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¿Qué puedo darle a mi bebé para el reflujo?

¿Qué puedo darle a mi bebé para el reflujo?

El reflujo o regurgitación es habitual en los bebés menores de dieciocho meses. En ocasiones, cuando terminamos de alimentarles con leche materna o con el biberón, pueden comenzar los pequeños vómitos conocidos como el reflujo gastroesofágico.

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Impacto del reflujo en bebés

Si el bebé sufre de esta dolencia, la alimentación acaba convirtiéndose en una fuente de miedo para madres y padres primerizos, que acabamos haciendo un drama de todo lo que le sucede a nuestro bebé, cuando en realidad es la falta de experiencia lo que nos hace exagerar situaciones como estas.

Cuando comemos, el alimento pasa desde la garganta hasta el estómago a través del esófago, donde el esfínter, un anillo de fibras musculares, impide que los alimentos que ingerimos vuelvan al esófago. Por eso, si este no se cierra bien, el alimento puede volver produciéndose el reflujo gastroesofágico, que provoca pequeños vómitos.

Estos vómitos o reflujo son una afección digestiva que ocurre cuando los contenidos estomacales se devuelven desde el estómago hasta el esófago, provocando regurgitación. A pesar de que se presenta tanto en bebés como adultos, es más normal en los primeros, que en condiciones normales puede llegar a extenderse durante el primer año de vida del bebé. El problema viene cuando el reflujo gastroesofágico empeora con el paso del tiempo. 

No obstante, además de vomitar, este también provoca otra serie de molestias como la disfagia, la tos o las arcadas. La disfagia hace referencia a la dificultad o imposibilidad de tragar que suele ir acompañada de dolores, a veces lancinantes, es decir, angustiantes o dolorosos.

Existen tres tipos de reflujo gastroesofágico:

Fisiológico: es un reflujo leve que se produce después de las comidas.

Sintomático: se produce muy a menudo a lo largo del día.

Real: implica dificultad para respirar, pérdida de peso y broncoespasmos.

Si se trata de un reflujo gastroesofágico normal, los síntomas más comunes son la regurgitación y la predisposición a las arcadas y vómitos. Sin embargo, en los casos más graves, el reflujo gastroesofágico provoca un reflujo continuo con vómitos frecuentes que irritan el esófago. El reflujo gastroesofágico real llega a producir, como vemos arriba, pérdida de peso o incluso dificultad para respirar, por lo que debemos actuar de manera rápida y consultar con el pediatra para solucionar el problema e impedir que llegue a desarrollarse la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE)

Mucha tos, sobre todo tras las comidas, llanto excesivo, vómito desmedido durante las primeras semanas de vida del bebé que empeora al tomar leche materna o biberón, crecimiento lento, falta de apetito o silbidos en la respiración son otros de los síntomas que incluye este tipo de reflujo.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, no suele afectar a la buena alimentación y crecimiento de los bebés aunque sí se convierte en algo molesto e inquietante para los padres. Por eso, lo más recomendable es acudir al pediatra para que sea él quien determine lo que le sucede realmente. Normalmente, el profesional pregunta sobre los síntomas del bebé o le realiza un pequeño examen físico.


¿Qué hacer si mi bebé presenta reflujo?

No existe un tratamiento determinado para frenar el reflujo gastroesofágico, ya que en el 80% de los casos estas regurgitaciones se resuelven por sí solas, en torno a los seis meses, cuando el sistema digestivo, y sobre todo el esfínter, ha madurado.

A pesar de ser una afección pasajera, es algo bastante molesto por lo que siguiendo algunos de estos consejos podemos aliviar los síntomas:

- Cuando nuestro bebé presenta reflujo debemos evitar sobrealimentarlo. Siempre será mejor ofrecerle menos cantidad pero más a menudo.

- Durante la comida, y unos minutos después de acabar, lo más importante es sujetar a nuestro bebé en posición vertical hasta que eructe y no acostarlo en la cuna, ya que esta posición es la más adecuada. De esta manera, la gravedad ayudará a que no se devuelva la leche fácilmente. Algunos pediatras recomiendan que los bebés eructen cada 30 o 60 ml de leche.

- Cuando queramos acostarle en la cuna para dormir, debemos colocarle siempre boca arriba pero con una especie de cuña debajo del colchón para mantener la parte superior del cuerpo ligeramente elevada.

- Finalmente, en cuanto al vestuario, es mejor la ropa holgada y de algodón para una correcta transpiración.

Aunque lo más probable es que se trate de un trastorno leve con una corta duración, aproximadamente entre los 12 y 24 meses, también hay un pequeño porcentaje de casos en los que la duración de estos reflujos va más allá de los cuatro años de edad del pequeño.


Remedios naturales para el reflujo

Existen algunos remedios naturales que, aunque no acaben con el reflujo, sí ayudan a aliviar los síntomas que estos producen. No obstante, a pesar de ser remedios naturales, lo más aconsejable es consultarlos con el pediatra previamente.

Los remedios naturales más efectivos son el regaliz en infusión, el té de hierbas hecho con malva, llantén, caléndula, malvavisco y manzanilla, o una cucharadita de arcilla verde en medio vaso de agua antes de la comida.

Sabemos que el reflujo puede traernos algún que otro quebradero de cabeza como padres primerizos que somos, y producir, además, un malestar muy incómodo en los pequeños que los padecen, junto a algunos episodios de insomnio y falta de descanso. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, se trata de una molestia pasajera que suele remitir cuando el aparato digestivo del bebé se acostumbra al nuevo funcionamiento y coge fuerza.


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