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Movimiento libre: cómo aplicar el método Emmi Pikler

Movimiento libre: cómo aplicar el método Emmi Pikler

Emmi Pikler fue una conocida pediatra que, tras años de investigaciones, creó un método educativo basado en el respeto al niño y en la actitud no intervencionista del adulto, es decir, permitirle un desarrollo autónomo espontáneo, respetando su ritmo propio y asegurándole todas las posibilidades para tener iniciativas autónomas, movimiento libre y juego independiente.

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Indice

 

¿Qué es el movimiento libre?

Las prisas y el estrés con los que vivimos en nuestra sociedad actual se trasladan muchas veces a la crianza de nuestros hijos. Vivimos obsesionados por sus avances y parece que exista una competición entre todos los niños del mundo (más bien, entre sus padres) por ser el primero en gatear, andar o hablar.

Pero esta actitud no es beneficiosa para el niño ya que corremos el riesgo de forzar su desarrollo y de saltarnos etapas importantes en el mismo al querer ir más deprisa.

El movimiento libre creado por Pikler se basa en dejar al niño en completa libertad para moverse y desarrollarse sin la intervención del adulto. Este método defiende que los niños aprenden solos a sentarse, gatear, caminar… sin necesidad de incitarles a ello. Eso sí, hay que darle todos los recursos necesarios para que pueda moverse en libertad.

El niño, al sentirse libre, se muestra más positivo, activo e interesado. Tan solo necesita sentirse respetado y querido, así como que se reconozcan sus logros, para superarse.

Así, el movimiento libre defiende la actividad autónoma para que el niño vaya descubriendo sus propias capacidades y a utilizar sus recursos. A los padres solos les corresponde asegurar las condiciones óptimas para que lo consiga sin forzarle.

Las enseñanzas de Emmi Pikler están centradas en el desarrollo de los niños de 0 a 3 años, aunque se pueden aplicar a cualquier edad.
 

¿En qué consiste exactamente el movimiento libre?

Como veíamos, la mayoría de los padres y las madres tienden constantemente a comparar a sus bebés y a nuestros peques con otros y nos preocupamos si a determinada edad no han logrado alguno de los hitos que se les presuponen. Así, la niñez se convierte en una carrera de obstáculos que han de ir superando casi a la fuerza. Sin embargo, el método Pikler nos invita a cambiar la perspectiva promoviendo la paciencia, haciéndonos confiar más en nuestros peques y en sus capacidades y a no exigirles que cumplan con lo previamente establecido.

Las teorías y metodología de crianza de Emmi Pikler, pediatra húngara, parten de su deseo de evitar que los pequeños internados sufriesen del llamado síndrome de hospitalismo, que hace que algunos niños criados en instituciones tengan dificultades en el desarrollo de las competencias afectivas, la personalidad y la psicomotricidad.

Para evitarlo, desarrolló un sistema pedagógico que se basa fundamentalmente en dos pilares: La necesidad de apego y la necesidad de autonomía. Es decir, por un lado, la creación de vínculos afectivos estables con los cuidadores que les ofreciesen seguridad y les permitiesen centrarse en su desarrollo y, por otro lado, la no intervención de los cuidadores en el desarrollo psicomotriz de los niños, para fomentar así su autonomía, competencia y autoconfianza.

Las teorías sobre el apego y el movimiento libre desarrolladas por Emmi Pikler se organizan en torno a tres principios básicos:

  1. La actividad autónoma y el movimiento libre

Este aspecto de la pedagogía Pikler es el más conocido de todos. El método Pikler es contrario a cualquier tipo de intervención de los adultos en el desarrollo psicomotriz de los niños. Nuestra labor debe ser la del acompañamiento y la de ofrecerles las condiciones de seguridad y apego necesarias para que se desarrollen por sí mismos. Es decir, que no les coloquemos boca abajo, ni les sentemos, ni les incitemos a gatear, ni les pongamos de pie, ni les demos la mano para que caminen antes.

La no intervención da como resultado un desarrollo de las capacidades psicomotrices más natural y diferente al que tienen los peques que sí han sufrido esta interferencia. Así, los niños Pikler se colocan siempre tumbados boca arriba. Desde esta posición pasan primero a girarse hacia los lados y después a dar la vuelta completa y colocarse tumbados boca abajo. A partir de ahí, comienzan a reptar, después a gatear, a continuación, se sientan solos, más tarde se levantan con apoyo y por último caminan.

Todo lo contrario, con los niños a los que no se les deja movimiento libre que se sientan antes de empezar a gatear simplemente porque nos obsesionamos con sentarlos cuanto antes de forma artificial.

  1. Respeto y apego en los cuidados

Para el desarrollo de una personalidad armónica y para que los peques puedan centrarse en su autoconocimiento y desarrollar su autonomía, la figura del cuidador es fundamental.

Dejar que un niño se mueva libremente no quiere decir no tener contacto con él. Al contrario, el método Pikler defiende la importancia de un apego afectivo sólido, lo que ella llama una relación afectiva privilegiada, como base para todo lo demás. Una relación basada en el respeto a los pequeños y a sus ritmos y necesidades, que no imponga las cosas, sino que haga que fluyan.

