Quimioterapia y radioterapia durante el embarazo

Índice

• Cáncer en el embarazo
• ¿Qué tipos de cáncer son los más habituales en embarazadas?
• ¿El embarazo favorece la aparición de tumores?
• ¿Qué tratamientos contra el cáncer se pueden dar en el embarazo?

 

Cáncer en el embarazo

Descubrir un tumor durante el embarazo es posible. A no ser que se descubra en un estado muy avanzado, lo normal es esperar a dar a luz para tratarlo. Pero si su crecimiento es muy rápido o padece metástasis, los médicos pueden llegar a valorar el comenzar el tratamiento durante la gestación.
 

 

¿Qué tipos de cáncer son los más habituales en embarazadas?

El más frecuente, sin duda, es el cáncer de mama, que se presenta en 1 de cada 3.000 a 10.000 gestantes. Así, de todos los cánceres que se detectan en el embarazo, uno de cada cuatro es de mama.

Le sigue en frecuencia el cáncer de cuello de útero, casi en la misma proporción que el de mama. Los siguientes tipos más frecuentes son las leucemias (15%) y los linfomas (10%). Un 8% se debe a melanomas y un 4% a cáncer de tiroides.

¿El embarazo favorece la aparición de tumores?

A pesar de lo que algunas personas piensan, el embarazo no es un factor que favorezca el desarrollo de un tumor debido a los cambios hormonales. Las mujeres embarazadas no tienen mayor riesgo de sufrir esta enfermedad. Entre los factores que hacen más posible la aparición de un cáncer está la edad, la genética, la alimentación, fumar, etc.

Lo que sí es cierto es que el embarazo puede dificultar el diagnóstico, sobre todo en el caso del cáncer de mama ya que los senos sufren muchos cambios en estos meses. Además, muchas molestias normales en el embarazo pueden camuflar los síntomas de un cáncer y que este se descubra más tarde y en un estado más avanzado. Pero eso no significa que se desarrolle más rápido a causa del embarazo.

¿Qué tratamientos contra el cáncer se pueden dar en el embarazo?

Lo primero que se debe decidir en caso de descubrir un tumor en una embarazada es si se realiza el tratamiento en ese momento o se espera a dar a luz. Si el tumor es benigno o está en un estado inicial y tiene un crecimiento lento, lo mejor es esperar a que el niño nazca, incluso adelantando el parto a la semana 36 para poder empezar el tratamiento cuanto antes. Sin embargo, muchas veces no es posible esperar ya que se pone en riesgo la vida de la madre.

Existen evidencias de que algunos agentes quimioterápicos se pueden dar durante los dos últimos trimestres del embarazo sin que el tratamiento tenga consecuencias negativas para el feto. No obstante, la quimioterapia no debe administrarse durante el primer trimestre de gestación, ya que los fármacos que se inyectan por la vía intravenosa pueden traspasar la placenta y provocar malformaciones. Pasados estos primeros meses, no aumenta el riesgo de alteraciones fetales, pero sí puede causar parto prematuro o pérdida fetal. La quimioterapia durante el embarazo se asocia a: aborto espontáneo, malformaciones, mutaciones genéticas, tumores y retraso en el desarrollo. Además, algunos fármacos se consideran más seguros que otros -como el esquema FAC.

En cuanto a extirpar el tumor, como ocurre con otras cirugías, es posible con las precauciones adecuadas, a no ser que el tumor se encuentre en el útero. La anestesia no supone un riesgo para el feto, aunque se deberá controlar el bienestar fetal. Generalmente, se opta por la cirugía más radical para eliminar todo el tumor y, si es posible, que no haya que dar radio ni quimioterapia.

Sin embargo, la radioterapia sí es perjudicial para el bebé y por eso se prefiere dar tras el parto, ya que los efectos secundarios sobre el feto son importantes. Si no hay más remedio, se debe esperar a que pasen los tres primeros meses de embarazo, los más peligrosos ya que son en los que se forman los órganos principales. Antes de las 10 semanas de embarazo, la radioterapia puede causar un aborto. Hasta la semana 16 puede provocar retraso mental y retraso del crecimiento y, a partir de los seis meses, puede producir esterilidad, tumores malignos o alteraciones genéticas. Se puede llevar a cabo con menos riesgo si es por encima del abdomen (por ejemplo, en la cabeza).

La eficacia de la terapia hormonal, sola o con quimioterapia en mujeres embarazadas, aún no ha sido determinada, pero se sabe que el tamoxifeno es altamente teratógeno (causa malformaciones al feto).

Por último, no se han demostrado efectos dañinos en el feto secundarios al cáncer ni las células tumorales se transmitan el bebé a través de la placenta.