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"Para cuidar la salud mental de los hijos es importante ofrecerles un entorno estable, con amor", Beatriz Urra

Beatriz Urra, psicóloga sanitaria de RECURRA-GINSO, programa especializado en salud infanto-juvenil, nos habla en esta entrevista del impacto de la guerra en los niños y adolescentes, cómo hablar de la guerra a nuestros hijos y cómo cuidar su salud mental ahora que, más que nunca, vivimos momentos de tanta incertidumbre y complicaciones tras dos años de pandemia. 

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TodoPapás: ¿Es mejor hablarles a nuestros hijos de la guerra o esperar a que no se enteren de nada?

Beatriz Urra: Ciertamente, es casi imposible mantenerles al margen de lo que está ocurriendo actualmente, ya que la guerra está en boca de todos. Antes o después, verán imágenes en televisión, puede ser un tema de conversación en el colegio o escucharlo en su grupo de iguales; por ello, es mejor anticiparse y poder hablar acerca de lo que acontece.

Es nuestra responsabilidad y compromiso ayudarles y acompañarles a gestionar la situación de conflicto que se está viviendo. Si escondemos lo ocurrido, transmitiremos la idea de que es un tema tabú del que no se puede hablar, por lo que buscarán respuesta a sus dudas en otro entorno, con lo que ello puede conllevar.

Es importante encontrar el equilibrio entre la sobreexposición y la sobreprotección de ocultarles la información.

Lógicamente, hablaremos con ellos en función de su edad y nivel de desarrollo. Es primordial que los padres pongan especial atención al “cómo hablarles” más que centrarnos en “qué contarles”. Poder aclarar dudas, conocer qué saben ellos acerca de la guerra, ser honestos en nuestras respuestas y mostrarse tranquilos y abiertos a cualquier comentario que nos quieran hacer.

Es esencial utilizar un lenguaje adaptado a su nivel de comprensión, capacidad y sensibilidad (cada niño es distinto y su respuesta puede ser muy diferente).

Habrá que ser especialmente cuidadoso con niños que hayan podido vivir alguna experiencia traumática previa que no haya sido reparada o esté en proceso, ya que posiblemente puede activarse nuevamente ese malestar o sintomatología.

Clarificar sus miedos, fantasmas y temores haciendo uso de cuentos, películas, ejemplos... sin caer en terminología que no entiendan o conceptos bélicos que se escapen de su interés.

 

TPP: ¿Qué debemos contarles a nuestros hijos sobre la guerra u otros conflictos de este estilo que puedan producirse?

BU: Lo primero, antes de nada, es preguntarles qué entienden ellos que está ocurriendo o qué saben acerca del conflicto armado. Sus respuestas serán un punto de partida muy útil para ajustarnos a qué contarles y valorar cómo lo están elaborando.

Como siempre, será muy importante respetar sus tiempos y ritmos. Habrá niños que quieran hablar con frecuencia del conflicto y otros que no muestren gran interés o, incluso, uwe muestren indiferencia. Sea de una u otra forma, les ayudará mucho que podamos mostrar una actitud abierta con total disposición para hablar de lo que necesiten en un momento dado.

Habrá niños que requieran explicaciones muy largas y laboriosas, y otros, muy cortas y puntuales.

Podemos mostrarles en un mapa dónde se encuentran las zonas de conflicto (muchos niños pueden creer que es un sitio cercano y sentirse atemorizados), hablar de su cultura y costumbres o incluso hacer alguna receta típica del país.

Importante no caer en mensajes culpabilizadores o que puedan estigmatizar. Muy perjudiciales pueden ser los comentarios simplistas y/o juiciosos de “x son los buenos y x son los malos”.

Puede ser conveniente hablar en días diferentes para ver cómo van elaborando y si les puede estar afectando.

 

TPP¿Cómo les puede afectar este tema? ¿Qué impacto puede tener en ellos?

BU: En algunos niños pueden aparecer reacciones emocionales intensas, que probablemente desaparezcan en unos días como:

                - signos de ansiedad o depresión

                - estado de alerta

                - confusión

                - insomnio, pesadillas   

                - conductas regresivas

                - mal funcionamiento o bajo rendimiento escolar

                - miedo, agitación

                - conductas de riesgo

                - conductas y juegos agresivos

Es importante validar todas sus emociones y no restarles importancia. Puede ser de ayuda que les mostremos cómo nos sentimos nosotros ante el conflicto.

TPP: ¿Cómo ayudarles a evitar el miedo u otras emociones negativas que pueden surgir ante estos conflictos?

BU: Es lógico que aparezcan emociones que les generen malestar; también los adultos nos encontramos frecuentemente abrumados y removidos por lo que está sucediendo.

No debemos evitar que aparezcan, sino acompañarles a transitarlas. Son emociones que aparecen a lo largo de nuestra vida y es importante que también estén familiarizados con ellas.

Sin embargo, debemos intentar no caer en la repetición continua del tema, ni una sobreexposición de contenido no adecuado. Es fundamental no dejar de hacer otras actividades lúdicas, tratar otros temas cotidianos y estar a su lado, mostrando calma y seguridad para generarles confianza.

Por último, será muy positivo tener un mensaje esperanzador y de ayuda. Son muchas las campañas solidarias que se están llevando a cabo en todos los puntos del país.
Puede ser un momento idóneo para planificar alguna tarea en la que los niños estén involucrados. Conceptos como solidaridad, empatía y generosidad deben estar presentes.

