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Al teatro con tu bebé

Al teatro con tu bebé

¿Desde qué edad pueden ir los niños al teatro? ¿Cómo saber si le ha gustado la obra? ¿Qué diferencias tiene el teatro infantil con el adulto? Carlos Laredo, cofundador de la compañía de teatro La Casa Incierta, nos explica cómo los bebés pueden incluso disfrutar más que un adulto de una representación teatral

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Indice

 

Descubre el teatro desde pequeño

Si en la vida cotidiana o en la educación la edad puede significar un grado de aptitud o de ineptitud de una persona en virtud de su grado de madurez, de crecimiento o de desarrollo, en el teatro, estos parámetros no tienen por qué tener el mismo grado de validez.

Si viéramos el crecimiento del ser humano desde la acumulación de trabas a lo largo del tiempo, de la pérdida de flexibilidad tanto física como mental, veríamos que los adultos que más trabas han acumulado son los que tienen más dificultades para expresar sus emociones, para comunicarse o maravillarse con lo que acontece, para despertar su curiosidad, o simplemente para poder estar concentrados y relajados. Los espectadores adultos pueden llegar a tener verdaderos problemas de inhibición sensitiva o intelectiva que la vida laboral y familiar conllevan. Y sin embargo no ponemos en duda sus aptitudes como espectadores potenciales, porque nos consideramos capaces de ponerle una etiqueta o una historieta explicativa a esta obra o a esa otra.

Para ser espectador de teatro la edad no es sinónimo de sensibilidad, ni de capacidad para la maravilla ni de capacidad estética, ni de aptitud sensorial o emocional. En todos estos aspectos, los bebés son mucho más aptos para la aventura artística que los adultos que les acompañan, mucho más aptos para ver lo que los adultos han dejado de ver o percibir. Para sentir y vibrar con la energía de su entorno un bebé está plenamente capacitado tanto por sus facultades sensoriales como por su cualidad de vivir a tiempo completo en el “aquí y ahora”. Como espectadores potenciales tampoco los bebés están limitados por su capacidad genética, pues atesoran un cruce genético más que el de sus progenitores; ni tampoco por su capacidad neurológica, puesto que su cerebro produce muchísimas más conexiones neuronales que el de un adulto.

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¿Y desde el punto de vista del lenguaje? Si en el origen del significado de la palabra ”infantes” eran aquellos que no tenían el uso de la palabra, ¿por qué los bebés desvelan todo el recorrido del lenguaje de tal forma que son capaces de hablar uno o varios idiomas en un tiempo mucho menor que el adulto y de manera mucho más perfecta? ¿A qué llamamos sino la lengua materna?

 

Características de estas obras

Catarsis, mimesis, evocación poética y lírica, expresión dramática (tanto la trágica como la cómica), estética  y memoria; y todo ello en forma de rito teatral o escénico. Es decir, todo lo que atraía a los espectadores del coro griego cuando asistían al rito del teatro o del ditirambo hace más de 2.000-2.500 años. El estudio y la convivencia con la primera infancia contribuyen de forma eficaz al encuentro del espectador bebé con el intérprete, con la estética y con la dramaturgia de una obra. Es más importante que la obra emane de los bebés y de su mirada originaria que el hecho de que sus destinatarios sean los propios bebés. Es una forma de hablar de algo que les concierne porque entra en el entorno de su comunicación cotidiana en un ambiente adulto y de su condición arquetípica y mitológica.

Los niños a partir de 4 y 5 años van teniendo una mayor necesidad de repetir los caminos conocidos, los laberintos superados y las narrativas con principio, medio y fin, o presentación /conflicto/ desenlace. Demandan o esperan el cuento como estructura que les ayuda a consolidar su personalidad o a vencer sus miedos. Pueden llegar a creer que sus gustos ya se han hecho y se pueden hacer muy conservadores en cuanto a querer ver la obra que ya han  visto, el cuento o la película que ya conocen. Es muy común que el entorno refuerce estos aspectos en detrimento de la capacidad poética con la que nace el ser humano.

En cuanto a la duración, las piezas deben ser cortas porque tanto los intérpretes como los creadores somos incapaces por el momento de crear obras que tengan una intensidad suficiente para hacerlas de más de 30 minutos. Desde un punto de vista práctico, muchas de estas obras se hacen para aforos reducidos de no más de 40 o 50 bebés y si se necesita realizar 2 o 3 funciones en una misma mañana no sería posible con una duración superior a 30 minutos.

No creo que la capacidad de concentración de un bebé sea limitada por la duración sino que está limitada por el valor del acontecimiento. Yo he visto obras de 8 horas que se me han hecho cortas y obras de 1 hora que se me han hecho larguísimas. Una vez dicho esto, un bebé de 3 meses no tiene la misma dependencia con su entorno maternal y afectivo que un niño de 2 o 3 años, y sus ritmos cotidianos, sus hábitos de sueño, comidas, etc. deben ser respetados para que el teatro no sea una fuente de dispersión de su biorritmo. Por tanto no imagino obras de 8 horas para bebés pero creo que en el futuro veremos obras de mayor duración que en la actualidad.

Las actuaciones no intentan enseñar nada en el sentido didáctico de impartir conocimientos. Toda experiencia estética es en sí mismo un viaje pedagógico, pero desde la pedagogía de lo desconocido. El arte es el disparate que nos impulsa en la aventura a lo desconocido, es el diálogo con lo oculto, con el misterio. Desvelarlo, explicarlo o transmitirlo de forma didáctica es una forma poco sutil de profanarlo. De la misma forma que se profana un chiste si intentamos explicarlo antes de que el disparate nos haga reír. Tal vez, todo acto de Arte para bebés sea un acto de amor y de respeto al que se ha atrevido a nacer en un mundo desconocido. Nacer hoy en día es en sí mismo un acto heroico.

