¿Por qué los recién nacidos sonríen al dormir?

Índice

• ¿Los bebés sonríen en el útero?
• Desarrollo de la sonrisa en los bebés

 

¿Los bebés sonríen en el útero?

El mundo de los sueños en los bebés continúa siendo un misterio. Algunos afirman que pueden sonreír incluso desde el útero materno, pues diversos estudios advierten que se produce la fase REM (la etapa dónde se producen los sueños) en fetos a partir de siete meses de gestación e incluso anteriores. Los sueños en estas etapas consistirían en recreaciones sensitivas y siempre relacionados con sensaciones y sonidos. Por eso no es tan extraño encontrar una ecografía donde el feto parece que sonríe.

Este gesto, llamado popularmente ‘la sonrisa de los ángeles’, tiene una explicación genética. Se trata de un movimiento totalmente involuntario e inconsciente que se debe a un sentimiento externo, como puede ser la satisfacción de haber comido bien o estar cómodo y adormilado. Este simple acto reflejo, esta contracción de los músculos faciales que provocan la sonrisa, también puede estar motivado por los recuerdos. Y ahí viene la gran pregunta: ¿Cuáles, si apenas tienen memoria? Pues ahí es dónde nos equivocamos. Los bebés sí tienen memoria, lo que ocurre es que no tienen mecanismos cerebrales plenamente desarrollados para almacenar las experiencias y luego procesarlas. Esto, que se conoce como amnesia infantil, sugiere que el bebé empieza a forjar su memoria desde el útero, y las primeras vivencias se almacenan en el subconsciente.

La maquinaria de los sueños es el inconsciente, ese lugar secreto de la mente humana al que pocas veces tenemos acceso y nunca podremos controlar del todo. Obviamente, lo mismo les ocurre a los recién llegados aunque no tengan consciencia del espacio, el tiempo, ni el lugar. No comprenden, pero sí sienten. Eso se guarda en la consciencia y cuando sueñan, responden a ese sentimiento de satisfacción con el gesto más antiguo y universal del mundo: la sonrisa. Por tanto, pueden soñar con un sonido, con la voz de sus papás, con el recuerdo del calor del útero, la sensación de tener el pañal limpio, el regusto de la leche materna, etc. Aunque son sólo teorías, ya que no podemos saber con certeza en qué piensan debido a la incapacidad comunicativa.
 

Desarrollo de la sonrisa en los bebés

Utilizamos con seguridad doce músculos faciales para sonreír, por eso la de los recién nacidos es más bien un “esbozo”, como un ensayo de quien aún no tiene las facultades necesarias para realizar la acción. Gracias al descubrimiento de la sonrisa de los bebés recién nacidos podemos llegar a la conclusión de que esta mueca no sólo es social, sino que viene heredada por nuestra condición humana. Su sonrisa no va dedicada a nadie, no tiene ninguna intención, no es infundada por nadie y no responde a ningún acto comunicativo.

La sonrisa social suele aparecer hacia el final del primer mes de vida, cuando el pequeño empieza a ser plenamente consciente de los estímulos externos que le llaman la atención, como objetos brillantes y en movimiento. Esto será lo que les produzca más risa: todo aquello que les descoloca y les sorprende, ya sean objetos o cambios aparentes en personas conocidas. Además, a partir de los dos meses, el bebé aprende que la sonrisa es contagiosa y puede realizarla con la intención de que tú también lo hagas.

No será hasta el tercer o cuarto mes de vida cuando podremos observar una sonrisa voluntaria e intencionada. El bebé aprenderá que la sonrisa, igual que el llanto, sirve para expresar sus necesidades y emociones. Empezará a hacerla cuando está despierto y en compañía, responderá a los estímulos visuales de los padres y de las personas más cercanas. Así se inicia un diálogo de comunicación afectiva entre los padres y su hijo. El bebé interpretará la sonrisa directamente con la alegría y el amor que siente y sienten por él. La sonrisa les resultará contagiosa y hará que el bebé crezca con un gran sentido del humor e interesándose por el mundo que le rodea. Puede que incluso sonría porque te reconoce, en señal de que empieza a interpretar la realidad.

Entre los cuatro y los ocho meses, el niño ya sonreirá de modo abierto y aparecerán las primeras carcajadas. En esta etapa, más consciente, empieza a decidir ante quiénes sonreír y ante quiénes no. Los estímulos sólo pueden responder a dos reacciones: lo que le da miedo y produce llanto, o lo que le hacer reír y le gusta.

Desde los ocho meses y hasta que cumplen un año, los niños desarrollan la sonrisa intencional y empática. Se llama así porque el pequeño ya es capaz de utilizar la sonrisa o la risa para lograr algo. En realidad, van probando y comprobando lo que su risa hace en los demás. Y, por supuesto, como modo de expresión de la alegría y el bienestar.

Los niños son un reflejo de lo que han vivido y han aprendido de sus papás. Por tanto, además de muchas otras cosas, tenemos que educarles con y en la sonrisa. Debemos estimularles con cosquillas, juegos y canciones. Si nosotros somos risueños, nuestro bebé se fijará en eso y lo más probable es que crezca siendo una persona alegre y positiva. Y, eso sin duda, es una de las mayores lecciones y le allanará el camino de su formación como persona.