Para conseguirlo, es importante hablar con los bebés y los niños, anticiparles en todo momento todo lo que vamos a hacer con ellos y esperar a que estén preparados para hacerlo.

  1. La importancia de la salud física y el juego

No hay desarrollo físico, psíquico y emocional adecuados si los cuidados y las necesidades básicas no están cubiertas, además de las afectivas. Esto se da por supuesto en cualquier hogar, pero no era tan habitual en las instituciones infantiles como la que dirigía Pikler.

Dentro del movimiento libre, se encuentra también el juego libre. Se trata de ofrecer materiales seguros, mejor si son desestructurados, a los peques y dejarles que aprendan a manejarlos como quieran, sin darles pautas de juego ni enseñarles cómo deben hacerlo.
 

Cómo aplicar el movimiento libre en casa: confía en tus hijos

Para adoptar la pedagogía Pikler en casa, lo primero que se debe hacer es cambiar un poco la mentalidad. Pasar del trato condescendiente al trato respetuoso, dejar de preocuparos por si vuestros hijos alcanzan cada hito del desarrollo en los tiempos marcados por la sociedad y confiar en ellos y en sus capacidades.

Además, habrá que preparar también el entorno creando un espacio amplio, despejado y seguro en el que puedan explorar y moverse con libertad. Vestir a los más pequeños con ropa cómoda y holgada, que no les imposibilite el movimiento e intentar también que estos vayan descalzos el mayor tiempo posible.

Y, por último, tener muy en cuenta y darle importancia a todos los materiales que se tienen en casa. Se le deben ofrecer materiales seguros y adecuados a los niños, materiales que les permitan desarrollarse como, por ejemplo, unas estructuras a su escala para reptar o juguetes que puedan manipular a su gusto.

Algunos ejemplos son la pelota de madera Pikler, la tabla curva de madera, el cubo de gateo o la tabla redonda de equilibrio.
 

Limitadores del movimiento libre ¿sabes cuáles son?

La pedagogía Pikler también propone evitar todo aquello que limite el movimiento de los pequeños, como tenerlos atados o ‘recluidos’ en tronas, hamacas, cochecitos o andadores. De hecho, hay situaciones en las que la posibilidad de movimiento del niño o la niña queda muy reducida.

El lugar donde los colocamos los obliga a adoptar una postura determinada, sin dejarle explorar los movimientos tanto ricos que su cuerpo permite. Si no se hace un uso adecuado, algunos limitadores son:

Andadores

Cochecitos

Tronas

 

Etapas principales del desarrollo motor

Fase neonatal: el niño pasa de estar estirado boca arriba a ponerse de lado: 3 a 7 meses:

Fase de estar por el suelo:

 - Pasar de estirado boca arriba a estirado boca abajo: 4 a 8 meses

 - Pasar de estirado boca abajo a estirado boca arriba: 4 a 9 meses

 - Arrastrarse por el suelo: 7 a 13 meses

 - Gatear: 8 a 16 meses

 - Sentarse: 9 a 16 meses

 - Arrodillarse: 10 a 15 meses

 - Ponerse de pie: 12 a 21 meses

 - Dar los primeros pasos: 12 a 21 meses

 - Caminar de forma segura: 13 a 21 meses

 

Consejos para los padres

Si te interesa el movimiento libre y quieres usar este método para favorecer el desarrollo autónomo de tu hijo, te damos unas cuantas pistas para saber cómo debes actuar:

- Colócalo boca arriba, en el suelo si se siente cómodo o sobre una superficie firme en la que tenga espacio y déjalo libre

- Pon cerca juguetes o materiales sencillos; no le animes a cogerlos ni se los coloques en la mano, simplemente déjaselos a su alcance

- No uses gimnasios con barra de actividades, le pueden despistar de su propio movimiento

- Puedes hablarle y comunicarte con él, pero también debes dejarle solo

- Si llora o está incómodo, cógelo en brazos y prueba en otro momento

- Si te tiende la mano, dásela, habla con él y cógelo si lo necesita, pero no lo lleves a una posición que aún no haya logrado por sí mismo

- Acondiciona la casa todo lo que puedas, contando con el espacio del que dispongas. Crea un espacio diáfano y tan amplio como puedas en la sala más grande. Coloca algunos elementos que le ayuden a explorar, gatear, trepar… como pufs, cojines, cajas… El suelo debe ser cálido

- Ponle ropa amplia y cómoda, mejor descalzo o con zapatos sin suela dura y antideslizantes

- Los juguetes pueden ser objetos cotidianos con los que pueda experimentar

- Las hamaquitas no son muy recomendables ya que limitan su movimiento. Los andadores están totalmente desaconsejados ya que les fuerza a estar de pie y/o caminar

- Tu ayuda tiene que ser siempre indirecta

- No metas prisa al niño ni le enseñes movimientos, tampoco debes obligarle a hacer algún ejercicio concreto, dale siempre total libertad de movimiento.


Fuente:

https://www.piklerloczy.org/es/emmi-pikler-y-el-instituto-l%C3%B3czy

Fecha de actualización: 08-03-2021

Redacción: Irene García

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