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¿Te puedes operar estando embarazada?

¿Te puedes operar estando embarazada?

Durante los nueves meses de embarazo es posible que te tengan que intervenir quirúrgicamente por motivos no obstétricos, como una apendicitis o una hernia inguinal. No te preocupes, puedes operarte sin problemas.

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Operaciones más comunes 

Algunas intervenciones de medicina pueden postergarse hasta después del  parto ya que no implican urgencia para el estado de salud de la madre, como una cirugía de menisco o quistes ováricos no canceroso.

Otras cirugías son de urgencia ya que pueden poner en peligro la vida de la madre, pero no son cirugías graves en sí, como una apendicectomía, la más común en estos meses. También es muy habitual la operación para extraer la vesícula si se ha inflamado una hernia o una obstrucción.

En cuanto a los casos más graves, como operaciones cardiovasculares, neurocirugías, trasplantes o tumores, requieren una evaluación minuciosa ya que sí pueden comportar riesgos. Pero este tipo de intervenciones son muy extrañas.

Los estudios apuntan a que solo un 0,2% de embarazadas pasará por quirófano en estos meses por problemas no obstétricos, una de cada 500.


¿La cirugía en el embarazo implica riesgos?

Un reciente estudio del Anschutz Medical Campus de la Universidad de Colorado, publicado en la revista JAMA Surgery, responde a esta pregunta en relación a la salud materna. Para ello, acudieron a la base de datos del Programa Nacional de Mejora de la Calidad Quirúrgica del Colegio de Cirujanos de EE UU, de la que extrajeron historias clínicas de pacientes operadas entre el 1 de enero de 2006 y el 31 de diciembre de 2011. El estudio incluye información de 2.764 gestantes y de 516.705 mujeres intervenidas que no estaban embarazadas, a las que se siguió hasta 30 días después de la operación.

Una de las primeras conclusiones a las que llegaron es que ni en mortalidad, morbilidad en general o complicaciones hay diferencias significativas respecto a las intervenciones en mujeres no embarazadas. Eso sí, este estudio no tuvo en cuenta posibles riesgos para el feto.

"Las conclusiones son aplicables a la situación en España", explica Camilo Castellón, jefe de servicio de cirugía general y aparato digestivo del Hospital Infanta Elena (Valdemoro, Madrid) y autor del libro Cirugía general y embarazo.  "Se trata de un estudio muy completo que emplea una base de población muy extensa y, frente a otros artículos similares, elimina el riesgo comparativo entre gestantes y no gestantes", destaca.

El único problema que sí existe a la hora de operar a una embarazada es que los síntomas pueden confundirse con las molestias propias del embarazo, con lo que a veces se tarda un tiempo en diagnosticar correctamente el problema. También da miedo realizar ciertas pruebas, por lo que la enfermedad puede agravarse. Por eso este estudio incide en la importancia de intervenir en cuanto sea necesario ya que no implica riesgos para la mamá.

Además de la urgencia de la enfermedad, los médicos señalan la importancia de tener en cuenta el trimestre de gestación. Y es que en el primer trimestre ciertos medicamentos que se usan en las intervenciones puede afectar al desarrollo del feto. Y en el tercero es más difícil llevar a cabo una operación y aumenta el riesgo de parto prematuro. Por eso se recomienda, siempre que se pueda esperar, realizar la operación en el segundo trimestre.

Siempre que sea posible, se evitarán las cirugías abdominales y pélvicas por riesgo de aborto o parto prematuro (a no ser que sea una cirugía fetal).

Asimismo, durante una intervención quirúrgica a una embarazada hay que tener en cuenta su corazón y sus pulmones funcionan de manera diferente estos meses. Incluso los medicamentos se metabolizan de manera distinta.

Los fenómenos de hipertensión/hipotensión son comunes en el postoperatorio y tienen efecto directo sobre el flujo uterino, por lo que hay que controlar constantemente la tensión de la mamá.

En cuanto a la anestesia, los medicamentos anestésicos no son perjudiciales para el feto, pero aun así se intenta, siempre que se pueda, usar anestesia local o regional. Lo mejor es no dormir a la madre entera. Además, se prefiere el uso de medicamentos de anestesia inyectados por vía epidural o raquídea para evitar el paso de estos a través del bebé. Diversos estudios han demostrado que las benzodiacepinas son seguras y que el óxido nitroso no tiene poder teratogénico a dosis habituales, pero sí a dosis mayores sobre animales, por lo que se recomienda evitarlo en los dos primeros trimestres para no producir alteraciones en el ADN del feto.

En relación a los riesgos para el feto, como hemos visto los medicamentos no producen malformaciones, pero una cirugía grave sí puede causar estrés a la madre, lo que puede provocar aborto o parto prematuro, según las semanas de gestación.

La operación siempre debe monitorizar al feto para estar pendientes de cualquier posible cambio en su bienestar, controlar sus funciones vitales y vigilar que no le ocurra nada durante la intervención o poder actuar si algo falla.

Sin embargo, en la mayoría de cirugías que se llevan a cabo en estos meses, como las de apéndice, vesícula, obstrucciones intestinales o hernias, no hay problema para el embarazo ni el feto. 


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