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¿Cómo ayudar a nuestros hijos a desarrollar el lenguaje a través de las actividades cotidianas?

¿Cómo ayudar a nuestros hijos a desarrollar el lenguaje a través de las actividades cotidianas?

Desde que los pequeños llegan al mundo, empieza el desarrollo de la comunicación. Los padres nos comunicamos con el bebé en una situación asimétrica, ya que el adulto es un comunicador más hábil que el niño. Sin embargo, nos llegamos a entender porque los adultos utilizamos de manera no consciente unas estrategias que gestionan y favorecen la comunicación con ellos.

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A continuación veremos cuáles son algunas de esas estrategias no conscientes y naturales que los padres ponemos en marcha cuando hablamos con nuestros hijos y que son totalmente favorecedoras del desarrollo del lenguaje.


Interpretar y atribuir significado

Los padres interpretamos y atribuimos significado a las primeras actividades del bebé, como los gestos, los movimientos, los llantos, los gritos, las sonrisas y las emisiones de sonidos. Las asociamos con los sentimientos del niño: rabia, tristeza, apetito, malestar. El bebé se va dando cuenta de que sus conductas tienen una incidencia en su entorno social porque los adultos le damos una respuesta.

El bebé sonríe mientra mira su juguete favorito y los padres nos ponemos contentos y se lo damos. Además, hacemos comentarios, como “WSué bonito, el sonajero. Te gusta, ¿verdad?. Qué colores más bonitos: rojo, azul”.


Respetar los turnos de palabra

Los adultos tienden a propiciar que el niño participe, dejándole su propio tiempo y espacio para que pueda expresarse. El adulto no suele monopolizar la conversación, sino que va dejando el turno de palabra al niño. Y es que el objetivo de estas conversaciones primitivas es que el niño pueda tomar su turno y gestionar la comunicación cuando sea más mayor.

Los padres miramos al niño, hacemos un comentario, esperamos que el niño vuelva a hacer algún gesto, vocalización, expresión facial… se están estableciendo así los futuros turnos de conversación.


Detectar señales comunicativas

Cuando hablaba de conversaciones primitivas o tempranas, me refería a los intercambios que se dan entre el bebé y sus padres y otros familiares. El bebé hace gestos, sonidos, vocalizaciones, sonrisas, llantos, y estos son suficientes para que los adultos les atribuyamos significado y tratemos esas interacciones como verdaderas conversaciones. Los padres repetimos sus gestos, sonidos y vocalizaciones, les damos significado, comentamos sobre el aquí y el ahora. Todo esto ayuda a los bebés y a los niños a poder ir aprendiendo cuándo se espera de ellos que hablen.

Si vemos que el niño está intentando coger un juguete y no puede, podemos comentarlo, por ejemplo así: “Quieres coger el juguete, ¿verdad? Uy, cuesta un poco” y seguir observando para ver si el niño necesita ayuda, lo cual también lo podemos comentar: “Yo te puedo ayudar. Mira, cojo la pelota… aquí está, ¡para ti!”. Todos estos comentarios son un modelo de lenguaje que les estamos dando a nuestros hijos en una situación que tiene un contexto muy definido, que es el aquí y el ahora.


Reparar las incomprensiones

En los primeros estadios del desarrollo del lenguaje los adultos nos esforzamos por reparar las incomprensiones que se dan con frecuencia. Empleamos estrategias como la imitación idéntica del lenguaje infantil o la interpretación amplia, es decir, una sobreinterpretación de lo que el niño puede haber querido decir, aunque este no haya dicho ninguna palabra. Solo con los gestos, expresiones y vocalizaciones del bebé, los adultos podemos expresar lo que creemos que está queriendo decir y de esta manera le damos el modelo de lenguaje de esa situación en particular.

El niño nos está pidiendo algo y le damos un juguete pero se muestra contrariado, parece que quería otra cosa. Pues todos estos sentimientos que detectamos y nuestras acciones pueden ir acompañadas de nuestro lenguaje, como: “Ah, pensaba que querías el coche, pero me parece que quieres el autobús”, y observar su cara, qué nos quiere decir, para poder seguir con la acción, el juego y seguir agregando lenguaje.


Crear rutinas interactivas

Los bebés no hablan, pero desde el nacimiento están inmersos en un mundo lingüístico con sus padres, hermanos, otros familiares y amigos que les hablan a diario. Y les hablan con un lenguaje adaptado a ellos, a su edad, al contexto, al momento. Durante meses y los primeros años, el lenguaje que recibe será muy importante para poder luego empezar a usar su lenguaje expresivo (las primeras palabras y las primeras uniones de palabras).

Los niños normalmente disfrutan de las rutinas cotidianas y repetidas, como la hora del baño, las comidas, el vestirse y desvestirse, los ratos de juego y de mirar cuentos. Estas actividades tienen un alto grado de predicción y ayudan al niño a aprender las reglas de la conversación y, de este modo, a hablar.

Estas situaciones y actividades presentan una estructura siempre muy similar y un vocabulario y unas expresiones lingüísticas que se van repitiendo. Cuando hablo de vocabulario y expresiones no olvidemos que los sustantivos o los nombres de los objetos son importantes pero también lo son los verbos, para hablar de las acciones que hacemos, y los adjetivos, para describir cómo son las cosas, cómo nos sentimos, etc.

Por ejemplo, en los momentos del baño, se puede hablar del agua, del jabón, de las diferentes temperaturas como caliente-frío, de cómo nos queda el cuerpo (de sucio a limpio), de los olores, de las acciones de enjabonarse, aclararse, secarse, la toalla y su textura (suave, áspera...).

O a la hora de vestirse y desvestirse, podemos nombrar las prendas, los colores, hablar de qué nos falta, qué hay que ponerse en función de la época del año, de las estaciones y los momentos del día, de si tenemos calor o frío, de si nos ponemos o quitamos, y de las partes del cuerpo.

A medida que el niño va creciendo, de manera natural y no consciente, los padres iremos cambiando de estrategias y procedimientos porque el niño irá adquiriendo nuevas habilidades comunicativas que nos llevarán a comunicarnos acorde con ese nuevo estadio del desarrollo.

 

 


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Hay algunas parejas que exploran la idea de crear nombres para el bebé. Esta práctica tiene como ventaja que hace que el nombre resulte original pero, por contra, puede que el resultado no sea muy afortunado y no guste a todo el mundo.

Texto adaptado del libro “Ayudando a nuestros hijos a hablar de manera natural. Guía para padres de niños y niñas de 0 a 6 años. También para familias bilingües y multilingües”, de la autora y logopeda infantil Estela Bayarri, www.payhip.com/vidadesaborautentic. Creadora de la página Creciendo con las Palabras www.facebook.com/creciendoconlaspalabras sobre lenguaje infantil, crianza y otros aspectos del desarrollo infantil.

Fecha de actualización: 23-03-2021

Redacción: Irene García

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