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¡Sí! ¡Lo reconozco, soy un padre felpudo!

¡Sí! ¡Lo reconozco, soy un padre felpudo!

En un curioso blog, Michael Bahler, papá de un niño de 2 años, reconocía que era un “padre felpudo”, es decir, que se dejaba pisar por su niño permitiéndole hacer lo que le daba la gana. Y no solo eso, sino que se sentía orgulloso de ello y de la manera de ser de su niño, prefiriendo esa manera de educar a la de su padre, que fue muy estricto con él. ¿Y tú? ¿Te consideras un padre felpudo?

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Índice

 

¿Qué es un padre felpudo?

Michael Bahler contaba en este blog cómo permitía a su hijo bañarse todo el tiempo que le diera la gana, jugar hasta las 11 de la noche en lugar de irse a la cama o incluso elegir el camino de vuelta a casa aunque significara andar muchísimo más. Su mujer no estaba de acuerdo con este método de educación e incluso se quejaba a su pediatra, quien le preguntaba si la causa de este tipo de comportamiento era la educación recibida por su padre.

Bahler reconocía que era muy posible que la estricta educación de su padre, quien se tomaba cualquier comportamiento de Michael como algo personal, llegando a la violencia, hubiera influido en su forma de educar a su hijo. Para él, la disciplina es peligrosa, por lo que apenas imponía límites a su hijo.

Además, los ataques de rabia de su hijo le daban miedo, por lo que intentaba siempre, por todos los medios, contentarle y hacerle feliz para que evitarlos.

A pesar de todo, Bahler estaba feliz con su hijo al que consideraba un niño curioso, dulce y voluntarioso, y estaba feliz de no interferir apenas en su día a día.

Esta forma de educar de Bahler, que él mismo llama “doormat daddy” o “padre felpudo”, ha sido bastante habitual en muchas familias en los últimos años. Como contraposición a la educación estricta que muchos padres actuales recibieron cuando eran pequeños, a sus hijos les han permitido hacer lo que les ha dado la gana, sin imponer apenas límites.
 

Consejos para que tu hijo no sea un tirano

El problema de esta forma de actuar es que los niños pueden volverse unos auténticos tiranos, sin obedecer ni respetar nunca las normas, ni en casa ni en el colegio, lo que no es bueno para la integración y el desarrollo del niño.

Por eso, en el punto medio está la virtud. La educación estricta que se daba hace 50 años es inadmisible hoy en día, pero tampoco es necesario llegar a ser un “padre felpudo” para que nuestros hijos sean felices. Hay ciertas normas que se deben imponer y no se deben dejar traspasar. No obstante, siempre se pueden hacer concesiones a los niños, sobre todo si éstas son inofensivas y no hacen daño a nadie. Si un día quiere jugar 10 minutos más en el parque, déjale; si se quiere bañar otro poco más y eso le hace feliz, permíteselo. No por eso estás siendo mal padre ni te estás dejando pisotear. Solo hay que saber cuándo se puede ceder y cuándo no.

¿Qué opinas? ¿Te ves como un “padre felpudo”?

 

Foto: Designed by Freepik


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 24-03-2023

Redacción: Irene García

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