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El peligro de mandar demasiados deberes

El peligro de mandar demasiados deberes

La sobrecarga de deberes no solo no implica un mayor aprendizaje para los niños escolares, sino que, además, conlleva una serie de peligros y contras que hacen que debamos considerar la cantidad de tareas a las que los niños y niñas se ven sometidos

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Índice

 

Consecuencias negativas de tener muchos deberes

En el colegio los niños deberían descubrir lo importante que es aprender a resolver problemas y a enfrentarse a las dificultades, y a tratar de no rendirse y afrontar con optimismo su vida. Sin embargo, muchos padres vienen denunciando que sus hijos están sometidos a una carga de trabajo brutal, derivada de los deberes que se les mandan en el colegio, con la excusa de que esta es la única forma de aprender.

Según explica la doctora Marisa Navarro, autora del libro La medicina emocional, la excesiva carga de deberes a la que muchos niños están sometidos conlleva ciertos peligros:

- Someter a tanta presión a los niños les hace más proclives a padecer ansiedad, y a estar tristes y agobiados, dando por hecho que estar agotado es normal, y convirtiéndoles después en adultos con los mismos trastornos. Conviene no olvidar que, aunque el aprendizaje es muy importante, va paralelo a la necesidad de tu hijo de ser un niño: jugar, explorar, correr…

- Aprenden que es normal rendirse antes de tiempo. Cuando a los adultos se nos encomiendan muchas tareas, normalmente comenzamos a descartar cosas y a establecer prioridades en función de algún criterio, y al final ocurre que, de diez tareas pendientes, decidimos hacer ocho y finalmente acabamos haciendo seis. Mandar demasiados ejercicios o estudiar demasiados temas, tiene el mismo efecto. “Si para el examen entran muchos temas, y si les han mandado muchos ejercicios de varias asignaturas, se centrarán en lo que consideren, en lo que más les gustan, en los que se hagan más rápido o en aquellos para los que tengan tiempo, admitiendo como normal que no pueden llegar a todo, sin ni siquiera intentarlo”.

- Hacer las cosas rápido sin apenas tiempo para razonar. El punto anterior deriva en este otro. Sobrecargar de deberes, para los que no se tiene tiempo provoca que en vez de que el niño se sienta tranquilo y aprenda a decidir cuál es la mejor solución a un problema, lo que le será de gran ayuda para afrontar su futuro, opte como mejor opción para acabar con sus quehaceres, por “escurrir el bulto” de una manera rápida sin pensar si la solución está bien o mal.

- Aceptan el concepto de que otros resolverán sus problemas. Muchas veces los padres conscientes de la gran carga de trabajo de sus hijos, deciden ayudarles en sus tareas. Esto no estaría mal, siempre y cuando no se convierta en que sean ellos los que los hacen, mientras sus hijos juegan o se dedican a otras cosas. De esta manera los niños aceptarán como bueno el concepto de que otros estarán allí para resolver los problemas que son propios.

- Falta de autoestima. Vincular la inteligencia con las notas académicas, o tener la sensación, desde bien pequeño, de que no puedes llegar a todo, provoca a la larga la convicción de que vales menos que otros. Los seres humanos somos muy distintos, y unos tendrán más facilidad para hacer unas tareas y otros no, y esto es una realidad que a los adultos nos es más fácil dar por hecho. Pero crecer cada día con la idea de que tus compañeros son capaces de hacer algunas cosas y que no se fomente lo que se sabe hacer bien, es realmente peligroso, para la relación que el niño tenga consigo mismo.
 

Actividades para fortalecer a tu hijo

Por último y al margen de las tareas que vienen impuestas desde la escuela, la doctora explica que “desde el convencimiento de que todos queremos lo mejor para nuestros hijos, hay que tener en cuenta que cada niño es de una manera, y es importante pararse y analizar cómo es tu hijo para motivarle. Quizás es la música, o el deporte o los idiomas, lo que hace a un niño feliz y que no encuentre el gusto a realizar una actividad ahora, no quiere decir que no pueda hacerlo más adelante, cuando madure o cuando sea el momento adecuado. Nunca es tarde.

Lo más importante es que no tratemos de que nuestros hijos realicen actividades que a nosotros nos hubieran gustado de pequeños, pues cuando se trata de imponer aficiones, estas toman el valor de deberes, provocando fobias y emociones totalmente contraproducentes.


Fuente:

OMS

Fecha de actualización: 13-01-2023

Redacción: Irene Gómez

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