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Niños rebeldes

Niños rebeldes

Al desarrollar una conducta rebelde los niños tienden a oponerse a todo, incluso en lo que a obediencia establecida en casa o en el colegio se refiere. Es normal que en ocasiones para demostrar que son autosuficientes se rebelen contra los adultos, pero cuando esto pasa a ser un conflicto constante contra cualquier tipo de autoridad podemos decir que tenemos un problema en la familia.

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Indice

 

No es un fenómeno asociado al desarrollo de nuestros niños como personas ya que puede apreciarse a los 4, 10 o 14 años de edad indistintamente. Sucede tres veces más a los chicos que a las chicas, que se muestran desobedientes, exigentes e intransigentes ante cualquier tipo de cosa que se les proponga.

 

¿Por qué se produce la rebeldía en niños?

Estas conductas inadecuadas vienen directamente relacionadas con la permisividad que los padres han practicado hacia sus hijos, por haber accedido constantemente a sus peticiones. Son, por lo general, niños sobreprotegidos sin normas o límites en los que frenarse. Corresponde a los padres establecer desde un principio ciertas restricciones que deben cumplirse, si eso no lo hacen, es complicado esperar que a los 10 años o al ser adolescente se autolimiten ellos mismos.

Otro factor desencadenante de este comportamiento podría ser la situación familiar que se vive en casa. Ante la llegada de un hermanito nuevo los niños pueden sentirse celosos y desatendidos. Se valdrán de cualquier estrategia para llamar la atención de los padres, y ser rebeldes es una de ellas.

Les encanta dirigirlo todo, ven la figura del adulto como su principal obstáculo, al que hay que derribar para lograr su posición de mando. Se muestran incómodos ante la figura de la persona mayor. Les gusta competir y para ello les da igual utilizar unos métodos que otros. Utilizan sus emociones para demostrar su terquedad.

Trastorno Negativista Desafiante (TND): comportamiento rebelde y desafiante del niño tras pasar la infancia por el que son capaces de alterar el ambiente y armonía familiar por la intensidad y frecuencia de su mala conducta. Su actitud es hostil y los progenitores se muestran desesperados por no saber qué hacer.

Puede relacionarse con otras actitudes que forman parte a su vez de otros trastornos como el Déficit de Atención con Hiperactividad. Se observan comportamientos comunes en los que los adultos son incapaces de controlar el mal comportamiento de sus hijos. El Trastorno Disocial sigue también, en general, conductas poco comunes, transgresoras y fuera de las normas familiares dando lugar a niños empáticos.

 

¿Cómo debemos tratar a niños rebeldes?

Es muy importante que en el núcleo familiar exista una cabeza visible de autoridad. Este papel debe ser adoptado por una persona firme e intransigente, que no flaquee ante momentos de tensión e ira del pequeño.

Ceder terreno ante las exigencias de nuestros hijos es un error bastante frecuente. En estos casos el niño no puede salirse con la suya ni sacar provecho de las discusiones y enfrentamientos con la familia.

Aunque a priori parece sencillo, la familia tiene que mantener el control y no manifestar ningún tipo de reacción brusca ante un ataque de rebeldía. Hay que educar a estos niños enseñándoles a responsabilizarse de su comportamiento y a reflexionar sobre cuáles son las consecuencias de sus conductas.

No debemos obligarles, hay que darles opciones para que tomen ellos mismos su propia decisión valorando los pros y los contras en cada situación.

La comunicación debe tener dos cauces bien diferenciados:

1. Paciencia

2. Oportunidad

 

¿Papel de la madre y el padre?

Los psicólogos relacionan este trastorno con una falta grave de madurez emocional que debería haberse adquirido en las primeras etapas de su formación. El niño se comporta con reacciones propias de edades infantiles porque no sabe gestionar sus sentimientos de otra forma.

Esta postura disminuye en intensidad al avanzar a la edad adulta. El egocentrismo es la perfecta definición para estos pequeños, que creen ser el centro de todo y de todos. Éste se exagera hasta límites insospechados si el proceso de madurez se ha estancado. La pasividad puede ser más desesperante aún, al no escuchar los razonamientos de los adultos y mostrar una continúa indiferencia hacia ellos.

Muchos padres desesperados recurren a la intervención de un especialista para que les ayude a incorporar habilidades sociales y autolimitaciones en la educación del niño. ¡No existen los remedios infalibles en este campo! Es necesario hacer un llamamiento a la reflexión y entender que son los padres los que deben trabajar y esforzarse para subsanar este problema.

Gran parte de los casos de rebeldía en niños puede resolverse modificando la forma de educarles en casa y atendiendo sus necesidades psicológicas.

 

Es importante conocer...

1. El Trastorno Negativista Desafiante se genera, sobre todo, cuando el niño aprecia que las normas de conducta establecidas en su casa son difusas. Los padres deben acordar límites para sus hijos dejándolos, además, bien claros.

2. En caso de que se produzca la violación de alguna de las normas establecidas o se observa conductas negativas ante alguna de ellas, es necesario imponer sanciones. Éstas deben mantenerse firmes hasta el final sin resultar ser una constante en la vida familiar.

3. Establecer normas demasiado estrictas puede llegar a justificar este comportamiento porque las consecuencias de transgredirlos son excesivas e injustas.

Igual de importante es el contacto verbal como físico para lograr una buena comunicación. La trasmisión del afecto muestra disposición a participar de sus experiencias y lograr un vínculo positivo con el niño rebelde.

 

Consejos para facilitar el control de la rebeldía

- Escuchar antes que actuar: Es muy importante que los niños rebeldes expresen todos sus sentimientos y pensamientos, deben liberarse de la tensión acumulada, independientemente de que se esté de acuerdo o no con lo que dicen.

- Predicar con el ejemplo: Si existen normas estas deben ser cumplidas por mayores y pequeños. Si desde que nacen en un núcleo familiar este está fuerte y sólidamente organizado es mucho más difícil que aparezca este trastorno.

- Establecer buenas relaciones previas a una posible confrontación: Dialogar y emitir críticas constructivas en el momento oportuno pueden hacer que el niño las considere positivas a la hora de reforzar su conducta.

Si nada funciona, hablar con un profesional de psicología.
 

 


Fuente:Domènech, Montse (2015), Edúcame bien, Ed. Plaza & Janés.

Fecha de actualización: 17-01-2022

Redacción: Almudena Villoslada

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