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Cuentos zen para niños

Cuentos zen para niños

Cuentos tranquilizantes y relajantes para niños estresados o nerviosos o para antes de irse a la cama. ¡Descúbrelos completos en nuestra sección de cuentos!

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Los cuentos no solo sirven para entretener, también enseñar valores a los niños o conseguir que se calmen cuando están nerviosos y alterados.

1- Sueños mágicos

Había una vez una mamá que estaba bastante triste porque últimamente no tenía mucho tiempo para estar con su hijo y a ella lo que más le gustaba era poder pasar el tiempo con él, pero durante la semana entre el trabajo, el cole y todas las tareas que tenían casi no les quedaba tiempo de estar juntos…

2- El duendecillo de los sueños

Todas las noches, el duendecillo de los sueños hace que todos los niños del mundo se duerman. De noche, cuando sabe que ningún niño puede verlo, el duendecillo se acerca a los que están arropaditos en su cama o en su cuna y les da un beso, muy tierno, en sus sonrojadas mejillas. Ese beso es mágico y hace que cada niño tenga un bonito sueño. Pero ese duendecillo es muy tímido y vergonzoso y si ve que algún niño está llorando o se despierta, se esconde para que no le vean…

3-La estrella y los niños

Había una vez una estrella llamada Luz que, junto a sus hermanas, cada noche daban las buenas noches a todos los niños que desde el cielo veían en la tierra.

Siempre se preguntaba por qué no podía ver a los niños más de cerca y explicarles cuentos para dormir en vez de darles las buenas noches desde tan lejos, pero una de sus hermanas le dijo que no podía bajar a la tierra, que solo lo podían hacer las estrellas fugaces y ella era muy joven todavía para convertirse en una de ellas.

Luz cada noche brillaba más y más pero deseaba hacerse mayor para convertirse en una estrella fugaz.

4- El arcoíris

Hace mucho, mucho tiempo, nuestro mundo y el mundo de las hadas estaban separados por un cristal mágico. Y tal era el poder de este cristal, que sólo las hadas veían lo que pasaba al otro lado.

Pero por aquel entonces, nuestro mundo no era como lo conocemos ahora. Todo él era de un color gris opaco: las casas eran grises, la gente era gris, incluso el cielo era siempre gris... Mientras, en el país de las hadas, el color brotaba por todos lados. Rojo, verde, azul, amarillo... todo era color y alegría.

Sin embargo, existía un ser, un hada joven y hermosa, que se sentía muy apenada por el mundo triste y gris en el que vivían los humanos.

5- La habitación de la fantasía

Sofia vivía con sus abuelos Juan y María en una casa muy grande a las afueras de la ciudad. Allí tenía un bonito jardín, un huerto, conejos, gallinas y patos.

Al llegar del colegio, le gustaba jugar con los animales y cuando estaba muy cansada de saltar y brincar, se recostaba en el césped dejándose acariciar por la suave brisa que la primavera traía consigo. A veces, se quedaba muy quieta y callada intentando escuchar el sonido que hacia la hierba al crecer. Era feliz.

6- El cazador de estrellas

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Alguien me contó una linda historia acerca de las estrellas, sí, esas lucecillas traviesas que adornan el cielo con un mágico manto de luz. No se sabe de nadie que lograra contarlas todas. Muchos lo intentaron, unos se durmieron; otros, tras perder la cuenta una y otra vez, desistieron; y otros se quedaban parados mirando lo bonitas que son y simplemente olvidaban lo de la cuenta.

Pues bien, me contaron que hace mucho tiempo hubo una persona llamada Job, que vivía en un pueblecito muy chiquitín pero con una playa preciosa. Y tanto le gustaban las estrellas que se pasaba las noches tirado en la arena de la playa mirando y mirando nada más.

Una de esas noches en la que el cielo estaba especialmente bello, vio como una familia se sentaba no muy lejos de él a admirar también aquel lindo espectáculo. Pero a Job no le gustó nada.

7El caballo de madera

Ese fin de semana Samuel estaba en casa de sus abuelos rebuscando en el desván trastos viejos que poder desmontar, cuando encontró el juguete más bonito que había visto nunca. Estaba bajo una lona vieja y descolorida y cuando lo descubrió se quedó boquiabierto. Era el caballo balancín de madera más grande y hermoso que existía en el mundo. De color negro, con los arneses dorados y una silla de montar en color rojo, todo cubierto de polvo pero aun así resultaba imponente. Samuel acarició suavemente la cabeza y comprobó que se movía balanceándose hacia adelante y hacia atrás.

- ¡Abuelo, abuelo, quiero el caballo... el caballo!

Samuel bajó a trompicones la escalera y corrió al jardín donde su abuelo lo esperaba sentado con una inmensa sonrisa.


Fecha de actualización: 25-11-2020

Redacción: Irene García

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