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Tratamiento del íleo meconial

Tratamiento del íleo meconial

El íleo meconial es la obstrucción del íleon terminal por meconio y suele afectar a los recién nacidos que tienen fibrosis quística. En los casos leves es suficiente con aplicar un enema para tratarlo, en los más graves hay que recurrir a la cirugía.

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Indice

 

¿Qué es el íleo meconial?

En las primeras 24 horas de vida el recién nacido tiene que expulsar el meconio, es decir, una sustancia viscosa y de color negruzco, parecido al petróleo, compuesta por células muertas y secreciones del estómago y el hígado que forma la primera caca que hace el bebé fuera del útero.

Pero aquellos afectados por el íleo meconial no son capaces de expulsar el meconio debido a la alteración de las secreciones del páncreas que hace que el contenido intestinal de estos niños sea especialmente espeso y viscoso, lo que dificulta su progresión hacia el ano y es responsable de la obstrucción y de un mal desarrollo del intestino. Además, el íleo meconial es responsable del 33% de las obstrucciones intestinales neonatales.

Esta enfermedad aparece normalmente como síntoma de la fibrosis quística (una enfermedad que causa, entre otras cosas, que las secreciones digestivas sean sumamente viscosas y adherentes a la mucosa intestinal), por eso los bebés que presentan este problema deben ser examinados para confirmar si presenta fibrosis o no.

Afecta por igual a niños y a niñas y su incidencia se calcula en aproximadamente 1 caso por cada 2.000 nacidos vivos. Se transmite por herencia autosómica recesiva, es decir, que es necesario que ambos padres sean portadores del gen para que el hijo pueda padecer la enfermedad.

Hay dos formas de íleo meconial: simple y complejo. En el primero puede presentarse un cuadro suboclusivo que logra resolverse con tratamiento sencillo sin complicaciones. En el íleo meconial complejo la condición se complica por afecciones gastrointestinales asociadas como atresia intestinal, necrosis y perforación.

 

Síntomas del íleo meconial

Entre los síntomas principales encontramos:

- Vómitos biliosos

- Distensión abdominal

- No expulsión del meconio

- Llanto intenso

En ocasiones se detecta la enfermedad en el útero ya que las ecografías permiten detectar cambios sugestivos de fibrosis quística o íleo meconial, pero muchas veces no se ve nada hasta el nacimiento. Hasta el 20% de las madres presenta un exceso de líquido en el útero (polihidramnios) durante la gestación.

Para confirmar el diagnóstico en pediatría hay que realizar ecografías del abdomen. Deben descartarse otros tipos de obstrucción intestinal que se pueden presentar en recién nacidos como la aganglionosis.

 

Tratamiento del íleo meconial

El tratamiento en los casos leves (sin perforación, vólvulo ni atresia) es simplemente la aplicación de un enema con solución salina, acetilcisteína o amidotrizoato de meglumina y amidotrizoato sódico con contraste radiográfico.

El éxito en el tratamiento del íleo meconial con el uso de enemas puede variar de acuerdo con las condiciones clínicas del paciente.

Si el enema no alivia la obstrucción, se requiere laparotomía. Por lo general, es necesaria una ileostomía distal (el intestino se cose a la piel presentando uno o dos orificios al exterior) y se procede durante el postoperatorio a lavar el intestino obstruido con ayuda de soluciones especiales que contienen las sustancias que el páncreas no fabrica.

Las complicaciones más frecuentes del íleo meconial son la malrotación intestinal, la atresia o la perforación intestinal. Las asas distendidas de intestino delgado pueden girar para formar un vólvulo en el útero. Si el intestino pierde su irrigación y se infarta, puede haber peritonitis meconial estéril. El asa intestinal infartada puede reabsorberse y dejar una zona o zonas de atresia intestinal. Los recién nacidos con íleo meconial también presentan mayor riesgo de desarrollar colestasis.


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