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Emigrar con hijos

Emigrar con hijos

Las dificultades económicas actuales han obligado a muchas familias a trasladarse al extranjero en busca de una vida mejor. Y si para un niño es difícil cualquier cambio, imagínate si el cambio implica una nueva casa, nuevo colegio y nuevos amigos en otro país con un idioma y una cultura totalmente diferentes, lejos de su vida anterior

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Cifras sobre la emigración

Si durante muchos años España ha sido un lugar de acogida de inmigración, con la crisis económica de 2008 la llegada de extranjeros se paralizó y fueron muchos españoles los que “volvieron a salir a hacer las Américas”.

Y es que España tuvo una de las tasas de paro más altas de Europa, en torno al 20%, lo que hizo que, muchas familias, desesperadas ante la idea de no encontrar trabajo, se plantearan la posibilidad de marcharse fuera, a países donde las cosas fueran mejor.

En esos primeros años de la crisis se incrementó en un 9,2% el número de españoles mayores de edad residentes en el extranjero. América siguió siendo el destino favorito de los emigrantes de nuevo cuño y el continente elegido por seis de cada diez. Europa fue el segundo lugar favorito. Pero Asia pisa fuerte y fue el continente donde la comunidad emigrante creció un 16%.

Hasta ese momento, el perfil de personas que buscaba un empleo fuera de nuestras fronteras equivalía normalmente a jóvenes con edades entre los 25 y los 35 años y que aún no poseían responsabilidades familiares. En el caso de tener cargas familiares, el puesto de trabajo y salario debía ser tan atractivo que permitiera llevarse a toda la familia para vivir, principalmente, de un solo sueldo, algo impensable para muchos en España.

Y es que la crisis afectó profundamente a las familias: si en 2007, el 9,7% de las familias estaba afectada por el desempleo –contaba con una o más personas en paro-, tres años después el porcentaje alcanzaba el 21,8% (3.700.000). Y en el 10% de las familias la persona desempleada era el “cabeza de familia” –persona de referencia-, cuando en 2007 ese porcentaje era del 3,5%.

Por eso, la solución para muchas familias pasó por buscarse un trabajo en un país donde la situación económica fuera mejor y fuera posible vivir sin estrecheces ni agobios.

 

Prepararle para el cambio

Si mudarse de barrio puede ser muy estresante para cualquier niño, imagínate cuando el traslado no es a otro barrio, ni siquiera a otra ciudad, sino a otro país en el que probablemente se hable otro idioma, con una cultura diferente, lejos de la familia y los amigos, etc.

Este cambio, aunque puede ser muy beneficioso para el desarrollo de un niño, también puede ser muy traumático, por lo que deberás prepararle concienzudamente para evitar que sufra.

1- Lo primero es explicarle al niño a dónde os mudáis: dónde está ese país, si está muy lejos de vuestra casa actual, cuánto se tarda en llegar (para no atemorizarle, dile lo que se tarda en avión, siempre será menos que en coche y así no se asustará tanto por las distancias). Enséñale en un mapa mundi el lugar exacto.

2- Cuéntale los motivos que os han llevado a tomar esta decisión de manera que él lo pueda entender y se sienta partícipe: “Ya sabes que mamá y papá llevan unos meses sin trabajar, y por lo tanto no ganan dinero suficiente para poder darte todo lo que quieres. Si nos mudamos, podremos volver a irnos de vacaciones, celebrar tu cumpleaños, etc.”. Pero no le asustes con vuestros problemas financieros, no le digas frases como: “Si no nos mudamos, nos quedaremos sin dinero para comer”. No hay que ser alarmistas con los niños.

3- Cuanta más información le des sobre el país nuevo, más preparado se sentirá: qué idioma se habla, costumbres, lugares bonitos e interesantes que podréis conocer y visitar, la comida tradicional…

4- Aunque tú también estés asustado, muéstrate positivo delante de él. A los niños les afecta enormemente el estado de ánimo de sus padres en los momentos de cambio y transición, y necesitan que les transmitan un mensaje de seguridad y confianza.