También las salas de teatro en las que se representan estas obras deben tener unas condiciones especiales, al menos en cuanto a necesitar aforos reducidos y a tener la cercanía del público con la obra escénica. Quizás en pocos años veamos espectáculos que rompan con las características especiales que se demandan hoy en día.

Desde el punto de vista del actor, también es diferente actuar para un bebé que para un adolescente o un adulto, porque su mirada está exenta de prejuicios o de ruido mental.

 

¿Cómo saber si la obra le gusta al bebé?

Porque te mira, te escucha, vibra, se emociona y cuando acaba la obra te viene a abrazar. Y si no le gusta grita, llora o señala la puerta la salida indicando que se quiere marchar. Los niños saben expresar con fuerza lo que les gusta o lo que les disgusta desde que están en la barriga de su madre dando patadas si hay ruidos que le resultan estridentes o con situaciones que les parecen violentas. También desde el útero son capaces de modificar los gustos, las necesidades (los llamados antojos), la sensibilidad y la creatividad de sus madres.

No saber hablar no te condiciona como espectador que debe guardar silencio. No dominar un idioma o lengua no significa que no se comuniquen. El bebé es un ser comunicativo desde que nace y las madres lo saben perfectamente.

 

El futuro del teatro infantil

En líneas generales, parece que hemos conseguido cultivar algo en los últimos años mejorando las infraestructuras, los eventos, las programaciones, la calidad escénica, las ayudas, etc. y se han podido ver algunos frutos y avances en cómo organizar y desarrollar un verdadero proyecto cultural para la infancia. Pero con la excusa de la crisis, y al ritmo del declive en los últimos años, parece que lo que se ha avanzado en los últimos 30 años podríamos retrocederlo en 10… Cuando los presupuestos del estado, de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos crecían al 3 o 4%, el dinero del teatro para niños crecía a un ritmo similar. Ahora que decrecen a un 3 o 4%, los presupuestos del teatro para niños se reducen entre un 50 y un 70%. Cultivar el alma de un ser humano es tan vital como alimentar su cuerpo y si no, ya veremos el tipo de mundo que hemos conseguido crear para los próximos 100 años. Cuantas más actividades para niños ha habido, más familias han acudido. Esto demuestra que el arte para la infancia es una necesidad latente en nuestra sociedad.
 

La Casa Incierta

La Casa Incierta fue fundada hace 7 años por Carlos Laredo y Clarice Cardell. Los nacimientos de sus hijos impulsaron desde entonces el trabajo de La Casa Incierta hasta nuestros días. La primera infancia transita de forma natural por la formación neurofisiológica de la humanidad, por sus vestigios de épocas glaciares, por las capas en el uso del sílex, en la fascinación por el  fuego o vertebrando los primeros balbuceos del lenguaje. Acompañar ese viaje desde la gestación es una experiencia única en la que se imprimen las huellas de nuestro trabajo poético en “Pupila de Agua”, “La geometría de los sueños”, “Anda”, “El Circo Incierto”, “Dibujando Laberintos”, “Si tú no hubieras nacido” y nuestro último estreno “En la punta de la lengua”. Hemos viajado con nuestros bebés y con los de otros por escuelas infantiles de diferentes países. Viajes que nos han servido para descubrir los elementos en la infancia que, como decía Cesare Pavese, “obran una dimensión unívoca, se consagran como lugares únicos, como experiencias inauditas, y donde se construyen los mitos personales”. Cada experiencia nos ha servido para impulsar hacia delante los límites de las capacidades de los bebés, reduciendo el campo de los estereotipos que teníamos sobre ellos, dando paso a las estructuras arquetípicas que nos fundan y que, a ojos de un cielo estrellado, se nos hacen infinitas.

En la medida en que luego los objetos o las experiencias se precisan y se hacen nuestras a través de una imagen, de una palabra, una fábula o un sonido intentamos dar forma al universo que la determinó tratando de poner un nombre poético a la experiencia; y es allí donde, remontándonos a nuestros propios recuerdos, hacemos de La Casa y de la incertidumbre nuestro lugar de encuentro. Ese lugar se ha desarrollado de forma muy particular con el trabajo para la formación de educadores de escuelas infantiles en materia de artes escénicas, plásticas y musicales.

No obstante el nacimiento no nos ha separado de otras experiencias creativas relacionadas con nuestra vida, siempre a caballo entre España y Brasil. La creación de “Terra Vermelha” con jóvenes de Samambaia, en la periferia de Brasilia, nos sirvió para revelar las fuertes raíces de un colectivo de jóvenes que mirando al cielo desean transformar sus vidas. También hemos criado “Ser Sin Nombre” y “Tú sólo sabes llover”, para el público adulto.

Desde hace 3 años, la compañía es residente en el Teatro Fernán Gómez, donde realiza talleres, conferencias y la dirección artística del Ciclo de Teatro para bebés “Rompiendo el Cascarón”, con diversas compañías nacionales e internacionales que se dedican a las artes escénicas para la primera infancia.
 


Redacción: Carlos Laredo, www.lacasaincierta.com

Fecha de actualización: 28-05-2020

Redacción: Irene García

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