¿Por qué los niños daneses son los más felices?

Índice

• ¿Y si la felicidad personal fuera también una cuestión de educación?
• La convivencia de la familia o hygge

 

¿Y si la felicidad personal fuera también una cuestión de educación?

Esto es lo que afirma un libro que trata sobre la felicidad de los daneses, Cómo criar a los niños más felices del mundo (JC Lattes), escrito por la psicoterapeuta danesa Iben Dissing Sandahl y la periodista estadounidense Jessica-Joelle Alexander, quienes plantean la hipótesis de que los daneses son siempre los más felices gracias a la educación que reciben.

Así, entre los motivos de esta felicidad que dura ya décadas encontraríamos:

1- Dejar que los niños jueguen libremente: Es decir, permitir que jueguen la mayor cantidad de horas posible, sin horarios, sin la supervisión de un adulto, ni recomendaciones ni normas. La mayoría de niños daneses no va al colegio hasta los 7 años y, cuando acuden, salen a las 14 horas y se reúnen toda la tarde en el "skolefritidsordning", un lugar extracurricular donde no se hace nada más que jugar. Ni talleres, ni clases extraescolares, ni deberes… simplemente dejar que su creatividad fluya libremente.

2- Escuelas forestales: El inicio de estas curiosas guarderías se remonta al año 1950, cuando una danesa llamada Ella Flautau solía dar largos paseos con sus hijos por el bosque, y los padres del vecindario le pidieron que se llevara también a los demás niños. Así empezó el primer “walking kindergarten” que tuvo un boom en los años sesenta con la apertura de más centros de enseñanza al aire libre.

Actualmente existen todavía muchos centros en los que los niños van al bosque, exploran, recogen frutas y verduras, dan de comer a los animales… en definitiva, juegan y se divierten.

Los niños, por lo tanto, no aprenden a leer o sumar hasta los 7 años, en estos primeros años de vida lo más importante es establecer su socialización y una serie de valores como la solidaridad, la cooperación y la empatía. También aprenden a afrontar sus miedos y resolver problemas.

3- Diferenciación en los colegios: El profesorado es un colectivo respetado por la sociedad danesa y no se pone en tela de juicio cada palabra o acto que hacen. Además, los padres están mucho más implicados en la vida escolar, no solo en el aspecto académico, sino también en la integración social.

En Dinamarca se promueve el principio de “differentiate”: el profesor observa a cada alumno como individuo y le propone retos con dos revisiones al año. Estos objetivos individuales pueden ser académicos, sociales y personales.

Existe otra peculiaridad educativa danesa: “klassens tid”, que consiste en enseñar a los menores a comprenderse mejor a sí mismos y a los otros, y a desarrollar habilidades sociales. Desde 1993 la ley educativa danesa incluye el “klassens tid” como materia curricular una vez a la semana.

Los “entornos inclusivos” sirven como desahogo para los alumnos, ya que allí pueden exponer qué problema o conflicto están sufriendo y entre todos aportan ideas para solucionarlo.

Esto permite también que tasa de bullying en Dinamarca esté entre las más bajas de Europa. El gobierno danés se toma muy en serio este asunto y cuenta con un plan nacional contra el bullying, con iniciativas como la creación de un órgano de quejas al que dirigirse cuando se está sufriendo maltrato escolar, es obligatorio que todas las escuelas tengan una estrategia anti-bullying y existe un teléfono de apoyo, al que los menores pueden llamar para explicar lo que les sucede y recibir asesoramiento.

4- No alabar en exceso a los niños: Las autoras del libro explican que una madre danesa a quien su hijo trae un dibujo no empezará a gritar de entusiasmo y decir que su hijo es un genio, le pedirá que explique lo que ha pintado, le dirá cómo mejorar su técnica y le elogiará solo cuando el niño haya perseverado.

Los padres daneses también cultivan la empatía en sus hijos, destierran los juicios precipitados, tratan de potenciar la atención y cultivar la benevolencia.
 

La convivencia de la familia o hygge

El hygge (pronunciado “hooga”) es un concepto tan danés que existen pocas palabras en otros idiomas que resuman en qué consiste. Este concepto habla de armonizar los tiempos en los que la familia se junta, sin ordenadores, televisores o Tablet. Se reúnen todos y cantan o juegan.

El hygge fortalece emocionalmente a los niños daneses, que se sienten queridos, escuchados y con una autoestima fuerte. Para las autoras del libro, el hygge es clave en la sociedad feliz de Dinamarca.

Entre las normas implícitas del hygge, explica Alexander, encontramos “aspectos como apagar la tecnología, conciliar en vez de discutir, dejar fuera de casa el estrés, no hablar mal de nadie, conversar sobre recuerdos bonitos de familia, ayudar entre todos y jugar juntos. La idea es crear un espacio seguro donde puedan reunirse en ese momento sin tener la mente en guardia. Los resultados son muy poderosos porque se crea un oasis familiar donde pueden sentirse bien juntos en ese preciso momento, sin importar nada más de lo que sucede en sus vidas. Ya habrá otra ocasión para discutir o hablar de problemas, pero en el “espacio hygge” solo se debe disfrutar de ese instante”.