Disciplina positiva en pareja

La disciplina positiva es una metodología creada en los años 20 por el psiquiatra infantil Alfred Adler, aunque su expansión actual se debe a la consejera familiar Jane Nelsen, quien adoptó este método como base para sus sesiones. Muy valorada hoy en día, puede aplicarse a las relaciones de pareja para conseguir una unión más fuerte y duradera, limar asperezas y resolver conflictos.

Y es que la disciplina positiva se basa en unos principios que son esenciales para cualquier relación social fluida, feliz y eficaz: respeto, colaboración, empatía, responsabilidad de los propios actos, autonomía, libertad, comprensión, cariño, implicación, comunicación… Si basamos nuestra relación de pareja en estos principios y realmente somos capaces de llevarlos a cabo, nuestra relación mejorará sustancialmente.

Pero ese el problema, respetar siempre estas bases. Para lograr aplicar la disciplina positiva a nuestras relaciones de pareja, te recomendamos lo siguiente:

- Fomenta la comunicación activa. Es decir, escucha a tu pareja siempre y de verdad. No pongas el piloto automático cuando te esté hablando. No hay nada que siente peor que repetir algo que ya se ha dicho porque la otra persona no nos estaba haciendo caso.

-  Buscad tiempo en pareja. Es importante que, al menos un día a la semana, estéis un rato juntos, sin niños, dedicando tiempo a vuestra relación.

- Dale libertad. No debes controlar a tu pareja y saber en cada momento lo que hace o con quién. Es bueno que ambos tengáis libertad y que podáis tener un rato para vosotros mismos, para vuestros hobbies.

- Hazle cumplidos a menudo. No basta con pensarlo, es necesario mantener la llama diciéndole al otro a menudo lo guap@ que está, lo bien que le queda esa ropa, etc.

- Haceos muestras de amor constantes. No dejéis los besos y abrazos solo para vuestros hijos, debéis seguir siendo cariñosos el uno con el otro.

- Ayudaos el uno al otro. Si le ves estresad@, cansad@ o preocupa@, pregúntale qué le pasa y ayúdale en lo que puedas. Y si no puedes ayudarle, al menos sabrá que estás ahí.

- Estad unidos en la educación. Debéis tener claro cómo queréis que sea la educación de vuestros hijos, las normas, límites y responsabilidades que deben asumir para hacer frente común y que no sea una fuente de conflictos y problemas.

- Acéptale como es. La gente no cambia. No intentes que sea de otra forma para sentirte tú más a gusto, debes aceptarle como es, con sus defectos y virtudes. Recuerda que eso es lo que te enamoró en un principio.

- Asume tus responsabilidades. Cuando te equivoques en algo, reconócelo y asume la responsabilidad, intentando buscar soluciones. Eso no significa que haya que flagelarse, sino aprender de los errores para no cometerlos de nuevo.

- No juzgues. No le juzgues ni le eches en cara sus errores. Y menos aún uses la frase “Te lo dije”. No es constructivo ni positivo.

- Disfrutad de las pequeñas cosas. No dejéis que el estrés y las prisas diarias os impidan disfrutar de los pequeños placeres de la vida, como un rato de risas y juegos con vuestros hijos, una buena conversación o una película juntos sentados en el sofá, una sonrisa o un beso.

- Sentido del humor. El sentido del humor, la alegría y las risas solucionan casi todos los conflictos. Usadlo a menudo.

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