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Mi hijo es autista

Mi  hijo es autista

El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno neuropsiquiátrico que afecta a 5 de cada 10.000 personas, alterando la vida del que lo sufre y de sus familiares, ya que no permite tener una vida normal. La ausencia del habla, la dificultad para relacionarse con los demás o el comportamiento repetitivo e inusual son algunos de sus rasgos característicos. La labor de los padres en el tratamiento es esencial para que el niño pueda vivir lo mejor posible

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Indice

 

¿Qué son los TEA?

El Trastorno del Espectro Autista es un trastorno neuropsiquiátrico, más común en los niños que en las niñas. Las características de este trastorno de salud por lo general aparecen durante los primeros tres años de la niñez y continúan a lo largo de toda la vida.

El TEA puede ser más o menos severo. Los casos más graves de la enfermedad se caracterizan por una completa ausencia del habla de por vida, comportamiento extremadamente repetitivo, no usual, autodañino y agresivo. Las formas más leves (antiguamnete Síndrome de Asperger o autismo de alto funcionamiento) pueden ser casi imperceptibles y suelen confundirse con timidez, falta de atención y excentricidad.

Los estudios establecen que en todo el mundo 5 de cada 10.000 personas presentan un cuadro de "autismo clásico" y, si tomamos en consideración todo el espectro del síndrome, éste afecta aproximadamente a 1 de cada 700 o 1.000 personas. En relación al sexo, afecta a 4 niños por cada niña.
 

Perfil de un niño autista

Los niños con TEA presentan una serie de rasgos característicos que permiten detectar rápidamente su trastorno. Desde la Confederación Autismo España, nos dan las tres claves para reconocer a un niño con este trastorno:

1. Alteración del desarrollo de la interacción social recíproca

En algunas personas se da un aislamiento social significativo; otras se muestran pasivas en su interacción social, presentando un interés escaso y furtivo hacia los demás. Algunas personas pueden ser muy activas a la hora de establecer interacciones sociales, pero haciéndolo de manera extraña, unilateral e intrusa; sin considerar plenamente las reacciones de los demás. Todas tienen en común una capacidad limitada de empatía, pero son capaces, a su manera, de mostrar sus afectos.

2. Alteración de la comunicación verbal y no-verbal

Algunas personas no desarrollan ningún tipo de lenguaje, otras muestran una fluidez engañosa. Todas carecen de la habilidad de llevar a término una "conversación". Tanto la forma como el contenido de sus competencias lingüísticas son peculiares y pueden incluir ecolalia (por ejemplo, repetición continua de palabras y/o frases), inversión pronominal, e invención de palabras. Las reacciones emocionales a los requerimientos verbales y no verbales de lo demás son inadecuadas –evitación del contacto visual, incapacidad para entender las expresiones faciales, las posturas corporales o los gestos.

3. Repertorio restringido de intereses y comportamientos

La actividad imaginativa resulta afectada. La gran mayoría de personas incluidas en el espectro del autismo fallan en el desarrollo del juego normal de simulación "jugamos a que yo soy... médico, bombero...”. Esta limitada imaginación obstaculiza y limita su capacidad para entender las emociones y las intenciones de los demás. En algunos casos la actividad imaginativa es excesiva.

Los patrones de conducta son, a menudo, ritualistas y repetitivos. Pueden apegarse a objetos inusuales o extraños. A menudo se da una gran resistencia al cambio y una perseverancia en la inmutabilidad; cambios insignificantes en el entorno pueden provocar un profundo malestar.

Además, en muchos casos, se da una sensibilidad inusual hacia los estímulos sensoriales –táctiles, auditivos y visuales. Otros rasgos comunes asociados y no específicos incluyen: ansiedad, trastornos del sueño y de la alimentación, trastornos gastrointestinales y rabietas violentas con, a veces, conductas auto-lesivas.

Además de las variaciones en la conducta, se da una enorme diversidad respecto al nivel de funcionamiento mental, que va desde una inteligencia normal o incluso superior, hasta una profunda discapacidad intelectual. Hay que destacar, sin embargo, que en las tres cuartas partes de los casos identificados de trastornos del espectro autístico, concurre una discapacidad intelectual.


¿Cuáles son las causas del autismo?

Las causas de este trastorno no están nada claras. Desde que en 1943 el autismo fuera clasificado médicamente por el Dr. Leo Kanner del Hospital John Hopkins, muchas son las teorías de medicina que han circulado respecto al tema. Las principales son:

- Deficiencias y anormalidades cognitivas. La evidencia científica sugiere que, en la mayoría de los casos, el autismo es un desorden heredable. De hecho, es uno de los desórdenes neurológicos con mayor influencia genética que existe. Es tan heredable como la personalidad o el cociente intelectual.

