Anselmo García de Polavieja

“Animo a todo el mundo a que cambie el espacio en el que se van a desarrollar sus hijos, haciéndolo más a su medida, física pero, también, emocionalmente”


TodoPapás: ¿Cómo empezaste a pintar murales para niños?

Anselmo García de Polavieja: Al terminar los estudios académicos, entré en el mundo del diseño gráfico y la publicidad, por un lado y, por otro, me dediqué a la pintura mural en general. Años más tarde, fui seleccionado por una fundación suiza que se dedica a pintar las áreas de Pediatría en hospitales de todo el mundo. Pinté con ellos varios hospitales por toda España. La actividad me gustó y decidí seguir por mi cuenta, centrando mi actividad en guarderías y casas particulares principalmente. Actualmente llevo ocho años dedicado a la pintura mural infantil.

TPP: A lo largo de su trayectoria profesional has pintado guarderías, colegios, casas, incluso hospitales… ¿Cómo ha sido esta experiencia?

AGP: Bueno, en cuanto a los hospitales, cuando la fundación terminó su labor en España, opté por seguir la actividad pero sin meterme en ese terreno, para respetarles esa parcela. De todas formas no estoy cerrado a esa posibilidad en el futuro. Además, con los trabajos en otras áreas no tengo mucho tiempo para volver a ese planteamiento.

Trabajando, he llegado a la conclusión de que en España no hay costumbre de esta práctica, pero sí sensibilidad para apreciarla, en todas partes y a todos los niveles. Toda mi experiencia es tremendamente positiva. Cuando termino un trabajo, los niños disfrutan como enanos (que lo son) y los adultos se vuelven un poco niños, no pudiendo evitar la sonrisa y comentarios que salen de “zonas dormidas” de su interior. A veces lo he propuesto como un magnífico regalo cuando nace un bebé o para un cumpleaños. Un pequeño detalle es suficiente para ambientar una estancia. Así que animo a todo el mundo a que cambie el espacio en el que se van a desarrollar sus hijos, haciéndolo más a su medida, física pero, también, emocionalmente. Desde un simple detalle, una flor, un personaje, una enredadera con animalitos, a la viñeta más maravillosa que puedan imaginar, para sumergirles en su propio cuento. Años después, no querrán borrarla de la pared, ni de su interior.

TPP: ¿En qué te inspiras al pintar?

AGP: En primer lugar, intento interpretar la idea de la persona que me encarga el trabajo, aportando mi visión profesional para adaptarla al fin concreto. Muchas veces, el cliente no tiene una idea definida y entonces la inspiración viene de la mano del personaje que va a disfrutar la pintura, es decir, los niños. La edad, si es una guardería o una habitación de casa, si es el dormitorio o un cuarto de juego, si está en la ciudad, la luz, en ocasiones la opinión de los propios niños… un sinfín de coordenadas que me ayudan a centrar el trabajo.

En base a estas premisas, propongo distintos argumentos que determinan la línea a seguir, momento en el que estoy en condiciones de preparar bocetos.

También los trabajos realizados te dan perspectiva, y vas trazando una línea cada vez más depurada en base a las reacciones de la gente, los resultados obtenidos y a tu propia experiencia. Mientras que estoy pintando, que son muchas horas, estoy recibiendo constantemente opiniones y reacciones que voy destilando en nuevos planteamientos para próximos trabajos.

Por otro lado, tengo una serie de personajes que funcionan muy bien y que sirven directamente, o dan idea a la gente a optar por otros. En cualquier caso suelo huir de estereotipos cinematográficos, a no ser que los pida explícitamente el cliente.

TPP: ¿El entorno influye en los motivos? Por ejemplo, no será lo mismo pintar un hospital que una casa particular…

AGP: Efectivamente hay datos que se deben tener muy en cuenta, como el estado anímico que se le presupone al niño en relación con la estancia. Esto es muy importante para determinar los criterios a seguir. Hay que considerar que se trata de “material muy sensible”, tanto por el lado del niño como por el de la pintura. Cuando estuve pintando hospitales, la fundación estaba asesorada por psicólogos infantiles y tomé debida nota de los consejos que daban a la hora de abordar los trabajos; posteriormente, he leído y hablado con psicólogos. Son muchos los factores que entran en juego, pero las reglas no son muy restrictivas, aunque hay que tenerlas en cuenta.

Por ejemplo, los ángulos muy agudos son muy agresivos y denotan nerviosismo y movimientos rápidos, por lo que no son aconsejables en pintura infantil; por el contrario, conviene trabajar con formas redondeadas de ritmos suaves que dan sensación blanda y de movimientos acompasados. Tampoco conviene que a los personajes se les vean los dientes, y si se ven, que sea con aspecto lo más suave posible, porque en caso contrario, tienden a dar aspecto feroz a las caras, como el lobo. Además, se recomienda que los murales tengan elementos a la altura de los niños, para que los sientan más cercanos y tengan sensación de cercanía e integración. Evidentemente nubes, soles, pájaros... no tienen por qué ceñirse a esta regla.

Por otro lado, hay que conocer las influencias del color en los estados de ánimo. Por ejemplo, la gama de colores fríos (azules, verdes...) son de tendencia pasiva y son aconsejables para zonas de descanso, o que no incluyan actividad. La gama de calientes (naranjas, rojos...) tienen la característica contraria y son indicados para zonas dinámicas y de juego. Los colores pastel son más suaves y relajantes y están más indicados para bebés. Las gamas medias y altas (no pasteles) son más dinámicas y son aconsejables en espacios abiertos.

TPP: ¿Se tarda mucho en realizar este tipo de trabajos?

AGP: Los trabajos son tremendamente personalizados, no hay dos iguales. Puede haber trabajos grandes, con motivos de gran tamaño y con poco detalle, o viceversa, pequeños pero muy elaborados y con mucho detalle. Ambos pueden requerir el mismo tiempo, incluso más los segundos. No obstante, pintar un mural en una habitación que no sea muy grande o muy elaborado, puede ser cuestión de un día.

De todas formas los planteamientos son infinitos y todos ellos dignos. En ocasiones, un pequeño detalle en una columna, o un personaje sobre un fondo ligero en una pared, son suficientes para ambientar una habitación. Aunque lo realmente sorprendente es ambientar toda la estancia con un argumento muy completo, incluso apoyándose en el mobiliario.

Además, la pintura, normalmente, es a base de agua por lo que no huele, seca rápidamente y no es tóxica, se puede tocar en poco tiempo. También se puede lavar y, si llegara a estropearse por el roce del niño, se puede reparar. Llegado el momento de un cambio de uso, se puede tapar sin ningún problema cuando se pinte otra vez la habitación.

TPP: ¿Crees que estos dibujos pueden ser positivos para el desarrollo de los niños?

AGP: Mucho, porque ayudan a crear un ambiente propicio para la actividad que vayan a desarrollar en ese entorno. Aunque llegue el momento en que el niño se acostumbre a los motivos pintados, de lo que no cabe duda es que el tipo de dibujo, el tono del color, el tratamiento, el tamaño, etc. siguen creando un ambiente que acompaña la actividad del niño en la estancia, predisponiéndole a su desarrollo.


Anselmo García de Polavieja
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