Nacimiento del ego en los niños

Índice

• ¿Qué es el ego?
• Etapas de desarrollo del ego

 

¿Qué es el ego?

El ego es un concepto psicológico que hace referencia al reconocimiento del yo frente a los demás, es decir, el individuo se reconoce como tal, una persona distinta a las que le rodean.

Este concepto comienza a desarrollarse hacia los 6 meses de vida. Antes, el bebé no tiene consciencia de sí mismo. Se puede decir que no tiene ego.
 

Etapas de desarrollo del ego

A partir de esta edad, y hacia los 3 años más o menos, comienza el desarrollo del ego y la individualización, que pasa por diferentes etapas.

- De 6 meses a 2 años: gradualmente va descubriendo el “tú”, lo que favorece el asentamiento del “yo”. Se da cuenta de que su madre es una persona diferente, de que los objetos que le rodean no forman parte de él… A la vez que descubre aquellas cosas que sí forman parte de él, como las partes de su cuerpo, los sentimientos que experimenta, las actividades que realiza, los descubrimientos que hace, etc.

- De 2 a 3 años: es la etapa de mayor explosión del ego, una etapa que no pasa desapercibida para nadie, menos aún para los padres.

El niño ya sabe que es un individuo diferente de los demás, pero ahora quiere mostrarlo al mundo y comprobar hasta dónde llega su “yo”. La aparición del lenguaje y las emociones nuevas que descubre en esta etapa hacen que el ego se convierta en el dueño de su personalidad.

Esto hace que sean habituales los berrinches, las pataletas y las rabietas. No es que el niño se porte mal sin más o que quiera volver locos a sus padres, sino que está descubriendo su personalidad frente a la de sus padres. Quiere ver hasta dónde puede llegar, fuerza los límites y reta constantemente a sus padres para afianzar su “yo” frente al “tú” que representan sus padres. ¡Por algo se habla de los terribles 2 años!

Pero ahora que sabes por qué ocurre esto, puedes sacar provecho de tus nuevos conocimientos para saber cómo actuar cuando a tu hijo le dé una pataleta. Lo primero paciencia. Lo segundo, intentar calmarlo, quizá haciendo algo que no se espera como darle un abrazo.