples, con antecedentes de hipertensión, etc. Las causas no se conocen con exactitud, sin embargo, existen numerosas teorías no comprobadas que incluyen factores genéticos, alimenticios, vasculares y autoinmunes. Pero en el caso de que pertenecieras a algún grupo de riesgo tu ginecólogo llevará un control exhaustivo de tu embarazo desde el principio.

Alerta a tu médico ante el mínimo síntoma: visión borrosa, hinchazón repentina de manos y cara, aumento súbito de peso, dolor de cabeza, mareos, dolor abdominal, etc. Así podrá ser detectado a tiempo. En cuanto a la diabetes gestacional, entre el 2 y el 4% de las mujeres embarazadas la padecen. Es una dolencia temporal que raramente presenta síntomas. Y si lo hacen éstos se muestran de forma leve, por lo que es difícil pasarlos por alto. Esta diabetes se diagnostica en las pruebas rutinarias que suelen hacerse entre la semana 24 y 28. En el grupo de riesgo están las mujeres de más de 25 años, con obesidad o con antecedentes familiares de diabetes gestacional.

En el supuesto de que sufrieras esta patología deberás seguir una dieta sana sin grasas animales y rica en hidratos de carbono complejos o de lenta absorción (pastas, legumbres, cereales integrales...), así como verduras y frutas frescas. Además tendrás que llevar un control midiendo con frecuencia tus niveles de glucosa en sangre.
 

Mis relaciones sexuales no volverán a ser iguales

Tras la aparición en escena del bebé es difícil imaginar que tu vida volverá a ser como antes. Especialmente la sexual.¡Pero sucederá! No te preocupes. Sólo tienes que darle tiempo a tu cuerpo para que se recupere y a tu libido una oportunidad de volver a encenderse. Ten en cuenta que la lactancia puede apagar tu apetito sexual y el cansancio de las primeras semanas hará que desees ir a la cama con un único objetivo: dormir. Cuando el médico te dé luz verde para reanudar tus relaciones sexuales tómatelo con calma. Aunque él te dé permiso tal vez tu cuerpo (o tu mente) no lo hagan aún. Al principio puede resultarte un poco molesto, opta por abrazos prolongados, besos, masajes, conversaciones, miradas, caricias… En pocos meses comprobarás la asombrosa capacidad de recuperación del organismo y pronto volverás a dar rienda suelta a tu pasión.


¿El parto será doloroso?

Llevas todo el embarazo pensando en posibles nombres, en la decoración de su cuarto, en completar la canastilla… Pero hasta las últimas semanas no habías reparado en que tu bebé necesita salir por algún lado. Y empiezan los temores… ¿Cuánto dolerá? ¿Cuánto durará? ¿Qué pasará? En primer lugar, tranquilízate y piensa por un momento en la cantidad de mujeres que han dado a luz a lo largo de la historia (¡y sin epidural!). Si ellas pudieron, ¿por qué tú no?

Es normal sentir miedo ante lo desconocido, especialmente si eres madre primeriza. Recaba toda la información posible si crees que conociendo lo que ocurrirá aliviarás tu inquietud. Acude a clases de preparación al parto, lee libros especializados, pregunta a otras madres... Si por el contrario eres de las que piensan “ojos que no ven corazón que no siente” y a más información mayor ansiedad, pídele a tu médico que te cuente las cuatro cosas básicas que debes saber para estar preparada para el parto y espera hasta el día D. No obstante, no está de más que hagas partícipe a tu ginecólogo de tus temores, quien seguramente te tranquilizará con sus respuestas.



¿Y si necesito una cesárea?

Alrededor de un tercio de los nacimientos se llevan a cabo mediante cesárea, pero la mayor parte de ellas se deciden durante el proceso del parto. Otras son planificadas, si el niño viene de nalgas, es muy grande o hay problemas con la placenta. La cesárea por lo tanto no es la regla general, pero en el caso de que necesitases una, ¿no es esa la razón por la que estás en un hospital? Piensa en las mujeres que han requerido una, ¡la mayoría repiten maternidad!


¡No seré una buena madre!

El hecho de cuestionar tu capacidad para ejercer de madre es un buen síntoma, ya que demuestra que quieres hacer un buen trabajo en tu nuevo rol. Ante todo ten en cuenta que ninguna mamá primeriza ha sido madre antes y la mayoría tampoco han tenido experiencia criando bebés, y como habrás comprobado todas salen adelante. ¡Confía en tu instinto maternal!

Todas las madres saben cómo alimentar y cuidar a su bebé de forma instintiva y casi de modo inconsciente. Lo demás lo irás aprendiendo sobre la marcha. Seguro que lo haces mejor de lo que creías. Si aún así sigues preocupada por no saber cómo hacerlo, no dudes en preguntar tras el parto todo lo que necesites conocer a las matronas, o contratar a una experta para las primeras semanas, como una niñera cualificada, una puericultora, una doula
 


Te puede interesar:

TodoPapás ha desarrollado una calculadora que arroja como resultado el peso normal en el embarazo, según el mes de gestación. Este dato es importante porque adquirir más peso del preciso puede acarrear problemas de salud tanto a la madre como al bebé.

Fuente:

Huggins-Cooper, Lynn (2005), Maravillosamente embarazada, Madrid, Ed, Nowtilus.

Blott, Maggie (2015), Tu embarazo día a día, Barcelona, Ed. Planeta.

 

Fecha de actualización: 24-05-2020

Redacción: Lola García-Amado

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