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Posturas de parto

Posturas de parto

Hasta que los partos comenzaron a ser asistidos en hospitales las mujeres han parido sentadas, en cuclillas, de rodillas… Actualmente en nuestro país, en la mayoría de las maternidades, la postura más extendida es la de la madre tumbada o recostada sobre su espalda con las piernas separadas y levantadas (postura que facilita el trabajo de la matrona y el obstetra); si bien, es cada vez más frecuente ofrecer la posibilidad de parir adoptando otras posturas, probablemente más cómodas para la parturienta.

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Índice

 

¿Qué posturas puedo adoptar en el parto?

La posición de la mujer en el proceso de parto es muy importante, por eso debes informarte de las ventajas e inconvenientes de cada una:

De pie: Utilizar una postura erguida durante la fase del expulsivo tiene sus ventajas, ya que aprovecha la gravedad para que el bebé salga por el canal del parto. Hay un mayor reparto de fuerzas y por ello menos dolores. Asimismo,esta postura mejora la alineación del bebé para pasar a través de la pelvis e incrementa la eficacia de las contracciones. De este modo se acorta el tiempo del parto y hace menos probable su instrumentalización.

En cuclillas o sentada erguida: Se suele utilizar una silla especial (con asiento en forma de herradura) o bien el apoyo de la pareja u otra persona. Esta posición aumenta la abertura de la pelvis y libera el coxis, lo que permite realizar movimientos basculantes que abren el canal del parto. Además esta posición, vertical, aprovecha el efecto del peso del bebé, ayudándole durante el descenso. Favorece una relajación del perineo, por lo que hay menos riesgo de desgarro. La expulsión se realiza con menos presión, y como consecuencia habrá menos prolapsos y menos posibilidad de aparición de hemorroides.

Tumbada sobre el costado: Esta posición, con una pierna elevada y doblada contra el pecho, aguantada por otra persona o por un estribo de la camilla de partos, mantiene la pelvis abierta. Es una postura muy cómoda para la parturienta y puede evitar el desgarro del perineo. Igualmente libera el peso sobre la espalda, por lo que se previenen dolores lumbares.

De rodillas: Ya sea erguida descansando sobre otra persona o a cuatro patas, con el pecho apoyado en una cama ligeramente inclinada (45 grados), esta posición suele mitigar el dolor de las contracciones, al liberarse el peso del útero. Como en las demás posiciones verticales la acción de la gravedad facilita el nacimiento del bebé.

A cuatro patas: permite realizar balanceos pélvicos para aliviar el dolor. Además, facilita el acceso a la espalda materna para poder realizar masaje y contrapresión. Existe menos trauma perineal, ya que la gravedad aleja la presión del peroné y al mismo tiempo favorece el descenso fetal. La elasticidad perineal es mayor en esta postura.

Tumbada boca arriba: la principal ventaja es que se le da un mejor acceso al obstetra al vientre de la mujer para monitorizar la frecuencia cardíaca fetal. Quienes cuidan de las mujeres en el trabajo de parto se sienten cómodos con la posición dorsal, ya que es la posición en la que habitualmente reciben capacitación para atender los partos, incluyendo los partos vaginales asistidos. Además, esta postura tiene un menor riesgo de hemorragia posparto o pérdida de sangre intraparto, pero es la posición menos fisiológica del parto y dificulta la movilidad del coxis y del sacro.

Apoyada o sentada en pelota: esto facilita la apertura de la pelvis y resulta más fácil que estar en cuclillas mucho raro.


Consejos para situaciones concretas

- Si el bebé esta alto y la dilatación va progresando: en este caso, lo mejor es subir y bajar escaleras, deambular y mover la pelvis balanceándola.

- Si el bebé está bajo y la dilatación no progresa: si esto ocurre el cuello uterino puede empezar a engrosarse (edematizarse) por la excesiva presión que ejerce la cabeza del bebé sobre él. En este caso se deberá tratar de frenar el avance de su cabeza, hasta que el cuello uterino vaya dilatándose. Para esto es bueno ponerse a cuatro patas, procurando que la cabeza quede por debajo de la pelvis (el trasero por encima de la cabeza) o en decúbito lateral (acostada de lado).

- El bebé no termina de encajarse: si ya estás en la etapa de expulsión y el bebé continúa alto, cambia de postura. Cualquier posición en la que estés en vertical te ayudará a que el bebé descienda gracias a que la gravedad incrementa el empuje en cada contracción.

- El bebé se queda atascado abajo: si el bebé se queda atascado en la parte más estrecha de la pelvis, tendremos que elegir posturas que abran ese espacio. Las posiciones verticales y en cuclillas (siempre que haya buen apoyo) son las más adecuadas.

- El bebé está al revés (en posterior): si el bebé tiene la espalda hacia la espalda de la madre y mira hacia la barriga de la mamá, el parto puede ser más difícil ya que el bebé ocupa más espacio. Existen dos posturas que pueden ayudar al bebé o girarse o incluso facilitar el parto: a cuatro patas y de lado en la caba forzando el decúbito (inclinándose hacia el lado del dorso del bebé, mirando hacia el techo).

El bebé es demasiado grande: en estos casos la posición más favorable es a gatas, dejando que la pelvis esté libre para que rote sin que los hombros se atasquen.

Hay distocia de hombros: ocurre cuando la cabeza del bebé ya ha salido pero los hombros se quedan dentro de la madre porque les cuesta salir. Este es un problema “poco frecuente”. Si la mujer se pone a gatas se le puede realizar la maniobra Gaskin. Otra postura sería curvar la zona lumbar hacia delante, utilizando un almohadón en el sacro, o presionando con los puños si la mujer está tumbada, y rotando las piernas hacia dentro como si juntara las rodillas.

Existe presión en el cordón: cuando esto ocurre el ritmo cardíaco del bebé desciende con cada contracción. En la mayoría de los casos, esta situación se soluciona simplemente incorporándose o poniéndose de lado, al liberarse la presión del cordón.


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