Los estudios de personas autistas han encontrado diferencias en algunas regiones del cerebro, incluyendo el cerebelo, la amígdala, el hipocampo, el septo y los cuerpos mamiliares. En particular, la amígdala y el hipocampo parecen estar densamente poblados de neuronas, las cuales son más pequeñas de lo normal y tienen fibras nerviosas subdesarrolladas. Éstas últimas pueden interferir con las señales nerviosas. También se ha encontrado que el cerebro de un autista es más grande y pesado que el cerebro promedio. Estas diferencias sugieren que el autismo resulta de un desarrollo atípico del cerebro durante el desarrollo fetal. Sin embargo, esta explicación no sirve en todos los casos, ya que no siempre se dan estas características diferenciadoras en el cerebro.

- Factores ambientales: las relaciones del niño autista y su entorno y medio social. En este supuesto, el autismo se vería favorecido por ciertas condiciones como la ausencia de demostración de cariño mientras el niño es pequeño; la intoxicación por mercurio; complicaciones durante el embarazo y el parto; o el estrés.

- Ciertos procesos bioquímicos básicos. Se ha encontrado un exceso de secreción de serotonina en las plaquetas de los autistas.

También, recientes estudios del Consorcio del Autismo de Boston, en el que participaron entre otros el Hospital General de Massachussets, el Hospital Infantil de Boston y la empresa deCODE Genetics, han identificado una anomalía cromosómica que parece aumentar la susceptibilidad al autismo. Según los científicos, un segmento del cromosoma 16 se encuentra desaparecido o duplicado en alrededor del uno por ciento de individuos con autismo o enfermedades asociadas, una frecuencia que es comparable a la de otros síndromes genéticos asociados con el trastorno.
 

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Una hipótesis descartada

Otra teoría más reciente apuntaba a la posibilidad de que un ingrediente de algunas vacunas infantiles, el timerosal, pudiese ser responsable de esta alteración neurológica. El timerosal es un conservante derivado del mercurio que se empleó frecuentemente en la fabricación de vacunas y otros productos farmacéuticos a partir de su descubrimiento en los años treinta.

Sin embargo, los últimos estudios han descartado esta posibilidad, ya que el número de casos de autismo en California ha seguido aumentando considerablemente a pesar de que este compuesto se eliminó casi por completo a partir del año 2001. Un equipo dirigido por Robert Schechter, del departamento californiano de salud pública, estudió la prevalencia de trastornos del espectro autista entre los años 1995 y 2007 en pequeños entre 3 y 12 años.

Teniendo en cuenta que el timerosal fue eliminado en la mayor parte de las vacunas en EEUU en 2001, los autores explican que la tasa de niños con trastornos del espectro autista debería haberse reducido drásticamente en ese período si ésa fuese la causa. Pero los datos demuestran que no fue así; al contrario, en 10 años esta cifra pasó de 0,3 pequeños por cada 1.000 nacimientos (en 1993) a 1,3 por cada 1.000 en 2003. Por lo tanto, no tiene nada que ver.


¿Se puede curar el autismo?

Al no saber la causa exacta de este trastorno neuropsíquico, aún no se ha encontrado un tratamiento eficaz que lo elimine por completo. El único tratamiento que se puede seguir, y cuyo éxito depende del nivel de autismo del paciente, es la educación especial, la dedicación individualizada y permanente por parte de la escuela y de la familia.

Se puede recurrir a la psicoterapia aunque los resultados son escasos debido a que el déficit cognitivo y del lenguaje dificultan la terapia. El tratamiento preferido está basado en el análisis conductual aplicado.


¿Qué pueden hacer los padres?

La labor de los padres y de toda la familia es esencial. Su primer reto será aceptar la noticia de que su hijo es autista e informarse sobre el tema lo antes posible. Los psicólogos recomiendan contactar con Asociaciones de Autistas para hablar con otros padres que están pasando por lo mismo.

Lo segundo será dar todo su apoyo y amor a su hijo. Los padres deben alentar a su niño autista a desarrollar sus destrezas para que se siente bien consigo mismo. Además, es muy importante acudir a un psiquiatra que, además de tratar al niño, puede ayudar a la familia a resolver el estrés; por ejemplo, puede ayudar a los hermanos que se sienten ignorados por el cuidado que requiere el niño autista. El psiquiatra puede ayudar a los padres a resolver los problemas emocionales que surgen como resultado de vivir con un niño autista y orientarlos de manera que puedan crear un ambiente favorable para el desarrollo y la enseñanza de todos sus hijos.
 

 

Asociaciones de Autistas

Confederación de Autismo de España: www.autismo.org

Asociación de Padres de Personas con Autismo:  www.apna.es

Federación Española de Asociaciones de Padres de Autistas: www.fespau.es

 


Fuentes:

Confederación de Autismo de España: http://autismo.org/
Asociación de Padres de Personas con Autismo:  http://www.apna.es/
Federación Española de Asociaciones de Padres de Autistas: http://www.fespau.es/

Fecha de actualización: 06-06-2022

Redacción: Irene García

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