5- Habla con él de todo lo que le preocupa, que te explique sus miedos, sus incertidumbres… Intenta resolver todas sus dudas.

6- Ten en cuenta la personalidad de cada uno. Si el niño es más abierto y extrovertido, le costará menos conocer gente nueva; sin embargo un niño más sensible e introvertido necesitará más atenciones.

7- Déjale que participe en la toma de decisiones: la nueva casa, su colegio… Así sentirá que tiene voz y voto en la familia, en vez de vivir el traslado como algo impuesto.

8- Si es posible, viajad a vuestro nuevo hogar antes del traslado definitivo. Conocer su nueva ciudad, pasear por sus calles, ver su nuevo colegio… Todo esto le ayudará. Si no fuera posible porque el viaje es muy caro, enséñale fotos, videos, etc. Casi todas las ciudades y pueblos cuentan con página web en la que hay fotos de sus sitios más importantes.

9- Si se habla un idioma totalmente diferente al materno y el niño no lo conoce, deberéis apuntarle a clases antes de mudaros para que, al menos, conozca las frases más importantes. Una opción para facilitarle el cambio es elegir un colegio español, para que así pueda seguir estudiando en su idioma y no pierda el curso mientras va aprendiendo el autóctono.

10- Haced con él el equipaje. Aunque las mudanzas siempre son un buen momento para deshacerse de todo aquello que ya no se usa, aseguraos de que entre los objetos desechados no se encuentran sus juguetes o libros favoritos.

11- Preparad una fiesta de despedida, así tendrá la oportunidad de decir adiós a todos sus amigos en un ambiente festivo y alegre. Eso sí, no permitas que se convierta en un festival de lágrimas: organiza juegos, hablad de lo pronto que volveréis, haz que se intercambien direcciones de correo o teléfonos para que sigan en contacto…

12- Si tu niño aún es muy pequeño, cuéntale cuentos sobre familias que se mudan.

13- Preparad un álbum con fotografías y recortes de personas y lugares queridos. Así podrán mirarlos en los momentos de nostalgia y perderán el miedo al olvido.

 

Después de la mudanza…

A pesar de todos los preparativos, el traslado puede afectar profundamente a tu hijo. Los más pequeños pueden volverse llorones y pegajosos, hacerse pipí de nuevo...; los que estén en edad escolar se negarán a ir al colegio. No te enfades con él, tienes que tratar de entenderlo y tener mucha paciencia. Algunos incluso pueden tener problemas para dormir o perder el apetito. Pero tranquilo, la crisis pasará y el comportamiento del niño volverá a normalizarse. Para acelerar el proceso, puedes seguir estas recomendaciones:

- Una vez estéis instalados, es importante que volváis a vuestras rutinas tanto en alimentación, hora de dormir, del baño, etc. para que el niño se sienta seguro y como en casa.

- Si es posible, llegad en fin de semana para que el niño tenga un par de días para aclimatarse antes de tener que empezar el colegio, su gran prueba de fuego. Y, cuando llegue el gran día, acompáñalo.

- Lo primero que deberíais poner en orden es su habitación. Dejadle que os ayude a decidir dónde colocar cada mueble y a ordenar sus juguetes y demás pertenencias.

- En cuanto estéis un poco organizados, preparad un día de excursión: ir a ver los monumentos de la ciudad, los parques, los lugares de ocio, conoced algún restaurante agradable…

- Ayúdale a hacer amigos: invitad a sus compañeros del colegio a casa, conocer a vuestros vecinos… Es una buena idea preparar una fiesta de bienvenida.

- Los niños, generalmente, se acoplan muy rápido. Pero, si tras un periodo prudencial después del cambio, tu niño sigue triste y preocupado y no se adapta, puedes buscar ayuda profesional.


Fuente:

Álava, Silvia (2016), Queremos que crezcan felices, Madrid, Actitud de Comunicación.

Fecha de actualización: 31-05-2020

Redacción: Irene García

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