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Cáncer infantil

Cáncer infantil

Según los datos del Registro Nacional de Cáncer Infantil, la incidencia del cáncer infantil es bastante inferior a la de los adultos, 142 casos por millón de habitantes al año, y las tasas de curación son muy altas, en torno al 75% de los niños diagnosticados sobreviven. Aun así, los especialistas consideran necesaria más investigación básica en esta área.

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El impacto del cáncer en niños

El tipo de tumores que se desarrollan en niños no es igual al de los adultos debido, principalmente, a que el cáncer es una enfermedad genética. Tal y como asegura el doctor Jordi Giralt, jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Vall de Hebron, “en los menores, el problema surge en los tejidos que se están desarrollando y que sufren alteraciones genéticas específicas, mientras que en los adultos, muchas veces, los tumores están condicionados por las agresiones sufridas por el medio externo. Un buen ejemplo es el daño que provoca el  tabaco en el cáncer de pulmón o de laringe”.

El cáncer infantil más común es el tumor hematológico (un 25% de los casos) y los del sistema nervioso central que, a diferencia de la incidencia que tienen en los adultos, en los niños son de los más habituales. Otros tipos de tumores muy poco frecuentes en mayores pero sí en los niños son los del sistema nervioso simpático, los sarcomas óseos y de tejidos blandos y el retinoblastoma (un cáncer de retina hereditario en el 25% de los casos y que se diagnostica en los primeros meses de vida).

 

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Tratamiento del cáncer infantil

A pesar de lo doloroso que es el diagnóstico del cáncer en niños, la buena noticia es que las tasas de curación de esta enfermedad son muy altas, en torno al 75% de niños sobrevive. Tal y como explica el especialista, “globalmente sí hay resultados buenos como en la enfermedad de hodgkin que representan un 95% de curación pero en algunos tipos de tumores se está lejos de conseguir un buen índice de supervivencia, como sucede con los tumores de tronco”. Y la investigaciñon continúa dando buenas noticias. 

En cuanto a los tratamientos, varían un poco respecto a los de los adultos. Por ejemplo, en torno a un 60% de los pacientes oncológicos adultos recibe radioterapia en algún momento de su enfermedad, mientras que en el caso de los menores este dato esdel 35%. Los efectos secundarios y las secuelas asociadas a este tipo de tratamiento de medicina son mayores en niños ya que existe riesgo de lesionar partes sanas que están en desarrollo. “Dada su naturaleza, el problema principal de la radioterapia es que puede afectar a órganos como los huesos. En los adultos, la irradiación de un hueso no representa un problema muy importante porque es una estructura ya consolidada y que tolera la radiación. En cambio, en el niño comporta alteraciones en el crecimiento, pero hay estrategias para minimizar estas toxicidades”, comenta el doctor Giralt.

Para evitar en gran medida que esto ocurra, los expertos en pediatría y salud adaptan el tratamiento de manera adecuada reduciendo la dosis y el volumen irradiado todo lo posible ya que “a pesar de los efectos que pueda causar, la radioterapia es un tratamiento imprescindible y sumamente eficaz, así como la quimioterapia".

Otro de los aspectos que diferencia la enfermedad entre adultos y niños es que la edad es clave a la hora de enfrentarse a ella: “no es lo mismo tratar a un adulto que a un niño”, afirma el experto, y añade: “tampoco es igual hacerlo con uno de ocho años que con uno de dos, ya que al ser tan pequeños, la capacidad de interacción es prácticamente nula”.

Por la edad, la vulnerabilidad y el trato especial que reciben, la colaboración de la familia es imprescindible para que hagan frente a la enfermedad de la mejor manera posible. “Lo más normal es que los niños estén asustados, por eso, a los padres les damos unas pautas muy específicas para con sus hijos. Es necesario que les expliquen que van a ir al hospital, que les harán unas fotos que no duelen, que tendrán que estar muy quietos, que no podrán acompañarle pero que les esperarán fuera, etc. Esto, ayuda mucho a que el niño se tranquilice”, comenta el doctor. A medida que se les van mostrando las cosas se van dando cuenta de que la radioterapia no es dolorosa y colaboran sin problemas.

“Además, hay que intentar que el menor esté lo más integrado posible en su “vida de niño”, que continúe con la escolarización y que esté en contacto con otros niños, porque no hay que olvidar que es un menor viviendo una situación de adulto”, concluye el doctor Giralt.


Fuente:

Instituto Nacional del Cáncer: https://www.cancer.gov/espanol/tipos/infantil

Fecha de actualización: 30-03-2022

Redacción: Irene García

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