Mi bebé tiene miedo a andar

Índice

• ¿Por qué tiene miedo a andar?
• ¿Cómo ayudar al bebé si tiene miedo?

 

¿Por qué tiene miedo a andar?

Algunos niños andan con 11 meses y otros empiezan a los 18 meses. Todo es normal ya que el empezar a andar antes o después depende de muchos factores: genética, físico, prematuridad, carácter, orden de nacimiento… Y también el miedo, ya que hay bebés que se caen o se dan un golpe al empezar a dar sus primeros pasos y eso hace que le cojan miedo a caminar solos y no se atrevan a soltarse. Incluso hay niños que, sin haberse caído nunca, parecen tener miedo de andar solos.

Si tu hijo empezó a ponerse de pie solito muy pronto y a caminar agarrado de tu mano de un mueble, y ahora lleva semanas sin avanzar ni dar el siguiente paso, andar solo, no te preocupes, quizá ha cogido un poco de miedo o, simplemente, no está preparado.
 

¿Cómo ayudar al bebé si tiene miedo?

En estos casos, lo primero que hay que hacer es respetar su desarrollo y sus logros. No se puede ni se debe forzar a los niños ni obligarles. ¿Acaso ganas un premio por conseguir que ande antes? No, ¿verdad? Pues tranquilo y paciencia. Si tu hijo está sano y no padece ningún problema, andará tarde o temprano.

Si te parece que ha cogido miedo por una caída o golpe anterior, debes tener cuidado con tus reacciones si vuelve a caerse. No te asustes ni te pongas a chillar. La mayoría de las veces no se hacen daño y el pañal amortigua el golpe. Eso sí, cuidado con objetos peligrosos, esquinas, picos… con los que pueda hacerse daño de verdad. Pero si no se ha hecho nada, sonríele, levántale y haz como si nada.

Anima y aplaude cada pequeño avance que haga para que se sienta feliz y quiera ir más allá.

Cógele de la mano y ayúdale a caminar y, si ves que está seguro, suéltale unos segundos para que vea que no pasa nada, pero sin dejarle caer, claro.

Permítele jugar con un cajón que esté a su altura llenándolo de juguetes u objetos que le atraigan. Así estará de pie intentando sacarlos y meterlos.

Colócate dejante de él, a una distancia suficiente como para que no pueda ir agarrado a muebles o a la pared para llegar a ti, y ofrécele su juguete favorito para que intente andar hacia él. 

Sobre todo, sé paciente y trasmítele seguridad. Verás cómo el día menos pensado, de repente y sin esperártelo, se suelta y empieza a andar.