Gruñidos del bebé por la noche

Indice

• ¿Por qué el bebé produce estos ruidos?
• ¿Cuándo preocuparse por los gruñidos?

 

¿Por qué el bebé produce estos ruidos?

En algunas ocasiones, los recién nacidos emiten una serie de ruidos que pueden ser cortos lloriqueos o gemidos que pueden inquietar a unos padres primerizos pendientes de cualquier pequeño movimiento de su bebé.

Estos sonidos, que pueden ser más o menos fuertes, irregulares, rápidos, más lentos, se deben a la forma de su nariz y del paladar. En los recién nacidos el puente nasal es más corto y la zona palatina más blanda, por lo que el aire al pasar hace ese ruido característico. También su sistema respiratorio está adaptándose al nuevo medio y sus órganos aún tardarán un tiempo en madurar, por lo que el ritmo de su respiración aún no es como la de los adultos. A medida que vaya creciendo las vías respiratorias altas irán desarrollándose y dejará de emitir esos gruñidos.

Tampoco es extraño que los bebés gruñan y hagan ruidos de esfuerzo cuando están intentando defecar. Generalmente acompañan estos gemidos con otros gestos, enrojeciendo y tensando la cara, flexionando las piernas y haciendo fuerza con el cuerpo. Puede parecer que están estreñidos o que tienen dificultad para hacerlo. Sin embargo a pesar de lo escandaloso que pudiera ser a veces, no suele molestarles. Estos sonidos son parte del esfuerzo que realizan para ayudarse a defecar. Recuerda que no se considera estreñimiento solo a las deposiciones infrecuentes (menos de dos a la semana) sino también a la consistencia de las heces, que han de ser duras y de difícil evacuación.

 

¿Cuándo preocuparse por los gruñidos?

Si los gruñidos son constantes, muy intensos y no remiten o incluso alteran el sueño del bebé conviene consultarlo con el pediatra, ya que puede tratarse de un problema relacionado con las vías respiratorias, como laringomalacia, un problema de inmadurez de la laringe que causa ese ruido.

Posiblemente el pediatra le derivará a un especialista como el otorrino o el alergólogo, para descartar trastornos en las amígdalas o en la faringe, posibles infecciones de las vías respiratorias, alergias, etc.

Pero, como decíamos, lo normal es que los gruñidos no sean nada preocupante y vayan desapareciendo a medida que el bebé crezca y sus sistemas maduren.