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¿A qué edad puede comer un bebé naranja?

¿A qué edad puede comer un bebé naranja?

La naranja es una fruta ácida que procede de varios tipos de árboles frutales, aunque la naranja común que nos encontramos en nuestros mercados procede del naranjo dulce, el tipo de naranjo más cultivado y de donde procede uno de los cítricos más consumidos en el planeta. Todos, niños y adultos, debemos consumirla como cualquier otra fruta y verdura, pero ¿a partir de qué edad pueden empezar a tomarla los bebés?

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Índice

Naranja desde los 6 meses

Tal y como afirman desde la Asociación Española de Pediatría (AEP), se recomienda mantener la lactancia materna de forma exclusiva hasta los seis primeros meses de edad como mínimo y, a partir de aquí, comenzar con la alimentación complementaria de forma paulatina y manteniendo, claro, la lactancia materna hasta los dos años (que sería lo más ideal según los expertos).

Una vez se llega a este momento, es decir, a la alimentación complementaria, se debe tener en cuenta siempre que las pautas van a variar mucho entre regiones y culturas. Como tal, no deberían darse instrucciones rígidas ya que no hay alimentos mejores que otros para empezar, aunque sí existen, por ejemplo, determinadas frutas y verduras más aconsejables al principio que otras.

Las frutas son fundamentales en la nutrición infantil y, por ello, a partir de los seis meses se pueden introducir sin problema en la dieta del niño. Si al bebé se le ofrece leche artificial entre los cuatro y los seis meses de edad ya podrían empezar a tomar fruta en su dieta y sí, de cualquiera variedad siempre y cuando se ofrezcan de manera paulatina. Sin embargo, hay algunas más recomendables que otras a partir de los seis meses de edad. Las más dulces se pueden reservar para cuando el bebé cumpla el primer año de vida, y los plátanos, las manzanas, las peras y las naranjas mejor a partir de los seis meses.
 

¿Cómo ofrecer naranja a los más pequeños?

La forma más habitual en la que los niños toman naranja y mandarina es al natural. Durante los primeros meses se ofrecen trituradas, solas o combinadas con otras frutas, aunque deben introducirse mejor solas por separado espaciando en la semana por posibles reacciones alérgicas y así saber cuanto antes cuál es la fruta que ha provocado dicha reacción. También pueden ofrecerse en gajos, aunque sin semillas para que las puedan comer con sus propias manos. Eso sí, ni trituradas ni en zumo de naranja se debe añadir azúcar y a partir de los dieciocho meses en forma de mermeladas, postres o cremas y alguna mousse. Y ahora que estamos en pleno verano no te olvides de prepararlas en batidos y helados caseros ¡les encantarán!
 

Naranja: propiedades y beneficios para la salud

No cabe duda de que la naranja es uno de los cítricos más consumidos en todo el planeta gracias especialmente a su extraordinario aroma, sabor y también por sus propiedades nutricionales tan beneficiosas para la salud. Esta fruta se caracteriza principalmente por ser un alimento rico en vitamina C, flavonoides, fibra y aceites esenciales, previniendo el estreñimiento. Además, su consumo previene infecciones, resfriados y gripes; y es la encargada de aumentar la absorción de hierro, calcio y fósforo también porque posee un buen número de propiedades antioxidantes, por lo que debe formar parte de nuestra nutrición.
 

Alergias alimenticias. ¿Cuándo se deben introducir los alimentos potencialmente alergénicos?

Lo cierto es que actualmente no existe ninguna evidencia en medicina de que haya que retrasar como tal los alimentos potencialmente alergénicos más allá de los seis meses porque así se va a prevenir el desarrollo de alergia. Sin embargo, lo que sí existe son algunos estudios que aseguran que la introducción precoz de determinados alimentos (al menos en pequeñas cantidades) si podría disminuir la aparición posterior de alergia. Y, en cuanto a las frutas más concretamente, sí se aconseja introducir de manera progresiva toda la variedad de frutas y verduras disponible y en cualquier de las comidas diarias, aunque siempre, eso sí, variando la forma de presentación.

También es importante aquí tener en cuenta que la introducción a la alimentación complementaria es un proceso gradual. Al inicio, las porciones han de ser pequeñas y aumentan de manera progresiva conforme va creciendo el niño, mientras se mantiene, claro, la lactancia materna y la cantidad puede ser diferente en función de la densidad energética del alimento ofrecido. De hecho, lo ideal es aumentar progresivamente la consistencia de los alimentos y comenzar siempre con texturas grumosas y semisólidas lo antes posible y nunca más tarde los ocho o nueve meses.

Y, por supuesto, teniendo siempre en cuenta el marco afectivo, súper importante para desarrollar las habilidades relacionadas con la alimentación y fomentar la autorregulación del hambre y/o la saciedad evitando a toda costa obligar, presionar o premiar ya que se trata de estrategias que interfieren en la percepción del niño y pueden también aumentar el riesgo de sobrepeso.


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