TPP: ¿Cómo preparar a nuestros hijos para estos tiempos de tanta incertidumbre que vivimos?

BU: Lo más adecuado es mantener unas rutinas y hábitos estables en su vida. Más allá de lo que pueda estar ocurriendo fuera, es necesario que ellos encuentren seguridad en su día a día. Establecer horarios y actividades que se repiten hará que no tengan sensación de falta de control o incertidumbre que tanto estrés puede generar.

Se hace primordial centrarnos en el “aquí y ahora”, evitando predicciones futuras o hipótesis que posiblemente no se cumplan el día de mañana. Las ganas, energía y acción deben ir focalizadas al presente.

También es muy útil establecer metas y objetivos que sí pueden lograrse a corto plazo. A nuestros hijos les será de gran ayuda sentir que luchan por sus logros con acciones sencillas.

Los adultos no debemos proyectarles nuestras preocupaciones. Es importante hacernos cargo de ellas y no volcarlas en nuestros hijos.

Puede ser buen momento para desarrollar estrategias de afrontamiento focalizadas a tolerar la frustración de los acontecimientos que no podemos controlar; también de la actitud positiva y el disfrute del día a día y de la adaptación al medio (como sabemos, los niños son grandes expertos en adaptarse a todo tipo de situaciones).

TPP: ¿Qué señales nos pueden alertar de un problema o trastorno mental como depresión, ansiedad, fobia…?

BU: Debemos estar atentos a cambios en el sueño, en sus patrones de alimentación, en las relaciones con terceros, pérdida de interés en actividades que anteriormente le provocaban disfrute, cambios bruscos en su personalidad y estado anímico, bajo rendimiento escolar, aislamiento, preocupación excesiva por su imagen, quejas corporales o dolores...

Generar un clima de comunicación con el menor hará que podamos actuar a la mayor brevedad posible y buscar herramientas eficaces.

Ante estos cambios o malestar mantenido en el tiempo y/o en intensidad, puede ser de gran ayuda recurrir a ayuda profesional.

TPP: ¿Cómo cuidar la salud mental de nuestros hijos?

BU: Para cuidar su salud mental es importante ofrecerles un entorno estable, con amor, sano, donde nuestros hijos puedan crecer felices y seguros.

Además, es importante que los progenitores cuiden su propia salud mental ya que son modelo para ellos.

A su vez, hay pautas que pueden realizar que ayudarán a un equilibrio y favorecerán su autoestima como la práctica de ejercicio, patrones estables de sueño y alimentación, una red de amistades y allegados, muestras de amor y cercanía, huir de conductas y situaciones de riesgo, establecerles límites, contacto con la naturaleza, emplear tiempo con ellos, mostrar un ambiente abierto a la empatía y a la escucha.

TPP: ¿Qué problemas mentales son los más habituales en la infancia y adolescencia? ¿Han cambiado en estos últimos años de pandemia?

BU: Los trastornos mentales más comunes en la infancia y adolescencia se engloban dentro de los trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos por comportamientos disruptivos y trastornos del estado de ánimo.

Desgraciadamente, el Covid-19 ha agravado notablemente las enfermedades mentales en los niños y adolescentes. La pandemia ha sido un acontecimiento traumático que ha conllevado muchos cambios en la vida de los menores como el confinamiento prolongado en el hogar, el cierre de colegios e institutos, incremento exponencial del uso de internet y redes sociales, duelos en las familias, estrés en sus progenitores, no poder socializar con su grupo de iguales como venían haciendo hasta el momento y disminución de actividad física, que ha conllevado un aumento del sedentarismo. La pérdida de rutinas ha precipitado y/o empeorado patologías mentales.

Su percepción del tiempo, además, no es la misma que la de un adulto. Recuerdo perfectamente una chica en sesión que me dijo: “Bea, no he podido celebrar mis 18 cumpleaños y llevaba soñando con ello mucho tiempo. Nunca más cumpliré la mayoría de edad”.

Se han producido rupturas de amistades, noviazgos, muchos no han podido acudir al extranjero a estudiar, han iniciado la universidad sin contactos y sin vivir la maravillosa experiencia del ambiente universitario.

Han aumentado los ingresos psiquiátricos de adolescentes por tentativas de suicidio. Viven sentimientos de tristeza, incomprensión, tristeza y falta de proyecto vital que les ilusione.

Los trastornos de conducta alimentaria también han aumentado, ya que muchos han realizado dietas estrictas, y otros, han realizado ejercicio físico con aplicaciones de internet de forma desmesurada. Mucho de su malestar ha sido proyectado al malestar corporal.

Menores con temperamento ansioso, que previamente presentaban muchos miedos y necesidad de control, también han empeorado o han desarrollado trastornos de ansiedad.

Niños y adolescentes con Trastorno del Espectro Autista han agravado mucho su sintomatología ya que han perdido sus rutinas, actividades terapéuticas y apoyos. A muchos, les ha sido muy costoso volver a la cotidianidad.

Los problemas de conducta, en algunos casos, mejoraron al tener más tiempo en familia y compartir ocio, salvo en familias disfuncionales con un nivel alto de hostilidad, donde se incrementó la violencia intrafamiliar.

Por último, señalar que afortunadamente los niños y jóvenes son especialmente resilientes y probablemente puedan recuperarse pronto.


Fecha de actualización: 27-05-2022

Redacción: Irene García

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