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Cómo ayudar a mi niño hiperactivo

Cómo ayudar a mi niño hiperactivo

La hiperactividad es un trastorno de la conducta infantil que lleva al niño a no poder quedarse quieto. Es un trastorno neurobiológico heterogéneo y complejo, no se puede explicar por una sola causa, sino por una serie de condiciones genéticas junto con otros factores ambientales. El trastorno de la hiperactividad con déficit de atención es un desorden muy serio que sufren muchos niños, y a veces se le confunde con un niño mal educado o rebelde, pero hay que saber cuál es el verdadero problema antes de etiquetarlo. 

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Índice

 

Síntomas del TDAH

Los síntomas que caracterizan el “Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad” (TDAH) son la impulsividad, la hiperactividad y la baja atención. Lo que nos ayudaría a detectarlos es observar si el niño manifiesta con frecuencia las siguientes conductas:

- Comportamiento infantil para su edad, excesivamente inquieto y dependiente, propio de un niño de menor edad.

- No se concentra, no mantiene la atención cuando es necesario.

- Es desorganizado y suele hacer trabajos escolares con baja calidad.

- Frecuentemente deja trabajos sin terminar o interrumpe los juegos.

- Está continuamente levantándose cuando debería estar sentado (en la clase o a la hora de comer).

- Es muy impulsivo, hace las cosas sin meditarlas previamente.

- Mueve mucho las manos y los pies.

- Suele interrumpir a los demás cuando están hablando o realizando alguna actividad.

- Siempre está corriendo y saltando, como si tuviera un motor en marcha.

- Le cuesta relacionarse con otros niños debido a que siempre está cambiando de juego, no respeta los turnos y no sigue reglas del grupo.

- A menudo pierde cosas o las olvida.

- Es desobediente y su comportamiento provoca las quejas de sus profesores.

Si tu hijo observa algunos de los puntos expuestos con frecuencia, quizás sea recomendable acudir a un profesional de medicina para diagnosticar o descartar el trastorno de hiperactividad.


¿Cómo ayudar a un niño hiperactivo?
 

El papel de los padres de niños hiperactivos resuelta imprescindible para su recuperación. Representan la fuente de seguridad, los modelos a seguir, el reflejo de lo que los hijos sienten que son, la base fundamental sobre la que construye su propia escala de valores y el concepto de disciplina y autoridad.

La familia de un niño hiperactivo necesita una organización y una estructuración muy clara, sin embargo, algunos aspectos relacionados con la propia enfermedad neurológica que tiene el niño dificulta que sea así. En algunas ocasiones, esta enfermedad es hereditaria y por lo menos uno de los padres es un adulto hiperactivo, al que le cuesta organizarse, ser ordenado y no alterarse.

Los padres suelen mostrar mucha ansiedad ante las dificultades con las que se encuentra su hijo.

En ocasiones las expectativas no son las adecuadas para el niño. Se le exige mucho en unos aspectos y se le sobreprotege en otros. El niño hiperactivo es más difícil de llevar si no se marcan unos límites educativos claros y consistentes.

Además, el refuerzo positivo es mucho más efectivo que el castigo. Es una técnica de cambio de conducta que ayuda a controlar las consecuencias de las acciones convirtiéndolas en agradables. Los refuerzos no tienen por qué ser materiales, pueden ser varazos, elogios, elegir el postre…

Para que tu hijo lo tenga más claro, es conveniente hacer un trato con él y que sepa de antemano las consecuencias positivas o negativas que tendrá si no cumple lo pactado.

Otra técnica que funciona es la corriente cognitivista, que consiste en entrenar al niño en los pasos que debe seguir, es decir, darle estrategias para que sepa cómo actuar. Se puede hacer mediante una guía externa o interna, instrucciones, ir diciendo las tareas en voz alta para que las vaya haciendo…

Los padres ponen frecuentemente un límite a las malas costumbres (le llaman a bañarse y si no viene, le obligan a hacerlo), pero no en el momento adecuado (le llaman 10 veces antes de ir por él), lo que provoca que apliquen los límites cuando ya están hartos y en momentos de descontrol emocional.

Muchos padres no pueden prever situaciones de alto riesgo, por lo que no pueden evitar el mal comportamiento de sus hijos. Podrás ayudar a tu hijo con hiperactividad si cuando estás en una sala de espera, por ejemplo, le llevas lápices de colores y un cuaderno o un juguete.

En un viaje largo en coche, lleva un libro de juegos, cuentos impresos o auditivos y haz algunas paradas antes de que se altere.

Si es muy lento vistiéndose por la mañana y además se despista con nada, levántalo 15 minutos antes y así todos estaréis más relajados.

Si se acuerda de las cosas a última hora, preparad la mochila por la noche y acostúmbralo a que utilice una agenda.

Si no le gusta hacer deberes, porque se pierde sus programas favoritos, podrás grabárselos para que los pueda ver después, si hay tiempo.

Resumiendo, será importante antes de etiquetar al pequeño como hiperactivo, consultar con el médico para que realice los estudios necesarios y dar un diagnóstico y descartar otros trastornos asociados. Puede recomendar alguna medicación para mejorar la atención y la concentración, que será importante seguir al pie de la letra, jamás auto medicamentar, aumentar o disminuir la dosis. Sin embargo, a veces es suficiente con cambios en el modelo educativo.

Transmítele tranquilidad y trata de mantener el equilibrio para transmitirle estabilidad emocional. Evita demostrarle tu cansancio,  irritabilidad e impotencia ante su comportamiento. Será recomendable mantener una actitud firme en relación con los límites, estimularlo cuando su comportamiento vaya mejorando  y ponerle límites cuando sea necesario, sobre todo en un niño hiperactivo ya que en su caso hay que ser más firme para que no tenga problemas en casa ni en la escuela.


Fuente:

AEP

Fecha de actualización: 12-05-2022

Redacción: Irene García

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